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ESPAÑA

Adicción a los fármacos: los ansiolíticos y somníferos que podrían hacerte perder el control

Las benzodiazepinas, fármacos utilizados como ansiolíticos y somníferos, pueden crear adicción si se usan durante demasiado tiempo o en dosis muy elevadas. Algo que, en España, sucede cada vez más debido a su fácil acceso y a la falta de información.
Imagen vía Flickr
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¿Alguna vez has tomado benzodiazepinas como el Orfidal, el Valium, el Noctamid, el Tranquimazin, el Sedotime, el Tanxiluim o el Diazepam? Quizás no te lo hayan recetado nunca pero, entonces, seguro que alguien de tu entorno [madre, abuelo, tía, hermano, primo, tu novio o el de tu amiga] lo han tomado recientemente. Al menos, así lo indican las estadísticas.

De acuerdo con la última Encuesta Sobre Alcohol y Drogas del Ministerio de Sanidad de España, más del 13 por ciento de la población española ha consumido medicamentos de la familia de las benzodiacepinas en el último año. Algo que, según los cálculos estadísticos de la comunidad científica, situaría en un 1,3 por ciento el total aquellos que habrían desarrollado algún tipo de adicción a esta sustancia durante el mismo período, explica a VICE News, Gerardo Flores Menéndez, responsable de la Unidad de Conductas Adictivas del Complejo Hospitalario de Orense.

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Además, la tendencia del consumo de benzodiazepinas ha aumentado ininterrumpidamente desde principios de siglo.

Las benzodiacepinas, agentes que disminuyen la actividad y la excitación cerebral, se recetan como ansiolíticos e hipnóticos, pero también sirven para combatir crisis epilépticas, actúan como relajantes musculares y se indican en casos de síndrome de la abstinencia del alcohol. Paradójicamente, un mal uso de esta familia de medicamentos puede derivar en un nuevo problema de dependencia: la adicción a la propia benzodiazepina.

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"Algunas benzodiacepinas pueden generar problemas de adicción con mucha facilidad", asegura a VICE News, Carlos Roncero, jefe de sección de Adicciones y Patología del Hospital Universitario Vall d'Hebron y coordinador del Centro de Adicción y Seguimiento (CAS) a las drogodependencias del mismo centro hospitalario. Todo depende, asegura, del consumo que se haga. Los problemas suelen aparecen, precisa, en aquellos casos en que la dosis y la potencia del medicamento es alta y su toma se alarga demasiado en el tiempo.

Las benzodiacepinas son una droga de probada eficacia a corto plazo por su rapidez de acción y seguridad dentro del margen terapéutico, sin embargo su utilización a largo plazo ha estado y sigue estando en tela de juicio, de acuerdo con una publicación del mismo Ministerio de Sanidad.

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El comité de Safety of Medicines (CSM) del Reino Unido asegura que las benzodiazepinas están indicadas, salvo casos excepcionales, para un tratamiento de entre 2 y 4 semanas, el período a partir del cual la tolerancia [proceso psicológico y físico que se produce cuando el organismo se habitúa a una droga y necesita aumentar la dosis para conseguir los mismos resultados] suele aparecer. No es infrecuente, sin embargo, que su consumo de prolongue durante meses o años.

Roncero coincide con el diagnóstico que se detalla en este documento: además de su capacidad para producir tolerancia y dependencia, el mal uso de las benzodiacepinas se ha relacionado con el aumento del riesgo de accidentes de tráfico porque reduce la capacidad atencional, con el incremento del riesgo de caídas y fracturas de cadera, debido a su efecto reductor de la capacidad de coordinación motora, así como con el deterioro de la memoria.

"Adicción, significa pérdida de control, y eso sucede cuando la persona consume más de lo que quiere y debe consumir, cuando no logra contenerse aún sabiendo que eso le perjudica o va a perjudicarle. El cerebro [del adicto o adicta] aprende que esa sustancia es buena para conseguir estados emocionales positivos y ese aprendizaje automático genera cambios en sus motivaciones y deseos", explica Flores.

Los diagnósticos más leves, que son la mayoría, se tratan en régimen ambulatorio con una reducción progresiva de la dosis. Los más graves, normalmente ligados a un consumo inadecuado o a casos en los que se añaden otros problemas de salud como la depresión o una complicación cardíaca, pueden derivar en un ingreso hospitalario por intoxicación de hasta 20 días, afirma Roncero. A veces, incluso se requiere una deshabituación, es decir, un tratamiento farmacológico y psicológico en el que se enseña al paciente a vivir sin consumir estos fármacos.

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"El perfil de los pacientes que presentan adicción es muy variado pero hay dos que son prototípicos", precisa Flores. El primero es el de una mujer mayor de 40 años que sufre trastornos ansiosos depresivos de larga evolución y que sigue un tratamiento con benzodiazepinas prolongado. Entonces, continua el responsable de la unidad de conductas adictivas, tras alcanzar el período de tolerancia, decide escalar la dosis para conseguir contener la ansiedad sin haber consultado a su médico.

El segundo, sigue este experto, es el de un hombre más joven que consume sustancias ilegales como la heroína y la cocaína y que utiliza la benzodiazepina para contrarrestar o potenciar el efecto de estas drogas ilegales.

Pese a los casos de adicción, las benzodiazepinas son medicamentos que requieren receta médica. Sin embargo, la presión asistencial de los médicos, la resistencia del paciente al abandono de este fármaco o la laxa aplicación de los criterios profesionales en algunas farmacias favorecen la continuidad de la prescripción o la venta sin receta. El resultado: la sobremedicación. "Todos las partes implicadas [médicos, farmacéuticos, administración] tienen responsabilidad", reconoce Flores.

Tanto Roncero como Flores consideran que la información y la sensibilización resultan un aspecto clave a la hora de abordar esta problemática. "Hay gente que no sabe a qué riesgo se está exponiendo", precisa el psiquiatra de la Vall d'Hebrón.

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