FYI.

This story is over 5 years old.

guerras y conflictos

El norte de África es un polvorín por el que Europa debería preocuparse seriamente

Fragmentación comunitaria, falta de políticas de desarrollo y penetración del crimen organizado han creado las condiciones idóneas para que grupos como Al-Qaeda o EI echen raíces sobre el terreno, y no parece que la Unión Europea (UE) esté por la labor.
Soldados malienses patrullan un mercado en Gao, al norte del país, el 7 de febrero de 2013. (Imagen por Seb Crozier/EPA)

Síguenos en Facebook para saber qué pasa en el mundo.

En un mes hará ya dos años que los hermanos Kouachi irrumpieron en la redacción de la publicación satírica Charlie Hebdo, en París, asesinando a una decena de sus trabajadores en nombre de Al-Qaeda. Un par de días después inspirarían el secuestro de un supermercado kosher perpetrado por Amedy Coulibaly.

No sería la última vez que la ciudad de la luz sería golpeada por el terrorismo: en noviembre de ese mismo año más de un centenar de personas fueron asesinadas en el centro de la ciudad por militantes de Estado Islámico (EI).

Publicidad

A esta terrible cifra habría que añadir a otras tantas decenas de franceses atropellados en Niza en julio de este año que ya acaba por el conductor de un camión, que EI reivindicaría.Ya en marzo la misma organización había asumido como propio un ataque que se cobraría una treintena de vidas en Bruselas.

España en la ruta del tráfico de drogas que podría estar financiando a Estado Islámico. Leer más aquí.

Pero lo que en Francia y en Bruselas se expresa en forma de atentado, en la región del Sahel y parte del Magreb, cobra la dimensión de un verdadero ejército insurgente. Algo que sucede, de acuerdo a los expertos, debido a la creciente desestabilización en la región.

El pasado martes 13 de diciembre el Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB) organizó un coloquio titulado ¿Por qué Europa debería prestar más atención al Magreb y al Sahel? Varios investigadores del European Council on Foreign Relations (ECFR) expusieron la situación en estas regiones, el tamaño de las cuales, sumadas, es equivalente al de todo el continente europeo, parte de Rusia incluida.

Fragmentación comunitaria, falta de políticas de desarrollo y penetración del crimen organizado han creado las condiciones idóneas para que grupos como Al-Qaeda o EI echen raíces sobre el terreno, y no parece que la Unión Europea (UE) esté por la labor.

Orígenes y causas de la situación actual

Buena parte los conflictos de raíz yihadista que hoy azotan esta región vienen de la Argelia de los 90. La prohibición del partido Frente Islámico de Salvación (FIS) en este país abonó el terreno para el surgimiento, de la mano de veteranos argelinos de la Guerra de Afganistán de finales de los 70, del Grupo Islámico Armado (GIA). Esta organización fue una de las partes contendientes en el conflicto civil argelino de mediados de la última década del pasado siglo, y tuvo que desplazarse al norte de Mali debido a la presión que el Estado, al que combatían, ejerció sobre ella.

La escisión del GIA en 1998 elevó a Hassan Hattab, uno de sus comandantes, a fundador del Grupo Salafista de Predicación y Combate (GSPC), a partir del cual surgiría Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI).

Publicidad

Y en el confuso ecosistema de grupos que integran la red de AQMI se fraguó el liderazgo de Mokhtar Belmokhtar, "El escurridizo", famoso por liderar el secuestro de una planta de gas argelina enfrente de otra escisión de Al-Qaeda, "Los que firman con sangre", y por su indisciplina, según Associated Press. A Belmokhtar se lo ha asociado recurrentemente al contrabando.

La investigadora en la London School of Economics y experta en financiación del terrorismo, Loretta Napoleoni, apunta en su último libro a las prácticas propias del crimen organizado de AQMI y otras organizaciones. Paradójicamente, es la batería de restricciones que impone EE.UU. a partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001 lo que abre una ventana de oportunidad para que los yihadistas accedan a todo tipo de negocios turbios.

La tipificación como delito penal de no alertar a las autoridades monetarias estadounidenses de cualquier transacción en dólares, dentro y fuera del país, sospechosa de estar ligada a fines que contravengan sus leyes, obliga al cártel colombiano de la droga a buscar soluciones imaginativas para eludirla.

Un acuerdo entre los productores de cocaína en Colombia y la mafia calabresa sería la mejor respuesta, al no existir en Europa una legislación análoga a la norteamericana. Pero la experiencia constata los riesgos de un envío directo tras la aprehensión de un cargamento en el puerto Gioia Taura de Calabria en 2003.

Publicidad

África occidental, con Guinea-Bissau como puerta de entrada, deviene la mejor alternativa. La geografía de este país es ideal: territorio llano, un archipiélago de unas 80 islas pobladas de frondosas selvas y 27 pistas de aterrizaje de herencia colonial portuguesa. Las rutas del contrabando transahariano harían el resto.

Mokhtar Belmokhtar: la clave en la lucha entre Estado Islámico y Al-Qaeda en el Sahel. Leer más aquí.

Estas rutas han sido un incentivo económico nada desdeñable para las economías de muchas comunidades del Sahel, y el dinero que generan ha contribuido a corromper a buena parte de los funcionarios de las localidades que atraviesan, apunta Napoleoni.

Así que fue sólo cuestión de tiempo que fueran utilizadas para escabullirse tras el secuestro de algún extranjero o usadas para el tráfico de personas. El terrorismo de raíz yihadista se lleva una buena parte de este pastel.

Y es que el yihadismo se alimenta de la fragmentación comunitaria y de estados que desatienden la seguridad de sus ciudadanos a favor de unas élites extractivas. Ahí donde no hay gobierno, un Belmokhtar se erige como el garante de la seguridad de los que se sometan a su mandato.

Atajar el terrorismo pasa por incidir en las causas estructurales que lo permiten, recuerda Andrew Lebovich, especialista en el Magreb del equipo del ECFR y autor del paper Aires de reforma en Argelia.

"Lo que tenemos en la región son sociedades profundamente atravesadas por la fragmentación. En Túnez, la fractura es entre jóvenes y mayores, parados y empleados, pero también entre religiones y dentro del mismo islam político", añade Hamza Meddeb, investigador visitante de ECFR y del proyecto MENARA liderado por el CIDOB. Esto tiene claras repercusiones en la radicalización de amplios segmentos de la población africana.

Publicidad

Para Meddeb la situación de Egipto resulta ilustrativa. En este país africano, hoy bajo un gobierno resultante de un golpe militar, los Hermanos Musulmanes, ganadores de las primeras elecciones libres de la era postMubarack, están profundamente divididos. Por un lado, están los que buscan una solución negociada con el régimen de al-Sisi y, por el otro, los que defienden la confrontación, que suelen ser más jóvenes.

El caso es que en un mundo globalizado, este tipo de conflictos superan las fronteras nacionales.

Yahia Hamed, ministro de Inversión del gobierno bajo el liderazgo de los Hermanos Musulmanes que encabezó Mohamed Mursi, quien fue derrocado por los militares egipcios, afirmaba tajante a VICE News: "Si Europa sigue apoyando este régimen tiránico pagará el precio en forma de barcos de la muerte que llevarán todos los meses miles de inmigrantes que huirán debido a la falta de futuro".

Una parte de la región del sinaí en ese país está bajo el control de EI, que también está presente en el estado fallido libio.

Hay una creciente preocupación en Europa sobre cómo lidiar con la amenaza terrorista en el Sahel, así como por las cuestiones sociales y económicas en la región que contribuyen a que medre, opina Andrew Lebovich.

Con todo, Lebovich matiza: "Ya en 2006, 2007 o 2008 la Unión Europea sabía muy bien lo que estaba pasando en Mali con la corrupción o en términos de ruptura comunitaria y que permitiría que Al Qaeda ganara terreno". Simplemente, se miró hacia otro lado, y hoy la respuesta militar se ha postulado como una urgencia.

Publicidad

Guerra al terror

La UE se ha situado siempre algunos pasos por detrás de la muy desarrollada política antiterrorista exterior estadounidense. Pero eso es algo que ha cambiado en los últimos años, sobretodo tras ser golpeada dentro de sus propias fronteras.

La Unión no tiene armada una guerra global contra el terror, a lo americano, pero sí tiene una serie de frentes abiertos en localizaciones muy concretas, en Oriente Próximo y Norte de África. El investigador senior del ECFR y autor del paper Las nuevas guerras antiterroristas de Europa, Anthony Dworkin, señala los cambios que han operado en la política securitaria de la UE.

"La política ha cambiado porque los grupos terroristas han cambiado. Hoy estos grupos son un híbrido entre insurgencia y células terroristas, un ejército que controla territorios enteros", sostiene Dworkin. Una afirmación que va en sintonía con la del ministro de Defensa francés, Jean-Yves Le Drian, quien, antes de los atentados referidos, declaraba que "la militarización del terrorismo exige una respuesta militar".

Desde 2013, Francia tiene desplegadas tropas en Mali operando de forma transfronteriza. Y es que en 2012 un rebelión tuareg desencadenó una ofensiva desde el norte de ese país africano que vio florecer a nuevos grupos ligados a AQMI y a la también yihadista Ansar al-Din.

A principios del mismo año se llegó a plantear el escenario de que la capital, Bamako, podía caer en manos de los tuareg. Ese mismo mes Francia entró con todo para parar su avance y recuperar terreno para el gobierno maliense, algo que consiguió.

Publicidad

Pero el problema sólo se diseminó. Francia tuvo que pedir permiso a Burkina Faso, Chad, Mauritania y Níger para defender a Mali en la llamada operación Barkhane. Hasta el momento el gobierno galo ha desplegado 3.500 soldados, cuatro aeronaves y cinco aviones no tripulados para llevar a cabo tareas de inspección, pues ninguno de ellos está armado. Todo esto establece un nuevo paradigma de actuación.

Por ahora, Francia y España han sido los únicos países que han aportado efectivos a combatir las amenazas norteafricanas enumeradas, y el papel de España ha sido mucho menor en relación al del vecino galo. Contribuciones económicas a parte. El ejecutivo español solamente ha aportado una aeronave de transporte militar, utilizada por los franceses en sus respectivas operaciones, y en la misión de paz de la ONU en Mali, MINUSMA.

Las fuerzas armadas españolas también participan de una iniciativa de la UE para ayudar a consolidar al estado maliense y a su ejército. Hasta cuatro operaciones se desarrollan en el país. Además de la francesa, la de la UE y la de la ONU, la Unión Africana también ha desplegado tropas en el territorio. Esta realidad muestra la falta de respuesta conjunta europea.

El Coronel Pedro Baños, experto en geopolítica y conflictos internacionales, recuerda a VICE News una obviedad: la UE no es un único país, sino un conjunto de países con aspiraciones diferentes. "Explicarle a los países del Bálticos el conflicto del Sahel no se entenderá de la misma forma que en el Mediterráneo. Articular una fuerza unificada es muy complejo, pues habría que ver en qué escenario se va utilizar y en beneficio de quién, pues los países europeos somos competidores económicos", recuerda el oficial.

Publicidad

Los atentados de noviembre en París motivaron que Francia se acogiera a la cláusula 42.7 del Tratado de la UE, que insta a sus estados a reaccionar en defensa del solicitante ante un ataque. El titular de defensa galo, Le Drian, pedía "o una colaboración en las intervenciones francesas en Siria y en Irak o una sustitución o un apoyo a Francia en otras operaciones". Podría haber apelado al artículo 222 del Tratado de Funcionamiento de la Unión, pero no lo hizo, pues da un papel preponderante a las instituciones europeas y Francia no estaría dispuesta a someterse a ellas, opinaba el investigador del CIDOB Pol Morillas.

La respuesta no fue muy entusiasta en el segundo supuesto referido por el ministro de defensa francés, que afectaba al Sahel y al Magreb. Aunque aportar efectivos militares no es suficiente.

"En esa parte del mundo no sólo sufren un problema de salafismo yihadista, estamos hablando de reivindicaciones territoriales, económicas y sociales. No se está combatiendo exclusivamente contra Al-Qaeda", plantea Baños, quien considera que es necesaria una aproximación "holística". Algo en lo que la UE no juega con ventaja, precisamente.

"África no es una área en la que la política exterior o la expertise europea esté bien sujeta. Esto está cambiando a medida que el servicio de operación exterior se está implantando en la zona y se ha ido coordinado para ampliar las estrategias y acciones aisladas. Una iniciativa militar, un poco de dinero o una iniciativa policial", apunta Félix Arteaga, investigador en políticas de seguridad y defensa, conflictos armados y asuntos estratégicos del Real Instituto Elcano. Es necesario integrar las iniciativas estratégicas.

Esto incluye la gestión del posconflicto. "Acabada la guerra, la percepción de los malienses sobre el estado cambia radicalmente. Entienden que la premisa de que el estado está para garantizar la protección de las comunidades no es necesariamente cierta", apuntaba Andrew Lebovich. El apoyo militar, por sí solo, no es garantía de nada.

Sigue a Quique Badia en Twitter: [@qbadiamasoni ](http://twitter.com/qbadiamasoni)Sigue a VICE News en español en Twitter: @VICENewsES