En imágenes: bajamos con la policía al subsuelo de Madrid en plena alerta antiterrorista

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Bajo las aceras de las calles de la capital española se extienden miles de kilómetros de túneles subterráneos, que alcanzan la misma distancia que separa Madrid de Moscú, entre 4.000 y 5.000 kilómetros de galerías permanentemente vigiladas y transitadas por una unidad del Cuerpo Nacional de Policía especializada estrictamente en esta área.

Estas galerías incluyen túneles ferroviarios y de metro, las galerías de servicio por donde se encuentran las conducciones eléctricas, redes de telecomunicaciones o de agua potable y gas, y el área de alcantarillado, por donde circulan las aguas residuales.

Todas las imágenes por Alberto Ojembarrena.

En las dependencias del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) en Moratalaz (Madrid) la unidad cuenta con registros de todos los lugares donde se ha intervenido, desde entidades bancarias a embajadas; así mismo cuentan con mapas detallados de todas las galerías que se extienden bajo los pies de los habitantes de la capital.

Gracias a la planimetría realizada por el policía y delineante Javier Castellano, la unidad cuenta con una serie de planos, que reflejan al milímetro el interior de las galerías subterráneas que se extienden por las profundidades de la capital española.

"Existen tantos kilómetros de túneles bajo Madrid, como por ejemplo bajo el aeropuerto de Adolfo Suárez Madrid-Barajas, que sería necesario un único equipo dedicado íntegramente a vigilar e intervenir en esta zona", explica a VICE News David González, oficial de la Unidad de Subsuelo.

Para ser miembro de este equipo hay que carecer de claustrofobia. Los servicios ordinarios de la Unidad consisten en comprobar que no se hayan realizado incursiones a lo largo de las distintas galerías, que no existan anomalías en el alcantarillado y, de esta forma, garantizar la seguridad de los ciudadanos de la capital y los barrios colindantes.

Al igual que todas las unidades, los servicios extraordinarios de la Unidad de Subsuelo se producen cuando salta la alarma de, por ejemplo, una entidad bancaria y deben de acudir para comprobar si los delincuentes han utilizado la red de conductos subterráneos para acceder o si han dejado pistas que ayuden a esclarecer los hechos. De la misma forma, también intervienen durante eventos a los que acuden personalidades importantes, garantizando la seguridad por debajo de sus pies y evitando actos de terrorismo o sabotaje.

"Recientemente se produjo un intento de asalto a una de las entidades bancarias de la zona. Se trataba de unos antiguos poceros que conocían realmente bien el alcantarillado. Tras detectar la anomalía decidimos esperar a que hiciesen el butrón. En el momento en el que se disponían a entrar, la Unidad les capturó, de esta forma garantizamos la seguridad de la detención y tuvimos pruebas suficientes que posibilitaron la misma", comenta el oficial mientras muestra los planos detallados de dónde se realizó el butrón.

En la última década, la Unidad ha intervenido en nueve butrones realizados desde el subsuelo por "verdaderos profesionales" que conocen las zonas, ya que de otra forma es muy difícil adentrase en ellas sin perderse o sufrir un percance.

Las entidades bancarias y los comercios de compra-venta de artículos de bisutería son los mayores afectados por estas prácticas de delincuencia. En 2011 la Policía realizó 7.619 servicios, de los que 4.588 tuvieron lugar en el entorno de centros oficiales, 1.902 se centraron en la vigilancia de itinerarios y actos oficiales, y 1.159 fueron servicios especiales relacionados con bancos, joyerías y peleterías. En total hay 4.780 kilómetros de galerías y colectores subterráneos, de los cuales 1.530 son visitables y 3.250 son de difícil acceso o no se pueden transitar.

La Unidad de Subsuelo de Madrid es, sin duda, la más importante del país. En ocasiones, distintos integrantes de la misma se desplazan a otras provincias y comunidades autónomas con el fin de trabajar junto a la Unidad local para garantizar la seguridad o para intervenir en investigaciones concretas.

Bajo las profundidades de Madrid corren distintos torrentes de aguas residuales, todos conectados entre sí y con una presión lo suficientemente alta para hacer de algunos callejones realmente peligrosos de acceder. Los grandes colectores fueron construidos hace varios siglos en Madrid y desde entonces han sufrido retoques para que no se vinieran abajo.

Es en los colectores donde la labor policial resulta más difícil. Como siempre prima la seguridad, cuando llueve los agentes no bajan a ellos. Una gran avenida de agua puede arrastrar a los agentes y llevarlos directamente hacia la depuradora. Estos colectores llevan aguas residuales donde se mezclan suciedades y heces. Bajar a estas grandes galerías supone alcanzar en algunas ocasiones hasta 50 metros de profundidad.

Bajo la Plaza de Oriente, junto al enorme Palacio Real de Madrid, circulan a lo largo de varios kilómetros subterráneos, las tuberías del Canal de Isabel II, que transportan el agua con la que se abastece a los habitantes de la región madrileña.

Gigantescas tuberías de agua, muchas de ellas con el óxido aferrado a sus paredes como sanguijuelas; conducciones eléctricas, cables telefónicos y de alta tensión bien revestidos que serpentean por las húmedas paredes son algunos de los elementos inanimados que adornan los 200 kilómetros de galerías municipales y del Canal de Isabel II que agujerean las entrañas de la capital.

Antes de descender hacia una de las galerías, los agentes comprueban gracias a un detector de gases la viabilidad de la atmósfera que abajo se encuentra, por si hubiese riesgo para la salud humana. En caso de que así fuese, la Unidad cuenta con equipos de respiración autónoma — con bombona de oxígeno — para hacer frente a este tipo de incidentes, que pueden poner en peligro sus vidas. Si eso ocurre, en ningún caso pueden permanecer más de 20 minutos bajo tierra y, a veces, hay que abandonar la galería inmediatamente.

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