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8 muertes y 303 amenazas en 2015. ¿Quién protege a los periodistas mexicanos?

México ha perdido a 8 periodistas a manos de asesinos en lo que va de año. Denuncias de impunidad, corrupción y demagogia presidencial han llamado la atención internacional pero la indefensión de la prensa mexicana continúa flagrante.
Imagen por Marco Ugarte
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Cuando la periodista Maite Azuela abrió la carta anónima que recibió en su casa, en Ciudad de México, hace dos semanas, sintió cómo le trepaba el miedo por el espinazo como nunca antes.

Maite descubrió con las manos temblorosas que alguien había dibujado una perturbadora caricatura de su rostro: sus facciones emulaban a las de una calavera. El anónimo también contenía una amenaza de muerte., e incorporaba una serie de insultos junto al nombre de Maite: cabrona, culera y ratera de mierda eran tres de ellos.

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"La sensación de desamparo que sientes en un momento así es abrumadora", explica Azuela, periodista especializada en corrupción y derechos humanos en el periódico nacional El Universal. "Lo siguiente es empezar a mirar más allá de tus hombros y preguntarte dónde están los que te buscan".

Su miedo está alimentado por las muertes de otros tres periodistas mexicanos en lo que va de año. Esa es, al menos, la cifra que difunden desde la ONG Periodistas sin fronteras. Otros creen que podrían tratarse de muchos más.

"Solo este año ya llevamos ocho casos", cuenta Darío Ramírez, director de la franquicia mexicana de Article 19, una organización radicada en Londres y consagrada a monitorizar los crímenes contra la prensa. "Desde Article 19, lo que más nos preocupa es si los atentados son motivados o no por el trabajo del periodista. En México eso es algo que, a menudo, cuesta mucho dirimir".

El número de periodistas asesinados en México resulta especialmente preocupante si se atiende a la atención nacional e internacional que han despertado tales casos en los últimos años. Por no hablar de las reiteradas y estériles promesas del gobierno de intervenir.

Imagen vía Maite Azuela

"Ni que decir tiene que la fiscalía mexicana está concentrada en redoblar sus esfuerzos, en dedicar a la investigación la atención que se merece, y en investigar y arrestar a todos los responsables de las amenazas, los atentados y los asesinatos, tanto de periodistas como de todos aquellos implicados en la defensa de los derechos humanos", afirmó el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, el pasado mes de agosto.

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El reportero de mayor prestigio asesinado en 2015 ha sido Rubén Espinosa, un fotoperiodista nacido en Veracruz, que fue brutalmente ejecutado en su apartamento. Espinosa vivía en un barrio aburguesado y residencial de Ciudad de México. Se encontraba allí en compañía de cuatro mujeres, una de las cuales era la activista Nadia Vera, también de Veracruz. Los asesinos no dejaron a nadie con vida.

De los presuntos 8 periodistas asesinados este año, cinco de ellos eran originarios de Veracruz. Se estima, igualmente, que al menos 16 trabajadores de los medios de comunicación han sido asesinados desde 2010.

Sobre cómo Veracruz se convirtió en el estado más peligroso de México para los periodistas. Leer más aquí.

"El fiscal general de Veracruz asegura haber resuelto los casos, cuenta Darío Ramírez. "Si han sido resueltos satisfactoriamente o no, ya es otra cosa".

'El crimen organizado está vinculado a los notarios, los empresarios, los funcionarios públicos y a muchos trabajadores de los medios de comunicación'.

Tanto Espinosa como Vera habían denunciado previamente haber sido víctimas de amenazas de muerte. Ambos, de hecho, culpabilizaron al gobernador del estado, el controvertido Javer Duarte. Las muertes acaecieron solo un mes después de que Duarte saliera a la palestra para proclamar que los periodistas son responsables de sus destinos.

"Lo digo por el bien de sus familias, pero también por el mío, porque si algo les pasa a ustedes, seré yo el crucificado", proclamó ante la prensa concentrada en una cena de gala. "Por desgracia, el crimen organizado está vinculado a los notarios, los empresarios, los funcionarios públicos y a muchos trabajadores de los medios de comunicación. Así que ¡Compórtense, por favor!".

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Las autoridades del DF han descartado que el asesinato de Espinosa y el de las cuatro mujeres que le acompañaban tenga un móvil político. Las autoridades terminaron arrestando a tres personas, y han repetido que el móvil de los asesinatos no es otro que un ajuste de cuentas entre los criminales y una de las víctimas, y que los demás — Espinosa incluido, estaban en el lugar adecuado en el momento equivocado.

Un fotoperiodista escapa de Veracruz por amenazas pero es asesinado en México DF. Leer más aquí.

Dirimir si el periodista fue asesinado o no por su trabajo es uno de los motivos que explican por qué distintas fuentes barajan distintos cifras respecto al número de periodistas caídos. Así, mientras la organización conocida como Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, en sus siglas inglesas) asegura que se ha asesinado a 40 periodistas desde 2000, Article 19 habla de 88, y la comisión mexicana de los derechos humanos proclama que son 107.

Igualmente, las consideraciones varían también en función de cómo se defina al "periodista", y por el hecho de que se trata de una profesión tan mal pagada en el país azteca, que, a menudo, sus profesionales desempeñan otros trabajos.

Moisés Sánchez y Juan Mendoza —ambos oriundos del municipio de Medellín de Bravo, en Veracruz — por ejemplo, eran hombres de familia que habían cumplido ya sus respectivos 50 años. Ambos dividían su jornada entre el trabajo de periodista de día y el de taxista de noche. Así llegaban a fin de mes.

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Sánchez fue secuestrado en su casa en enero y su cuerpo fue encontrado días después en un pueblo vecino. Mendoza, por su parte, fue presuntamente atropellado por un vehículo que se dio a la fuga.

La Fiscalía Especial para Delitos contra la Libertad de Expresión (FEADLE) decidió no incluir a Sánchez en el listado porque, a su juicio, solo trabaja como periodista "esporádicamente".

Aparte del hecho de que cinco de los asesinados sean de Veracruz, el resto de circunstancias que se esconden tras las muertes de los reporteros han sido de lo más diversas.

Abel Manuel Bautista, de 46 años, era músico y se dedicaba a cubrir noticias sobre actualidad en el programa de radio que dirigía en un pequeño pueblo de Oaxaca. Fue abatido a balazos cuando salía de su oficina en abril.

Otros dos locutores radiofónicos, Armando Saldaña, de Veracruz, y Filadelfio Sánchez, de Oaxaca, tocaban también temas de política local. Ambos fueron abatidos a disparos en mayo y julio respectivamente.

El ex reportero televisivo Juan Heriberto Santos fue asesinado en un bar de Orizaba, en Veracruz, junto a otros cinco hombres, entre los cuales se contaba uno de los líderes del cartel de los Zetas.

Gerardo Nieto Álvarez que trabajaba en un periódico local en el proverbialmente pacífico estado de Guanajuato, fue descubierto apuñalado en el suelo de su apartamento. Las puñaladas habían sido asestadas cerca de su cuello.

'Si uno se fija en los periodistas asesinados descubrirá que todos trabajaban en asuntos muy distintos… La única conexión es que las autoridades no movieron un solo dedo'

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Según un amigo del fotoperiodista Rubén Espinosa, lo que sucede es que las autoridades apenas han hecho nada y nadie les ha dicho nada porque, normalmente, los periodistas no tienen muy buena reputación.

"Ya no se trata de un trabajo que esté bien considerado", explica a VICE News a cambio de no revelar su nombre. "A ojos del público o eres un vendido o un chismoso".

"Si te fijas en el caso de los periodistas asesinados, todos trabajan en varios asuntos distintos", continúa. "Yo creo, sinceramente, que fueron perseguidos por razones muy distintas. Y que la única conexión entre todas las muertes es que las autoridades no movieron un solo dedo para perseguirlas".

Más allá de cuáles sean los motivos específicos de cada caso, los medios de comunicación mexicanos aglutinan una concentración de corrupción y de crimen organizado ciertamente insólita.

A lo largo de los años, las amenazas del crimen organizado están provocando que en muchas partes del país, haya muchos que se lo piensen dos veces antes de dar cobertura a temas relacionados con la violencia del narcotráfico. Esto es algo que ha quedado especialmente patente en el estado fronterizo de Tamaulipas, situado al norte del país, donde los periodistas aseguran que los carteles presentan dosieres con lo que se puede publicar y lo que no. E incluso, a menudo, especifican qué palabras hay que incluir en los artículos. En otros muchos lugares del país, la prensa ha sido atacada a balazos y hasta con granadas de mano.

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El gobernador de Veracruz testificará en el caso del reportero asesinado Rubén Espinosa. Leer más aquí.

Los peligros se complican todavía más por la práctica habitual — especialmente en los medios provinciales — que existe entre los gobiernos y los medios de comunicación de consensuar artículos de antemano. El contenido es siempre favorable y condescendiente. Se trata de una práctica especialmente peligrosa en lugares donde los gobernadores están vinculados con el crimen organizado.

"Existen tantos periodistas y editores corruptos como políticos y empresarios corruptos", explica Javier Valdez Cárdenas, un periodista galardonado por su trabajo para Río Doce, un periódico de Sinaloa, uno de los estados mexicanos más castigados por la violencia del narcotráfico. "En Sinaloa las amenazas llegan de todas partes, no necesariamente de los carteles", afirma.

Benjamin T.Smith, un historiador de la universidad de Warwick que trabaja actualmente en un libro sobre la historia de la prensa mexicana, asegura que si bien México es un país acostumbrado a la censura por motivos de violencia, lo cierto es que se trata de un fenómeno en expansión.

"Los periodistas mexicanos han sido asesinados desde hace décadas", explica Smith. "Entonces, sin embargo, solo se asesinaba a uno o dos periodistas al año. Eso podría explicarse por el hecho de que a día de hoy hay muchos más medios de comunicación. O podría ser un síntoma que revele que la censura entre la prensa es cada vez peor".

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Sin embargo entre la matanza y la autocensura, asoma una generación de periodistas y medios de comunicación mexicanos que goza de muy buena salud. Se han creado varios medios independientes de calidad, y varios periodistas de investigación están consiguiendo que su voz se escuche más allá de las fronteras del país. Javier Valdez, Lydia Cacho, Anabel Hernández y el equipo formado alrededor de la presentadora Carmen Aristegui, se han hecho merecedores de un prestigio internacional sin parangón gracias a sus serias e implacables denuncias de corrupción en el país. Todos ellos han sido víctimas de múltiples amenazas, muchas de las cuales han sido registradas por el barómetro de Articulo 19. La delegación mexicana de la agencia británica publicó en noviembre un informe en el que computaba que en 2014 se habían registrado 303 casos de amenazas y episodios de intimidación dirigidos contra periodistas mexicanos.

Maite Azuela dice que su primer instinto fue ignorar la amenaza de muerte, tomársela como una broma de mal gusto. Sin embargo, los asesores en seguridad a los que ha acudido le han comunicado que se la tiene que tomar muy en serio. En realidad, su nerviosismo se disparó tras detectar la presencia de policías federales y de militares vigilando su apartamento. Entonces tuvo claro que la mejor manera que tenía de protegerse era salir a la luz y denunciar públicamente lo sucedido —

entonces fue sumamente consciente de que si una columnista prestigiosa de un periódico nacional, una mujer bien relacionada y con contactos como ella, no puede estar segura… entonces nadie puede estarlo.

"Siempre piensas que estas son las cosas que les sucede a los periodistas provinciales", relata. "Ahora, sin embargo, ya nadie se siente seguro".

Los periodistas de El Salvador temen por sus vidas y acusan a la policía de una masacre. Leer más aquí.

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