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En imágenes: agua con arsénico en Bangladesh, 'el mayor envenenamiento masivo de la historia'

Un informe de Human Rights Watch revela cómo el acceso a agua limpia sigue siendo un grave problema para millones de habitantes de Bangladesh, dos décadas después de que sonará la alarma internacional sobre esta cuestión.
Anuwara Begum, sui 60 anni, piange mentre ricorda suo genero, un contadino morto per le conseguenze della contaminazione da arsenico. (Foto di Atish Saha/Human Rights Watch)
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Millones de habitantes de Bangladesh están bebiendo agua mortal que contiene partículas de arsénico. Y esto sigue sucediendo dos décadas después que el problema llamó la atención internacional, según un informe de Human Rights Watch publicado este mes, en el que se alerta que muchas personas en el mundo aún carecen de acceso básico al agua potable.

La crisis del arsénico de Bangladesh, que la Organización Mundial de la Salud ha calificado como "el mayor envenenamiento masivo de una población en la historia", mata a unas 43.000 personas al año. Según una estimación, hasta 5 millones de niños nacidos allí entre 2000 y 2030 morirán a causa de la presencia de arsénico en el suministro de agua.

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Las manos de Selina Akter, una mujer de unos 30 años de edad con problemas de salud relacionados con el arsénico que comenzaron a manifestarse hace 20 años. Mientras que las manchas de la piel han sido consideradas durante mucho tiempo como consecuencia de la exposición crónica al arsénico, la gran mayoría de las personas expuestas no desarrollan lesiones en la piel, pero sin embargo están en alto riesgo de contraer enfermedades mortales como cáncer, enfermedades cardiovasculares y enfermedades pulmonares. (Imagen por Atish Saha/Human Rights Watch)

El arsénico es un sedimento tóxico que se encuentra naturalmente en el suelo de grandes áreas de Bangladesh y otros países del sudeste asiático. En grandes ciudades como Dhaka, el agua se extrae de las profundidades o es purificada. Sin embargo, en muchas regiones rurales, los residentes dependen de pozos entubados muy poco profundos — se estima que hay unos 10 millones de este tipo de pozos en país —, los cuales son generalmente bombeados a mano para obtener el agua potencialmente contaminada para su uso.

Richard Pearshouse, investigador de Human Rights Watch y autor del informe, expresó que el gobierno de Bangladesh no está dando siquiera los más "obvios y básicos pasos" para eliminar el arsénico del agua potable que 20 millones de habitantes de Bangladesh — en su mayoría pobres y de áreas rurales — consumen día a día.

"El gobierno actúa como si el problema estuviera prácticamente resuelto, pero a menos que el gobierno y los donantes internacionales de ayuda reaccionen, millones de habitantes morirán a causa de enfermedades que podrían prevenirse relacionadas con el arsénico", aseguró Pearshouse.

Jhohora Akhtar, de 30 años, extrae agua de un pozo de agua familiar contaminado con arsénico. Su madre, Jahanara Begum, murió por problemas de salud relacionados con el arsénico. Su padre sufre de diabetes, enfermedad asociada con la exposición crónica al arsénico. Su hermano Ruhul Amin también padece problemas de salud relacionados con el arsénico. (Imagen por Atish Saha/Human Rights Watch)

Un pozo estatal roto y sin utilizar en un patio de un colegio. (Imagen por Atish Saha/Human Rights Watch)

El informe de Human Rights Watch se basó en 134 entrevistas realizadas a lo largo de cinco aldeas en Bangladesh. Se reunió el testimonio de personas sospechadas de estar afectadas por la contaminación del arsénico, de cuidadores de pozos estatales, de funcionarios gubernamentales y de ONGs.

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Una conferencia internacional ocurrida en 1995 provocó la alarma internacional al denunciar la presencia de arsénico en las aguas subterráneas de Bangladesh, y durante la siguiente década se analizaron unos 5 millones de pozos en todo el país. Las pruebas concluyeron que el 20 por ciento de los pozos del país — los cuales proporcionan agua a 20 millones de personas — están contaminados con peligrosos niveles de arsénico.

Abdul Joynal Howlader, de 70 años, ha padecido problemas de salud relacionados con el arsénico durante las últimas 2 décadas. (Imagen por Atish Saha/Human Rights Watch)

Actualmente, con unas cifras aproximadamente similares, Human Rights Watch responsabiliza "al nepotismo y el abandono". El gobierno de Bangladesh ha construido pozos nuevos, más profundos, pero no siempre los ha instalado donde más se necesitan. De los 125.000 pozos realizados por el gobierno de Bangladesh entre 2006 y 2012, a penas poco más de un tercio fueron a parar a zonas donde menos de la mitad del agua es segura. Uno de cada 10 pozos fueron instalados en lugares donde el suministro de agua potable está totalmente cubierto.

"Bangladesh no debe permitir que los políticos federales y locales desvíen estos bienes públicos de salvamento a sus partidarios y aliados", expresó Pearshouse. "Los pozos públicos contaminados deben ser sustituidos o rehabilitados con urgencia antes de que la gente pierda la poca fe que le queda en el compromiso del gobierno de brindar agua segura".

Un pozo del gobierno instalado dentro de una casa privada. (Imagen por Richard Pearshouse/Human Rights Watch)

Khaddro, un agricultor de unos 30 años que vive en el pueblo de Raipur, sospecha que su fragil estado de salud tiene vinculación con el arsénico. Denunció a Human Rights Watch que muchos pozos estatales han sido instalados dentro de casas particulares.

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"Los propietarios de las casas sobornan a los funcionarios del gobierno o utilizan sus conexiones políticas. Muchos de ellos ni siquiera sabemos donde están", afirmó. "Me pongo furioso de solo pensarlo".

Khobar, quien tiene lesiones cutáneas relacionadas con el arsénico en el pecho y los pies, es un agricultor de menos de 40 años y vive en el pueblo de Bil Mamudpur. Según contó a la organización, la zona no tiene fuentes de agua instaladas por el gobierno.

"¡Mira a mis hijos! Aunque les demos de comer lo mejor que podamos y cuidemos de ellos, caerán enfermos por el arsénico en el agua", sentenció.

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