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Bayer acaba de comprar Monsanto y esto es por lo que nos tendríamos que preocupar

Bayer, la mayor productora de mundial de pesticidas y Monsanto, la empresa líder en la producción de semillas genéticamente modificadas, se acaban de fusionar, y han dejado el mercado de ambos productos al borde del monopolio.
Imagen vía Frank Naimuang/Pexels

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Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard.

Una compañía gigantesca acaba de absorber a otra compañía gigantesca. Claro que si no eres ni inversor ni agricultor, lo mismo ni te hayas enterado. Bayer — la compañía de la aspirina que también produce productos agrícolas como pesticidas — anunció la semana pasada que iba a fusionarse con Monsanto, la gran corporación que se dedica a producir las controvertidas semillas genéticamente modificadas, y que controla una tercera parte del no menos gigantesco mercado de semillas estadounidense.

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La fusión está valorada en 66.000 millones de dólares y es la mayor de todo el año. Su resultado significa que a partir de ahora Bayer controla una cuarta parte de todos los pesticidas y de todas las semillas que se producen en todo el planeta, según ha informado la BBC.

Claro que hay algo todavía más inquietante que eso, y es que esta ha sido la enésima de un interminable listado de fusiones entre corporaciones agrícolas en lo que va de año. Y eso, a su vez, significa que las alternativas de abastecimiento de los campesinos se están encogiendo de manera imparable: el mercado de semillas, pesticidas y fertilizantes es cada vez más estrecho.

Si todo ello te suena vagamente amenazador pero no sabes por qué, probablemente sea porque a partir de ahora existirá la posibilidad de que los nuevos gigantes incrementen su presión sobre las granjas y agricultores. O sea, de que aumenten los precios de la comida y, de paso, que hasta amenazan la seguridad de la comida.

"El mercado de los mayores proveedores de pesticidas y de semillas ha pasado de tener 6 jugadores — ChemChina, Syngenta, DuPont, Bayer y Monsanto — a quedar reducido a solo 3", explica John Colley, profesor de la escuela de Negocios Warwick, en el Reino Unido. Colley es investigador y está especializado en las grandes adquisiciones. "Cada vez hay menos compañías contra las que competir. Así que ahora tienen una oportunidad inmejorable de subir los precios".

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¿Qué pasaría si Bayer compra Monsanto? Leer más aquí.

Colley ha explicado que estas fusiones son, en gran medida, el resultado de la caída de los precios de las cosecha. Hemos cosechado industriales cantidades de maíz y de soja para satisfacer la demanda. Y eso ha provocado que los precios hayan bajado; lo que, a su vez, ha obligado a los agricultores a estrecharse el cinturón y a gastar menos en productos como pesticidas y fertilizantes.

La reacción en cadena ha provocado que las grandes corporaciones existentes hasta la fecha hayan tenido más dificultades para saldar sus deudas. Y eso ha disparado la vocación entre ellas de fusionarse. La fusión permite a las corporaciones ocupar un mayor porcentaje del mercado y hasta subir los precios para reducir la velocidad de venta, incluso para los consumidores.

'Se están produciendo una serie de transformaciones muy importantes'.

Cuando una parte tan sustancial del mercado está en manos de un puñado de compañías se expone, potencialmente, a ser menos estable. En algunas áreas, de hecho, un movimiento así puede reducir aún más el número de compañías — hasta dejarlas reducida a solo una o dos. Si la empresa padece una huelga, por ejemplo, y hay un recorte de los suministros, eso podría amenazar la capacidad de los granjeros de acceder a los productos que necesitan.

"A veces los oligopolios, de una manera o de otra, controlan la situación de manera deliberada para intentar mejorar los precios", cuenta Colley. "Me parece que es un miedo muy razonable".

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Las dos corporaciones fusionadas tienen un poder económico colosal y repartido en un puñado de entidades con unas agendas políticas e ideológicas bastante definidas. De tal manera la fusión multiplica su capacidad de presión empresarial y política. Sin embargo, para Brooke Dobni, un profesor de estrategia empresarial en la Universidad de Saskatchewan no todo es tan tenebroso ni perturbador.

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Al menos, a día de hoy existen ciertas regulaciones gubernamentales destinadas a impedir los monopolios abusivos, y que pueden evitar que determinados negocios no supongan una amenaza para el mercado. De manera que se supone que ahora existirán tanto en Europa como en Estados Unidos reguladores que observen con lupa el comportamiento de las dos corporaciones fusionadas —. El escrutinio es tal que hasta tendrán que ofrecer su autorización para que el acuerdo sea oficial.

Existe igualmente una posibilidad de que la fusión aporte algo más de estabilidad a la industria, y que permita que ambas corporaciones puedan reducir los costes. Pero que lo hagan no para incrementar los precios, sino para aumentar sus ahorros. Pese a todo, todavía es temprano para saber qué rumbo tomarán ahora los dos gigantes. Dobni considera que los consumidores deberían de tener los ojos bien abiertos.

"Estamos atravesando un momento de transición en la agricultura", relata por teléfono el economista. "Hemos atravesado varias recesiones a nivel global, pero yo no creo que la recuperación se vaya a producir tan pronto como la gente se piensa. Todos los que están sentados en las grandes habitaciones de las juntas directivas tomando esas decisiones lo ven y lo saben. Así que se aproximan algunas transformaciones fundamentales".

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