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Asistir a la escuela en Venezuela es un riesgo desde que comenzaron las protestas

Los enfrentamientos entre manifestantes y autoridades han provocado que los padres de familia piensen dos veces antes de llevar a sus hijos a la escuela, pues en algunas se han colado los gases lacrimógenos que utilizan para dispersar a los inconformes.
Imagen vía Miguel Gutierrez/EPA
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Mientras las protestas en contra del gobierno de Nicolás Maduro bloquean las calles y avenidas de Venezuela, muchos padres de familia pasan sus tardes haciéndose la misma pregunta: ¿llegarán mis hijos a la escuela mañana?

Ignacio, un ingeniero en telecomunicaciones de 33 años, dijo que todos los días revisa Twitter hasta las 9 o 10 de la noche para decidir si va a poder llevar a su hijo a la escuela al día siguiente.

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El ingeniero, quien pidió que no se publicara su apellido por motivos de seguridad, aseguró que hay veces que su esposa ha tenido que cruzar barricadas para poder recoger a su hijo. Y relató que él ha tenido que salir del trabajo para poder ayudarles a llegar a casa.

Por otro lado, las hijas de Caribay Valenzuela tienen que salir rumbo a la escuela con gafas protectoras y pañuelos para cubrirse la boca, ya que estudian en el barrio de Altamira, en Caracas, donde se han concentrado gran cantidad de manifestaciones.

La madre de 39 años de edad recoge a sus dos hijas de la escuela todos los días para después llevarlas con la abuela de las niñas, ya que en muchas ocasiones el gas lacrimógeno ha llegado a meterse en su propia casa.

Mientras que los papás se entretienen pensando si podrán pasar a recoger a los niños después de clases, los maestros se ven obligados a faltar al trabajo por los tumultos y las manifestaciones que inundan las calles venezolanas.

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Los venezolanos han salido a las calles para protestar por la falta de alimentos y medicinas, y piden que se lleven a cabo elecciones, que se libere a presos políticos y que le regresen la autonomía al congreso.

Estas manifestaciones han provocado enfrentamientos entre asistentes a las marchas, quienes pueden llegar a lanzar rocas y proyectiles; mientras que miembros de la policía han llegado a contestar con balas de hule y gas lacrimógeno.

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Los padres de familia se han visto obligados a intentar explicarle a sus hijos por qué no están en clases, mientras los intentan proteger del intenso discurso político, que cada vez es más común en las conversaciones de los alumnos de primaria.

Aun cuando los niños llegan a las escuelas, éstos siguen estando expuestos dentro de las instalaciones. En mayo, la Guardia Nacional de Venezuela disparó gas lacrimógeno al patio del Instituto Montessori de la ciudad de Barquisimeto, en el noroeste del país, mientras intentaban dispersar una protesta, según reportaron medios locales.

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Cuando un grupo de estudiantes salió del edificio para intentar protegerse del humo, tres de ellos fueron arrestados por la Guardia Nacional, según un reporte. Un miembro de la institución confirmó lo sucedido, pero se negó a dar más detalles sobre los hechos.

Dos escuelas católicas de Caracas, en dos incidentes diferentes que sucedieron en abril, tuvieron que abandonar las instalaciones de los colegios después de que fueron inundados por gas lacrimógeno, según testigos entrevistados por la agencia de noticias Reuters.

El ministro de educación, Elías Jaua, prohibió a las escuelas cancelar las clases a pesar de que los niños corren peligro al asistir a clases, especialmente por los gases lacrimógenos que se lanzan para dispersar a los manifestantes.

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Jaua dio la misma orden a las escuelas privadas, que atienden una cuarta parte de los alumnos que se encuentran en primaria y secundaria. El ministro aseguró que todos los colegios que dejen de dar clases estarán expuestos a sanciones administrativas.

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El ministro de Educación ha multado a 15 escuelas privadas por "permitir, provocar e incitar actos violentos en sus instalaciones al igual que en sus alrededores", lo que ha obligado a estos colegios a permanecer abiertos a pesar de la situación del país.

En un caso diferente, funcionarios del ministerio de Educación amenazaron con cerrar una escuela privada en el estado de Lara, en el centro del país, después de que encontraran que los salones estaban completamente vacíos.

La advertencia fue reiterada una vez que las autoridades comprobaron que los maestros estaban trabajando normalmente, cumplían con sus horarios y mantenían un plan de estudios, aun cuando no había nadie en las aulas.

El resultado de esta decisión del gobierno es que la rutina familiar de llevar a los hijos a la escuela ahora requiere que los padres tengan diferentes rutas de emergencia en su camino, para intentar sortear las protestas que han dejado 75 muertos hasta el momento.

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El gobierno del país ha asegurado que estas manifestaciones son parte de un esfuerzo para destituir al presidente, y han dicho que la constante interrupción del orden público previene que se lleve a cabo el plan que dejó el expresidente Hugo Chávez para invertir en la educación.

Por su parte, el presidente Maduro dijo que las escuelas privadas han cancelado las clases como una manera de apoyar a la oposición. Por tal motivo, el presidente ha ordenado investigar a los dueños de los colegios.

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