FYI.

This story is over 5 years old.

Actualidad

Felipe González, colega, cállate ya

Expresidentes, ¿queréis hacer el favor de callaros, por favor?
felipe gonzalez conferencia
Foto de Paulo Whitaker | REUTERS

A ver, no tengo ni puta idea de política y tenéis que tomaros esto como si estuviera completamente borracho y os estuviera dando la chapa en un bar. ¿Vale? Venga, allá vamos, voy a soltarlo: ¿por qué no se callan de una vez los expresidentes?

De vez en cuando —de hecho, bastante a menudo, demasiado a menudo—, aparecen en los medios esos dos pesados, Felipe González y José María Aznar (sobre todo esos dos, las grandes estrellas de la política española, el dúo fatídico), a contar cuatro mierdas, a dejar su opinión de mierda por ahí, como si nada. Zapatero, y ahora Rajoy, parecen más comedidos, pero los otros dos no pueden evitar intentar ser, de nuevo, el centro de atención e intentar dirigir España desde la sutileza de sus declaraciones, que no deberían importar a nadie, porque esta gente ya está cancelada.

Publicidad

Que si “no necesitamos relatores”, que si es “indispensable una intervención total de Cataluña”, que si “no hay que preocuparse tanto por VOX”, que si “España tiene mucha suerte de que Casado esté al frente del PP”. Pero ¿qué coño decís, colegas? ¿Podéis hacer el favor de callaros, por favor? Parad, ya. O sea, parad ya.

Tíos, tenéis un sueldo vitalicio por ser expresidentes, tal y como estipula el Real Decreto 405/1992 del 24 de abril que, básicamente, sirve para que podáis vivir tranquilamente y no tengáis que veros obligados a hacer una intervención en un plató de televisión para arrancarle unas pocas monedas a una productora y poder ir al súper a compraros una fideos instantáneos de sabor a gamba. No hace falta que degradéis vuestra imagen de esta forma, ya tenéis la vida solucionada, así que limitaos a retirar vuestros cansados cuerpos a vuestras cuevas a ver la tele o a cuidar un acuario enorme lleno de lenguados.

Pero claro, todo esto no lo hacéis por dinero. Felipe ha fundado empresas innecesarias como Ialcon Consultoría o Tagua Capital, fue consejero de Gas Natural Fenosa (¿consejero de qué?) y ahora se dedica a dar conferencias por las que cobra 40 000 euros de media y como asesor de un multimillonario llamado Carlos Slim. Por su parte, Aznar es asesor de News Corporation, capitaneado por Rupert Murdoch (The Wall Street Journal, The Times, CNBC y Fox News); también fue presidente de la división de América Latina de J. E. Robert, una empresa dedicada a grandes operaciones inmobiliarias; ha estado en el Comité Asesor de Centaurus Capital; fue asesor externo de Endesa; imparte clases magistrales en la Universidad de Georgetown y también se marca unas buenas conferencias a cambio de 75 000 euros. Este es el panorama.

Evidentemente, con todos estos cargos tremendamente sospechosos, todo lo que puedan decir estos tipos en los medios de comunicación estará recubierto de un apestoso interés económico. Pero es que, aparte de esto —que me parece lícito y lógico aunque moralmente jodido—, chicos: ya está. Ya habéis hecho vuestro trabajo, estáis fuera de la política porque la política os ha echado mediante un fracaso electoral. Dejad a las personas que os han substituido hacer su trabajo, no hace falta que vayáis soltando vuestros comentarios en medios, como si fuerais unos despechados comentando los estados de Facebook de vuestra exnovia, criticándolo todo porque “a estos nuevos amigos que has hecho les gusta demasiado la noche”. Iros ya, os han relegado, entendedlo, a nadie le importa lo que digáis porque sois la cara viviente del fracaso.

Propongo una ley mordaza a los expresidentes, ya no por la alteración de la opinión pública que puedan generar, sino porque son unos pesados que no aceptan que su momento de gloria ya fue. Perdámosles el respeto a estos tipos, sus opiniones no deberían significar nada. Deberían entender que la política es un arte efímero, como el ikebana, la aceptación de crear una obra que es perecedera; pero no, ellos se encaprichan en ser unos putos bonsáis a los que hay que atender durante décadas. Es como si en la puerta del Mercadona hubiera varios reponedores jubilados que nos inspeccionaran la compra y nos dijeran cosas como “vaya, te has pillado el hummus que no mola” o “si te hubieras comprado otro unidad te habría salido todo más barato”. En fin, uno tiene que saber cuando marcharse y por eso mismo yo ahora dejo este tema aquí y me las piro. Adiós.

Sigue a Pol Rodellar en @rodellaroficial.

Suscríbete a nuestra newsletter para recibir nuestro contenido más destacado.