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ESPAÑA

Aulas e internet, campo de batalla contra el terrorismo en España

Asociaciones españolas de víctimas del terrorismo utilizan sus testimonios para la luchar contra la radicalización y contrarrestar la narrativa que legitima la violencia para alcanzar unos fines políticos.
Una mujer deposita una ofrenda en el monumento dedicado a las víctimas del 11 de marzo en su décimo aniversario. (Fernando Villar/EPA)
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Un grupo de estudiantes universitarios llega al aula de su facultad en horario lectivo y encuentran una cesta con tarjetas de colores en la entrada. Escogen una por cabeza, sin dar mucha importancia a cual, pues ignoran el objetivo del juego que hoy ha interferido en su rutina académica. Toman asiento y se desvela el secreto: "Que se levanten los que hayan elegido la tarjeta roja", les dice la ponente invitada. Obedecen. "Todos vosotros acabáis de ser asesinados en el atentado", sentencia la misma voz.

Les habla Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo. Su hijo de 20 años viajaba en el tren de El Pozo el 11 de marzo de 2004, cuando el mayor atentado cometido en la historia de Europa segó la vida a casi 200 personas en Madrid. El juego sigue: los que escogieron la tarjeta azul han resultado heridos, y los que escogieron la blanca han tenido la suerte de que, pese a estar en el atentado, no les ha ocurrido nada.

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"Todas las políticas públicas centradas en la contranarrativa terrorista mencionan que los testimonios de las víctimas son fundamentales para frenar los procesos de radicalización", cuenta a VICE News por correo fuentes del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE).

COVITE remite a este medio la transcripción de una ponencia de Javier Lesaca del pasado 21 de octubre de 2015 en el Consejo de Seguridad de la ONU. Lesaca es investigador del Observatorio de Estudios sobre Terrorismo (OIET), una institución creada por este colectivo y la universidad estadounidense George Washington.

En su intervención, el ponente recuerda el asesinato a manos de Estado Islámico (EI) y ante las cámaras del periodista James Foley, un crimen que se enmarca dentro de en un "sofisticado plan de marketing digital en el que las víctimas del terrorismo interpretan el papel de protagonistas de un producto cultural audiovisual".

El investigador lo tiene claro: "Las víctimas del terrorismo son precisamente la clave para romper esta estrategia de comunicación terrorista". Javier Lesaca propone combatir el relato del terror con los testimonios de los que lo padecieron. Esta misma idea inspiró, en 2012, la producción del proyecto Relatos de plomo.

¿Qué lleva a alguien a matar por religión y cómo afrontarlo sin violencia?. Leer más aquí.

Librar la batalla en internet

Cuatro periodistas, a instancias del gobierno de la comunidad autónoma de Navarra, llevaron a cabo una investigación sobre la actividad de la organización terrorista ETA en la región. La iniciativa tomó forma tras unas 60 entrevistas a víctimas de la banda armada. Para algunas de ellas fue la primera vez en décadas que alguien les preguntaba por su historia.

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"Nosotros consideramos la empatía como una forma de tomar concienciación social y de lucha activa ante el terrorismo", comparte con VICE News Natalia Moreno, psicóloga y coordinadora del departamento psicosocial de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT).

La AVT impulsó una campaña parecida a la de COVITE: documentó el testimonio de varias víctimas ante una cámara. El realizador les preguntaba cómo fue el día antes del suceso, qué recuerdan del atentado y cómo fue el día después. Un ejemplo de ello es la cápsula de vídeo que recoge la experiencia de Jose María Pino. Su familia y él mismo sufrieron un atentado de ETA contra la casa cuartel de Zaragoza en 1987. En la acción terrorista fallecieron su madre, su padre y su hermana de 7 años. Jose María y su hermano resultaron heridos.

La historia de Jose María del Pino ante una cámara. Vídeo vía AVT.

La AVT, la asociación de esta índole mayoritaria en España, también ha llevado a cabo iniciativas conjuntas con televisiones públicas para difundir el relato de las víctimas contra la violencia terrorista. En este producto en concreto aparecen testimonios de personas que sufrieron atentados y ataques del Grapo, ETA, las FARC, Tupac Amaru o el yihadismo.

Moreno expone el objetivo de todo ello: "Lo que pretendemos es ese fomento de la concienciación social; erradicar la violencia como un acto que no se puede justificar, independientemente del objetivo que la persona quiera conseguir".

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Más allá de soportes audiovisuales, agrupaciones como COVITE han desarrollado aplicaciones telemáticas como el Mapa del terror, una herramienta que utiliza la tecnología de Google para documentar las historias de más de mil personas asesinadas por ETA y grupos yihadistas. Desde el mismo colectivo se apunta a la necesidad de dar forma, adaptar a las redes sociales y saber difundir los testimonios de las víctimas. El Ministerio del Interior español cifra en unas 10.000 las personas a las que reconoce este estatus.

COVITE explica, en boca de su portavoz, que iniciativas como el Mapa se proponen contrarrestar la "propaganda de la izquierda abertzale", que, a su parecer, "justifica los asesinatos de ETA". Para este colectivo, la aplicación pretende evitar que se "difumine la verdad de la barbarie terrorista que ha padecido España. Contar la historia del terrorismo es necesario para asegurarnos de que nunca más vuelva a repetirse".

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Llevar la discusión a los centros educativos

Pero la pelea por el relato no se libra solamente en la red. Pilar Manjón, con la que abría el artículo, explica el tipo de trabajo que lleva a cabo su asociación en escuelas, institutos y universidades.

"A mi me hacen mucha gracia los niños de los institutos a los que suelo ir el día de la paz que me preguntan: '¿Y tú por qué no quieres matarlos?' Y tienes que dar la explicación de porqué no quieres ser como ellos", recuerda Manjón. La presidenta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo cuenta a este medio que muchas veces debe contextualizar el atentado, pues buena parte de su audiencia sólo conserva recuerdos infantiles de aquel entonces.

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Este ejercicio de memoria también lo llevan a cabo las víctimas de la AVT. Natalia Moreno asegura que el público de los centros educativos tiene en mente los últimos atentados de París y, quizás, los del 11-M, pero recuerda que en España hay documentadas más de 1.300 víctimas mortales en atentados, la mayoría de ETA.

Otra de las herramientas que utiliza la Asociación 11-M es una exposición que ilustra las fases que vive un individuo tras un atentado. Estas etapas están organizadas por colores, y en cada una de ellas hay dispuestos cuadros y poemas que condensan los sentimientos que sienten las víctimas de una acción terrorista, hasta llegar a la última, referida a los derechos fundamentales.

En las escuelas, la muestra artística va acompañada de un cuento. "Desde el dolor se puede llegar a la paz", sostiene Manjón.

Más allá de la difusión

Aunque algunas universidades, más allá de dar cobijo a este tipo de iniciativas de difusión, también ponen su granito de arena para la superación del trauma de los afectados por la violencia terrorista.

Una empresa de este tipo es la que se da en la Universidad Camilo José Cela de Madrid desde 2012. El programa Campus por la Paz que acoge esta institución aplica teorías y prácticas de inteligencia emocional a familiares y a víctimas de todo tipo de terrorismo. Son sesiones que se hacen mensualmente en la universidad y a partir de las cuales se generan estudios para garantizar que el acompañamiento sea más eficiente. Es un proyecto a largo plazo.

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Araceli Cambronero, quien padece un pitido de oídos crónico y estuvo tres años en tratamiento psicológico tras los atentados del 11-M, explica a VICE News el impacto beneficioso del programa.

"Conozco a un crío que con seis años vio cómo mataban a su padre. Si es duro para un mayor… Ni padres, ni hijos saben cómo gestionarlo", declara Cambronero, que recuerda que, después de la acción terrorista, fue despedida por absentismo laboral, su pareja se separó de ella y pasó por un cáncer.

"De todo este potencial, de todo este dolor y de toda esta vivencia puedo hacer algo muy bueno. Lo que estamos encauzando es, de una adversidad muy dolorosa, sacar algo en positivo", destaca esta madrileña de Campus por la Paz.

En todas las asociaciones y con medios parecidos, un objetivo compartido. "Queremos dejar un mundo mejor que el que nos dejó a nosotros el atentado terrorista", concluye Pilar Manjón.

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