La crisis económica ha desatado la violencia en el país. Imagen por Miguel Gutierrez/EPA.
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La diferencia radica en la intencionalidad del hecho. Según Provea un linchamiento es tal cuando la víctima –en este caso el posible delincuente- se coloca al escarnio público por el delito que cometió. Por lo general, este castigo radica en los golpes y vejaciones que recibe el individuo.Roberto Fuentes es uno de los cinco linchamientos de 2016 que sí terminó en muerte. La historia de su asesinato tiene dos vertientes según testigos que entrevistaron los investigadores del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) — organismo que se encarga de las investigaciones penales en Venezuela —. Primero se especuló que él estaba robando a un hombre que salió de un banco con más de 50.000 bolívares (un poco más de 145 dólares a cambio oficial) y al ser sorprendido por unos motorizados, se organizó una turba que lo golpeó para luego rociarle gasolina y quemarlo. La otra versión indica que él estaba ayudando a un señor a que iban a robar, pero lo confundieron con el ladrón. La investigación está en curso, y acorde a fuentes extraoficiales, Roberto era inocente.Era chef y trabajó cuatro años en el Ministerio de Alimentación. Vivía con su esposa y tres hijas de 17, 14 y 9 años en Filas de Mariche — al este de Caracas —. También era papá de un varón de 25 años. El mismo día de su linchamiento comenzaba la segunda semana de trabajo en su nuevo empleo.'Lo último que me dijo es que él era inocente'.
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A principio de este año, un vídeo parecido salió a la luz: un hombre es quemado en las Flores de Catia — al oeste de Caracas —, supuestamente porque robó dentro de una unidad de transporte público. Sin embargo, vecinos de la zona contaron luego a varios periodistas que investigaron el caso, que esta persona fue linchada por delincuentes de la zona porque se metió en un área prohibida. Un lugar controlado por una banda a la que él no pertenecía. Además, detallaron que al tratar de ayudarlo, sus victimarios disparaban al aire para que nadie se acercara.Para que el ciudadano común hable sobre linchamientos que presenció hay que tener un gran sentido de persuasión. Esto sucede porque en Venezuela la mayoría de los testigos acepta los linchamientos como una manera de garantizar la justicia en un país con un sistema penal abandonado.Dicha afirmación parte de un estudio realizado por el Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV) en febrero de este año, en el cual se indica que un 60% de la población aprueba los linchamientos mientras que entre un 32% y 34% los rechaza. Roberto Briceño León, director de este organismo, explicó a través de la página web del observatorio que "el hartazgo, desesperación, angustia y la ausencia del Estado en la tarea de proteger a las personas, hacen que la sociedad reaccione fuertemente, y el resultado es una sociedad más violenta".Así es pasar una noche en un hospital de Venezuela en plena 'crisis humanitaria'. Leer más aquí.
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Briceño León también asegura que en los últimos años la sociedad venezolana ha roto el pacto social con las normas, leyes, tribunales e instituciones que velan por la seguridad ciudadana debido a que sienten que la impunidad — ubicada en un 90% según datos de la OVV —es la que manda. Esto contribuye a que las personas se sientan empoderadas a la hora de aplicar la justicia con sus propias manos "porque sienten que el Estado no los protege".Además, la OVV indica que desde 2015 se observa un fenómeno nuevo: el delito amateur o no profesional. Briceño León indica que si bien no hay evidencia que pruebe que la pobreza lleva a una persona a delinquir, "el empobrecimiento y la situación de crisis económica que padece el país, lleva a muchas personas a incurrir en el delito amateur, a convertirse en rateros".La mayoría de los casos de linchamiento que este observatorio ha registrado y estudiado es contra personas que roban al ciudadano de a pie: ladrones de carteras, de unidades de transporte público o que arrebatan celulares. "Porque a los miembros de una banda no los pueden linchar porque andan en grupos y fuertemente armados" asegura el especialista.'El hartazgo, desesperación, angustia y la ausencia del Estado hacen que la sociedad reaccione fuertemente'.
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Lo que no se cuenta
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Para Fermín Mármol García, abogado y criminólogo, estas acciones pueden convertir a los ciudadanos en delincuentes. "Nos encontramos ante una privatización de la justicia. La gente está cansada de la inseguridad, y violan el debido proceso al cometer un linchamiento".En el Código Orgánico Procesal Penal (COPP) venezolano se especifica en su artículo 234 que "también se tendrá como delito flagrante aquel por el cual el sospechoso/a se vea perseguido o perseguida por la autoridad policial, por la víctima o por el clamor público, o en el que se le sorprenda a poco de haberse cometido el hecho, en el mismo lugar o cerca del lugar donde se cometió, con armas, instrumentos u otros objetos que de alguna manera hagan presumir con fundamento que él o ella es el autor o autora".Lo que significa que las leyes venezolanas estipulan como delito el hecho de que una víctima de robo u otro crimen tome la justicia en sus propias manos.'La gente está cansada de la inseguridad, y violan el debido proceso al cometer un linchamiento'.
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La Fiscalía condena los hechos
Hasta ahora, la Fiscal General ha sido la única que ha ofrecido datos concretos — y oficiales —sobre el número de linchamientos ocurridos en el país. Hay una orden tácita desde el Ministerio de Interior, Justicia y Paz venezolano (ente encargado de regular a la Policía Nacional) que no se divulgue ni una sola cifra sobre linchamientos desde los comandos policiales. Por ende, quizá suceden diariamente, y a nivel nacional, muchos más de los que el Estado reconoce.'No podemos matarnos como animales. No podemos seguir viviendo así'.
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