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Brasil amanece con su presidenta cada vez más cerca de la destitución

Ayer por la noche, se juntaron los 342 votos que el Congreso necesitaba para avanzar en el juicio político contra la mandataria Dilma Rousseff. Ahora toca el turno del Senado, pero ya parece inevitable el despido de la presidenta.
Imagen por Mario Tama/Getty Images
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Dilma Rousseff inicia esta semana un paso más cerca de la salida de la presidencia de Brasil.

Ayer por la noche, después de una sesión legislativa que duró más de 43 horas, se juntaron los 342 votos que la Cámara baja necesitaba para avanzar en el proceso de destitución presidencial.

La votación fue una muestra del folclor político y de la polarización del país que en 16 semanas será anfitrión de los Juegos Olímpicos: gritos, insultos y hasta cantos y rezos de los diputados fueron vistos por televisión, en vivo, por millones de brasileños que siguieron en sus casas y en las calles la caída de una mandataria que apenas hace 15 meses había ganado en las urnas su reelección para gobernar hasta 2018.

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De poco sirvió que la propia Rousseff negociara cara a cara con diputados indecisos y que el expresidente Lula da Silva usara sus mejores recursos para intentar salvar a su sucesora, acusada de usar dinero de bancos públicos para maquillar el déficit fiscal del país: la Congreso ha herido de gravedad la figura política de la jefa de Estado.

Dilma Rousseff es la presidenta menos querida de América Latina, afirma una encuesta. Leer más aquí.

Y aunque la presidenta ha dicho públicamente que prefiere que la echen del Palacio de la Meseta a renunciar, todo parece indicar que es cuestión de tiempo para que la líder del Partido de los Trabajadores salga del puesto y entre a la lista negra de mandatarios destituidos de América Latina, junto con el guatemalteco Otto Pérez y el paraguayo Fernando Lugo, entre otros.

Con el voto en contra de la Cámara Baja, ahora toca el turno al Senado para aprobar o desechar el juicio político. Esa votación se espera a principios de mayo, aunque la prensa local ya adelanta el resultado: las posibilidades de que la presidencia de Rousseff sobreviva a esa sesión son prácticamente nulas.

En ese probable escenario, la presidenta de Brasil será obligada a abandonar su cargo temporalmente por 180 días, ceder la silla al vicepresidente Michel Temer — un viejo aliado político que ahora se ha vuelto su enemigo — y esperar a que el Senado la investigue durante seis meses y concluya sus pesquisas.

Si dos terceras partes de los senadores encuentran inocente a Dilma Rousseff, ella podrá volver a liderar el país, aunque lo haría con un capital político demasiado erosionado como para gobenar con el rumbo que ella quisiera.

Pero si la encuentran culpable, Dilma Rousseff será expulsada definitivamente de la presidencia de Brasil y saldrá por la puerta trasera de la historia.

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