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Australia quiere eliminar su superpoblación de carpas con la ayuda de un virus

Las autoridades australianas están desesperadas: desean combatir cuanto antes la plaga de carpas que recorre sus aguas con ayuda de un virus que provoque un determinado tipo de herpes que fulmine a la superpoblación del controvertido pez.
Photo de Shoko Muraguchi
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Los políticos australianos han declarado su particular "Carp-ageddon" a la infame plaga de peces que infesta sus aguas. ¿Qué cómo lo van a hacer? Les van a transmitir un virus: un herpes, nada menos.

El presupuesto nacional de Australia fue publicado este martes y destaca 11 millones de dólares a un nuevo programa destinado a controlar la población de carpas del país. Según ha adelantado ya el viceprimer ministro australiano Barnaby Joyce, esa es la única manera de erradicar al pescado "que vive en las profundidades chupando fango". Joyce forma parte de la fuerza especial del gobierno cuyo objetivo es concentrarse en erradicar la plaga. El ministro de Medioambiente australiano, Greg Hunt, y el responsable de la cartera de Industria,, Ciencia e Innovación, Christopher Pyne, también se han unido al equipo de fumigadores.

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Las carpas están infestando los ríos australianos, especialmente en la cuenca Murray-Darling, una de las zonas más importantes para la agricultura del enorme país del Hemisferio Sur.

"La carpa común se ha convertido en una plaga repulsiva de nuestras aguas y ya representa el 80 por ciento de la biomasa de la cuenca de Murray Darling", ha dicho Pyne.

La especie también es conocida como "carpa europea" y se reproduce de manera diabólica, hasta competir sin problemas con los peces autóctonos. Las carpas están desprovistas de dientes, de manera que su forma de ingesta consiste en la succión. Su boca es capaz de absorber huevos de otros pescados, insectos, mejillones y plancton marino. De tal forma, la succión de la carpa puede perturbar la calidad de el agua hasta el punto de dificultar que los peces autóctonos que están a su alrededor puedan alimentarse y sobrevivir.

La carpa, además, tiene una gran resistencia a la polución del agua, lo cual explica que no sea un pescado del todo deseado en ninguna pescadería y menos aún en los restaurantes. Comoquiera que se alimentan del fondo marino, un fondo que succionan sin descanso, muchos son quienes consideran que se trata de un pescado que sabe a barro.

Científicos miembros de la Commonwealth Scientific and Industrial Organization (CSIRO) han averiguado una manera aparentemente inocua para el medioambiente de deshacerse del fétido pez. Se trataría de liberar el virus del herpes, una modalidad que sería implacable para con la plaga pero que no sería perjudicial o agresiva para el resto de organismos.

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Una vez que el virus del herpes es liberado en el agua, ataca la piel y los riñones del pescado, hasta que este muere. El gobierno espera poder deshacerse de un 90 por ciento de la población de carpas en los próximos 30 años, gracias a su flamante y devastador método.

"De repente, habrá, literalmente, cientos de miles, sino millones de toneladas de carpas muertas flotando en el río Murray", ha comentado Pyne — una perspectiva que exigirá una limpieza exhaustiva de los apestosos cadáveres del pez.

El primer informe sobre la presencia de carpas en aguas australianas del que se tiene noticia fue elaborado en 1907, según informa la web Fishing World. Según cuenta la leyenda, en aquella época individuo le compró una carpa a un pescadero de Sídney. Poco después la introdujo en una reserva. Y lo cierto es que el pescado no se propagó hasta la década de los 60, cuando la llamada carpa de la región australiana de Boolarra fue liberada. Pasó de vivir en una piscifactoría a hacerlo en el río Murray. Las enormes inundaciones que se registraron a principios de la década de los 70, provocaron que la carpa se propagara.

Las carpas también se han convertido en un problema para las aguas estadounidenses, especialmente en la cuenca del río Mississippi. La administración de Estados Unidos ha invertido ya cientos de millones de dólares en combatir la plaga de carpas con toda suerte de métodos, como vallas eléctricas, pistolas de agua sísmicas y trampas olfativas cuyo objetivo es paralizarlas.

Así es cómo la industria del carbón puede acabar con el mayor arrecife de coral del mundo. Leer más aquí.

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