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Brasil abre el juicio político a la presidenta Dilma Rousseff

El proceso podría tardar meses, incluso aunque sea respaldado por el Congreso. Algunos analistas dicen que el bajo índice de aprobación de la gestión de la presidenta Rousseff pueden persuadirla para saltar del barco antes de ser empujada.
Imagen por Fernando Bizerra Jr/EPA
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El final de la presidencia de Dilma Rousseff puede estar muy cerca tras la autorización para el impeachment — o juicio político — que autorizó el miércoles el presidente de la Cámara de Diputados de Brasil.

La decisión de Eduardo Cunha marca un primer paso para un proceso que, aunque apoyado por el Congreso, podría tardar meses, aunque algunos analistas sugieren que la presidenta puede sentirse obligada a dimitir antes de que finalice.

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Cunha aceptó una de las varias solicitudes para iniciar el juicio político que había recibido en su oficina durante semanas. Las solicitudes fueron congeladas en medio de negociación en la que Cunha se comprometió a proteger a la presidenta si su presidencia de la Cámara no estaba amenazada por las acusaciones de corrupción en su contra.

La moción finalmente aceptada por él este miércoles fue presentada en nombre de una coalición de partidos de la oposición y por un grupo de prominentes abogados, incluyendo a Hélio Bicudo, quien fundó y luego abandonó Partido de los Trabajadores de izquierda de la propia Rousseff, el PT.

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Se basa en acusaciones sobre Rousseff, quién habría autorizado cuestionables maniobras fiscales en relación a las cuentas del país, incluyendo "créditos ocultos" — prestados por parte de los bancos públicos para cubrir el déficit presupuestario — realizados a la sombra, y cuya devolución fue deliberadamente retrasada.

El Tribunal Superior de Justicia de Brasil expresó en que el Congreso debe rechazar las cuentas del gobierno de 2014 sobre tales maniobras y, según dijo, fueron utilizadas para mantener el gasto social antes de las elecciones presidenciales en las que Rousseff ganó por muy poco margen la reelección. Si la práctica constituye un delito que justifique el impeachment es lo que se encuentra en el centro del debate de juicio político.

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Aécio Neves, el principal líder opositor y a quien Rousseff derrotó en las elecciones del año pasado, publicó en Twitter que él apoyó la propuesta. "Todo el mundo en Brasil tiene que obedecer la ley, en particular la presidenta", escribió.

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Rousseff se presentó en la televisión nacional la noche del miércoles para expresar que estaba "indignada" tras enterarse de la noticia, pero que ha mantenido "la calma".

"Las razones que hay detrás de este movimiento son incoherentes e infundadas", dijo Rousseff. ""No existe ningún acto ilícito practicado por mí. No sobrevuela sobre mí ninguna sospecha de desvío de dinero público, no poseo cuentas en el exterior, no oculté del conocimiento público la existencia de bienes personales. Nunca coaccioné o intenté coaccionar instituciones o personas en busca de satisfacer mis intereses".

En sus palabras puede leerse una insinuación que hace referencia a las acusaciones hechas contra Cunha, quien presuntamente cobró dinero de sobornos en cuentas suizas en un esquema de grandes sobornos por parte de la petrolera estatal brasileña Petrobras que ha tenido al país tanto política como económicamente de rodillas.

Un comité de ética parlamentaria está actualmente deliberando si recomendará a los legisladores votar la expulsión de Cunha como presidente de la Cámara. El debate, sin embargo, había quedado en suspenso porque estaba en sus manos la decisión sobre si se debe iniciar el proceso de juicio político contra Rousseff.

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Cuando ayer miércoles circuló la noticia de que los miembros del comité pertenecientes al PT, el partido de Rousseff, iban a votar recomendando la destitución de Cunha de la presidencia de la Cámara, algo se rompió.

"Rousseff considera [al impeachment] una jugada de Cunha. Él está muy molesto por la decisión del comité de ética", dice David Fleischer, de la Universidad de Brasilia, a VICE News.

Sin embargo, el politólogo agrega también que Cunha es un "político muy pragmático", y que probablemente tenía una estrategia planeada.

"Cunha también puede tener información privilegiada sobre si la Corte Suprema tiene la intención de expulsarlo como presidente de la cámara baja del Congreso, o de que la Operación Lava Jato ["lavado de autos", el escándalo de Petrobras] tenía más testimonios de acuerdo con el fiscal en su contra", explica.

Carlos Pereira, del think tank Fundación Getulio Vargas, opina que Cunha ha estado bajo una enorme presión de la oposición para iniciar el impechment, pero ahora se ha tornado un "altavoz muerto" tras esperar demasiado tiempo para hacer su movimiento.

"Es un juego interconectado de supervivencia política individual, y sólo hay dos escenarios: o bien ambos sobreviven, o bien ambos mueren", piensa Pereira de Cunha y Rousseff.

Tanto Pereira como Fleischer coinciden en que Cunha, quien también es diputado, pronto dimitirá — quizás tan pronto como la próxima semana. Si renuncia como orador y las acusaciones caen, él podrá seguir siendo diputado y evitará una suspensión de ocho años para ejercer cargos electivos.

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Fleischer piensa que Cunha probablemente se alineó con alguna otra persona de su partido, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), para presidir la Cámara de Diputados y garantizar que el proceso de destitución de contra Rousseff siga adelante. El PMDB es miembro de la coalición de gobierno formada por la presidenta, a pesar de que se ha distanciado del gobierno en los últimos meses.

Ahora que Cunha ha dado luz verde a la solicitud de juicio político, se creará un comité conformado por todos los partidos para analizar los méritos. Siendo Cunha quien realizará la selección de los miembros del comité, es probable que el proceso continúe ya que la votación necesitará una mayoría de dos tercios para seguir adelante.

Al igual que el ex presidente Fernando Collor de Melo — que se enfrentó a acusaciones de corrupción en 1992, pero renunció antes de que pudiera completarse el juicio político — Rousseff puede decidir saltar del barco antes de ser empujada.

La presidenta aún puede ser capaz de reunir algún apoyo de movimientos sociales y sindicatos asociados a su partido, pero el índice de aprobación de su persona está languideciendo en un solo dígito, debido en gran medida al escándalo de Petrobras, al mismo tiempo que la recesión económica del país parece poner el escenario cada vez más difícil para ella.

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"Con una economía que empeorará en el cuarto trimestre de este año y la primera mitad del próximo año por lo menos, la gente no será capaz de soportarlo más. Habrá enormes protestas públicas", predice Fleischer.

"La presión pública para el impeachment puede hacer que el PT tire de la alfombra y presione a Rousseff para que renuncie, tal vez fingiendo enfermedad, antes que el daño sea demasiado grande para el partido", añade. "Si ella no se va, el PT podría desaparecer en las urnas".

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