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Túnez

Los 6.000 hijos de la yihad tunecina

Unos 6.000 jóvenes tunecinos han salido de su país para unirse a Estado Islámico y a otros grupos terroristas en Siria, Irak y Libia. Túnez es el mayor exportador de combatientes extranjeros para estas milicias.
Imagen por Elena González
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Fue en marzo de 2013, pero Iqbel Ben Rejeb todavía se emociona cada vez que vuelve a ver el vídeo de la televisión tunecina en el que aparece pidiendo ayuda para sacar de Siria a Hamza, su hermano pequeño.

En 2013, con 24 años, Hamza salió de Túnez para unirse a las filas del Frente al-Nusra, la franquicia siria de Al-Qaeda. Lo hizo en su silla de ruedas. "Padece una distrofia muscular hereditaria. Más que mi hermano es casi mi hijo, le llevo 11 años. No podía aceptar que se marchara para matar o hacerse matar", explica Iqbel a VICE News. Iqbel encontró los medios para sacarle de allí y traerle de vuelta a Túnez.

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Hamza nunca le ha dicho a su hermano quién le reclutó para "hacer la yihad electrónica, porque nunca hubiera podido empuñar un arma". Le reclutaron, ha contado a su familia, para hacer vídeos, montajes y luchar en las redes sociales.

Nunca fue especialmente religioso. Nunca le dijo a su hermana o a su madre que se pusieran el velo. Nunca dijo en casa que debían rezar más. Iqbel cree que no fueron sus conocimientos informáticos los que llamaron la atención del grupo terrorista.

Lo que no se cuenta del conflicto del Sahara denunciado por un marroquí y una saharaui. Leer más aquí. 

Cree, más bien, que quisieron aprovecharse de la confianza que inspira su discapacidad para usarle como hombre bomba. "Fueron malas personas de la mezquita del barrio (Sidi Ibn Khaldun, en la capital) quienes le reclutaron", piensa Iqbel.

"Esa gente son como los nazis. En lugar de seleccionar la raza, hacen una selección en base a la fe y te dicen: Si no estás con nosotros, los verdaderos musulmanes, te matamos", añade.

Como Hamza, 6.000 jóvenes tunecinos han salido de su país para unirse a Estado Islámico [Daesh, por su acrónimo en árabe] y otros grupos terroristas en Siria, Irak y Libia, según un reciente informe de Soufan Group.

Túnez es el país que más combatientes extranjeros aporta a estos grupos. Según las estimaciones del gobierno, 800 tunecinos han muerto en Siria e Irak. Los más de 600 que han regresado están vigilados y bajo arresto domiciliario, asegura el Ministerio del Interior.

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Por qué Túnez se ha convertido en una fábrica de jóvenes yihadistas es la pregunta que sólo ahora ha empezado a hacerse la clase política tunecina.

"Ha llegado la hora de protegerles de los malos vientos que les nublan la razón cuando se dejan llevar por la desesperación y el lavado de cerebro", dijo el jueves el presidente Beji Caid Essebsi en el discurso conmemorativo de los cinco años de la revolución que derrocó a Ben Ali.

Essebsi ha convocado para marzo un congreso dedicado a los problemas de la juventud con el objetivo de "integrarles en su propio país".

Con una tasa de paro juvenil del 50 por ciento —que se palpa en los cafés repletos de jóvenes que no hacen otra cosa que tomar café— es fácil caer en los brazos de cualquiera que ofrezca no sólo un trabajo, sino una familia, la posibilidad de viajar, la acción, la gloria y el paraíso. Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo.

"Lo atractivo para ellos es que Daesh valora su juventud, y los políticos no lo hacen. No les ofrecen nada", señala Iqbel. En el gobierno, los dos partidos en el poder juegan al ping pong con las culpas.

Los laicos de Nidaa Tunis acusan a los islamistas de En Nahda de dejar que los salafistas camparan a sus anchas predicando en mezquitas y escuelas después de la caída de Ben Ali, durante el gobierno de la troika que pilotaron los islamistas.

En el otro lado, En Nahda culpa al antiguo régimen: "Ben Ali luchó contra los islamistas moderados, contra En Nahda, cerró la puerta de la libertad y empujó a muchos a Daesh y a Al-Qaeda", señala en conversación con VICE News Rachid Ghanuchi, el histórico líder de En Nahda.

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La creencia generalizada en Túnez es que ambos tienen razón: En Nahda sólo puso freno a los discursos más rigoristas del Islam y comenzó a perseguir a la organización Ansar al-Sharia —hasta que la ilegalizó y la declaró terrorista— tras los atentados de 2013, en Susa y en la embajada americana.

Ben Ali también es culpable por su empeño en combatir la educación religiosa despojando de formación espiritual a miles de jóvenes que caen ahora en la versión depravada del Islam que vende Estado Islámico.

Mokhtar Belmokhtar: la clave en la lucha entre Estado Islámico y Al-Qaeda en el Sahel. Leer más aquí.

Fue la hermana de Hamza quien le convenció para que regresara, pero Iqbel no sabe decir con seguridad si ya se le han pasado las ganas de hacer la "yihad electrónica". "Al menos me ha ayudado con diseño del logo de la asociación", responde. Iqbal ha creado una asociación para ayudar a los familiares de los tunecinos bloqueados en el extranjero. Entre esas familias están las de los chavales que se han ido a empuñar un kalashnikov en otro país.

Las familias, Iqbal lo sabe bien, "son doblemente víctimas, porque sufren el dolor de haber visto partir a un hijo, están traumatizados, no tienen ayuda psicológica y sufren también el acoso de la policía, que no les deja ni a sol ni a sombra, y les telefonea de madrugada para preguntarles si tienen novedades".

Hasta la asociación de Iqbal se ha acercado también Sanaa Bebo, una irakí de 46 años casada con un tunecino que se ha llevado a Libia a sus dos hijas, Shabah y Houda, de nueve años. Hace dos años que no las ve.

"Se radicalizó cuando vivíamos en París. Empezó a rezar todos los días y a ir a la mezquita. Me quitó todo el dinero de la cuenta, lo transfirió a Suiza y se llevó a las niñas a algún lugar de Libia. Ni siquiera sé en qué ciudad están, pero su nueva mujer me ha dicho que las niñas ya no están con ellos. Me lo ha quitado todo", cuenta Sanaa, incapaz de contener las lágrimas cuando enseña las fotos de sus hijas. También son tunecinas.

El gobierno tunecino no ha sido capaz hasta la fecha de encontrar una forma de ayudar a estas familias. Iqbal sigue buscando a los que reclutaron a su hermano. "No odio, pero busco justicia. Quiero que se les castigue. Les seguiré buscando hasta mi último aliento".

Sigue a Elena González en Twitter:@ElenaGlez_

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