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COLOMBIA

Boliviana mona, la nueva y resistente hoja de coca que inunda el sur de Colombia

Es muy resistente al glifosato y produce mil toneladas de hoja por hectárea al año. VICE News ha viajado a la selva del Guaviare para conocer esta nueva planta que sostiene a cientos de familias y es un obstáculo para la política antidrogas del país.
Un campesino recolecta hojas de la variedad boliviana mona. (Imagen por Mario Zamudio/VICE News)
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En el cielo de Charrias de Boquerón, un pueblo selvático a 450 kilómetros de Bogotá, se ven y se escuchan aviones llenos de glifosato. A diario sobrevuelan las fincas de miles de campesinos buscando cultivos de hoja de coca para esparcir el químico. A su paso, destruyen hectáreas de frutas y verduras. Pero la planta de coca sigue en pie.

"Ahí está la coca, no le ha pasado nada", cuenta a VICE News uno de los campesinos dueños del cultivo. Al lado, el pasto está negro y quemado, pero el cultivo parece intacto.

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Se trata de la boliviana mona. Desde el año 2014, casi todos los campesinos cocaleros de la región han empezado a sembrar esta variedad en sus territorios. "Hay casi 10 mil familias que viven del cultivo de hoja de coca en el Guaviare", sostiene a VICE News el ex alcalde de San José del Guaviare, Pedro Arenas.

Aunque en principio, el uso del glifosato fue prohibido por el gobierno colombiano en mayo de 2015, campesinos del Guaviare confirmaron a VICE News que su uso y el de otros productos químicos no ha cesado para acabar con los cultivos de coca.

La boliviana mona es más resistente al glifosato que cualquiera que se haya sembrado en suelo colombiano antes. (Imagen por Mario Zamudio/VICE News)

Es una planta pequeña, de hojas verdes y amarillas y de semillas rojas. Según el último monitoreo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga (UNODC por sus siglas en inglés) a los cultivos de coca en Colombia, existen en el Guaviare 5.658 hectáreas de coca, casi mil más que el año pasado lo que representa un incremento del 19,74 por ciento. Muchas de estas casi seis mil hectáreas sembradas en el Guaviare son de boliviana mona.

El incremento de hectáreas cultivadas ha disparado las alarmas tanto en las Naciones Unidas como en el gobierno colombiano. Incluso, Bo Mathiasen, representante en Colombia de la UNODC dijo en julio de 2015 que el país sudamericano estaba a punto de convertirse de nuevo en el primer productor de hoja de coca del mundo puesto que el incremento de cultivos a nivel nacional fue del 44 por ciento.

Perú, por ahora, es el país con más hectáreas de coca sembradas en el planeta.

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Documental, Coca y fe en el Amazonas. Ver aquí:

Una vez tienen la hoja de coca, los campesinos la pican para iniciar el proceso de convertirla en pasta base de coca. (Imagen por Mario Zamudio/VICE News)

Para el sociólogo colombiano Ricardo Vargas Meza, experto en el estudio de cultivos ilícitos en Colombia, no es nuevo que existan variedades de hoja de coca más resistentes que las anteriores. "Los campesinos buscan mejorar las variedades de hoja de coca, buscando cocas más resistentes, más rendidoras y eso ha sido de muchos años", comenta y señala que incluso han llegado a lograr injertos de hoja.

Además, afirma que la política antidrogas, como está concebida por el gobierno colombiano es errónea. "Es una soberana tontería lo que se hace: medir con satélites y con aerofotografías las áreas de cultivos no es el problema. De lo que realmente se trata es de establecer el potencial productivo y entonces la controversia frente al número de hectáreas pierde sentido cada vez más", dice.

La policía antinarcóticos de Colombia, por su parte, no tiene en sus registros información sobre la boliviana mona, aunque sí conoce de la presencia en este país de la boliviana Negra, Blanca y Roja.

Para el gobierno colombiano esto es un laboratorio de droga. Para los campesinos, palos y plástico donde pican la hoja. (Imagen por Mario Zamudio/VICE News)

Todas éstas pertenecen a la familia Erythroxylum coca variedad ipuda. En el país de Evo Morales la conocen como la "coca amazónica" y la definen como adaptada a condiciones tropicales más cálidas y suelos muy ácidos ya en época preincaica. Parece perfecta para el suelo selvático del Guaviare.

Una vez que la boliviana mona da cosecha, cientos de raspachines van de finca en finca sacando las hojas del árbol. Ganan algo más de un euro por cada 12 kilos de coca que recogen, las empacan en bolsas para medirlas en lo que las autoridades colombianas han denominado "laboratorios de droga", pero que no son más que improvisadas casas de palo y plástico donde fabrican la pasta base.

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Tras un proceso que incluye químicos, gasolina, picar la hoja de coca y dejarla secar durante horas, los campesinos obtienen la pasta base. Este es el elemento fundamental del clorhidrato de cocaína; señores de la guerra que todos en el pueblo ven pero que nadie conoce, pasan para comprar la pasta y se van.

Con estas rocas blancas y pequeñas, los campesinos van al mercado del pueblo y pueden pagar por alimentos y bebidas, pueden dar limosnas en las iglesias y hasta pagan por sexo en los burdeles. En Charrias de Boquerón la moneda es la coca.

En el mercado estas rocas de pasta base sirven a los campesinos para obtener comida, licor y víveres para sus casas. (Imagen por Mario Zamudio/VICE News)

"Mire las carreteras, por aquí no se puede salir. Cuesta más sacar los productos al pueblo más cercano que lo que valen en el mercado", dice desde su finca Juan, un colono que llegó hace años al Guaviare y que ha cultivado coca durante décadas. Es verdad que llegar a sus terrenos significa horas de carreteras llenas de agua y lodo.

El preso que fabricaba coca y hacía tours para turistas en una cárcel boliviana. Leer más aquí.

Por eso el sociólogo Vargas señala que "la principal lucha debe ser contra las condiciones de pobreza y de atraso de esas regiones, porque se cree que el problema es la coca y ese no es el problema. Las carreteras, las infraestructuras para los campesinos, las posibilidades de acceso al crédito, qué tipo de instituciones están acompañando a los campesinos, cuál es el estado de la educación y la salud de esas zonas".

El gobierno colombiano está a punto de lograr un acuerdo de paz con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Los dos primeros puntos que negociaron en La Habana fueron justamente la sustitución de los cultivos ilícitos y "el pago de la deuda histórica con el campo", como ha afirmado el presidente Juan Manuel Santos en varias ocasiones.

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Un campesino lleva en su caballo decenas de kilos de hoja de coca en las carreteras del sur de Colombia. Ellos le quitan todas las hojas a la boliviana mona para que los dueños de las fincas puedan convertir la hoja en pasta base. (Imagen por Mario Zamudio/VICE News)

Es probable que una de las medidas de justicia restaurativa que deban acatar los guerrilleros sea que ellos mismos erradiquen los cultivos ilícitos en sus zonas de influencia — el Guaviare es una de ellas — y que de esta forma contribuyan al fin del fenómeno del narcotráfico, uno de los mayores motores de la guerra en Colombia.

El gobierno se ha comprometido, al menos en lo que se conoce del acuerdo sobre reforma agraria, a volcar sus ojos hacia el campo. A generar las condiciones para que las 10 mil familias que hoy cultivan coca para comprar comida tenga una forma diferente de ganarse la vida.

Sigue a Mario Zamudio en Twitter: @mariozetap

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