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VICE World News

Este vídeo de los 'cazadores' búlgaros de migrantes ha indignado a grupos defensores de DDHH

El primer ministro búlgaro y el responsable de la policía fronteriza han galardonado y agradecido a grupos de "justicieros" que se dedican a interceptar y a amordazar a migrantes en la frontera de su país, pese a ser una práctica ilegal.
Screen grab da un video postato su Facebook
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La publicación de otro vídeo amateur en el que se ve a un grupo de "justicieros" búlgaros interceptando violentamente a un grupo de migrantes ha desatado el clamor entre los activistas pro Derechos Humanos. Estos han denunciado que el gobierno búlgaro está alentando a sus ciudadanos a tomarse la justicia por su mano y a incitar a la violencia contra los migrantes.

Un vídeo aparecido en Facebook muestra a una de las patrullas ciudadanas búlgaras chapurreando cuatro palabras en inglés: "Bulgaria no. Turquía inmediatamente". Los migrantes aparecen con las manos atadas por detrás de la espalda, tendidos boca abajo, y asustados y confundidos.

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Ninguno de los vigilantes responsables del "arresto ciudadano" — una figura legal que contempla la ley búlgara — muestra su rostro en el vídeo. Lo que sí se observa es que todos van vestidos con ropa y utensilios de camuflaje y se distingue, incluso, que uno de ellos, lleva un machete atado.

Lo cierto es que no es el primer vídeo de esta naturaleza que ha trascendido en el país del este. El año pasado un individuo llamado Dinko Valev saltó a la fama después de que un canal de televisión búlgaro emitiera un programa en el que se reverenciaba a este chatarrero que se dedica a vender partes de automóviles, como a un "superhéroe" por "salir en su moto quad e interceptar a los migrantes que intentaban cruzar la frontera de su país".

En uno de los vídeos, que fue filmado con un teléfono móvil, se escucha a Valev profiriendo insultos a un grupo de migrantes que están tumbados boca abajo. Valev les dice entonces a sus compañeros de emboscada que los migrantes "han llegado de Siria para matarnos como a perros".

Si bien el comportamiento de estos "justicieros" levantaría poderosas sospechas en cualquier país civilizado, lo cierto es que las acciones de estos comandos ya han sido elogiadas por las autoridades búlgaras con anterioridad. El primer ministro Boiko Borisov, un exguardaespaldas, nada menos, les agradeció personalmente su "ayuda" por monitorizar la frontera, según se informó este domingo.

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Sin embargo, después de la lluvia de críticas que le han caído de los grupos de activistas pro Derechos Humanos y de los medios de comunicación, Borisov ha dado un giro de 90 grados a su discurso. El líder escribió en Facebook ayer que los derechos de los migrantes "no deberían de ser abusados" y que "cualquier actitud ilegal o inhumana, no solo no será tolerada sino que será perseguida por la justicia".

A última hora de ayer la policía detuvo a un ciudadano búlgaro acusado de haber filmado el vídeo. Desde la oficina del fiscal se ha informado que se ha abierto una investigación para esclarecer el incidente.

Aún así, lo cierto es que la semana pasada los miembros de un grupo ultranacionalista llamada Organización para la Protección del Ciudadano, recibieron personalmente un galardón de manos del inspector jefe de la policía de fronteras, Antonio Angelov, por haber detenido a 23 migrantes.

Europa quiere reescribir la normativa migratoria y redoblar los controles fronterizos. Leer más aquí.

"Las autoridades se están encargando de recluir a estos grupos, que no son más que bandidos", ha proclamado Margarita Ilieva, directora del programa de defensa legal para el Comité de Helsinki por los Derechos Humanos en Bulgaria. "Las acciones de estos grupos constituyen una violación de la ley criminal búlgara y de todas las leyes internacionales conocidas sobre Derechos Humanos… Y sin embargo, te encuentras con que el director de la policía y el primer ministro del país les galardonan y les agradecen su comportamiento".

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El Comité de Helsinki ha hecho un llamamiento para que justicieros como Valev sean perseguidos por la justicia. Además, también ha escrito cartas abiertas en las que exige al Fiscal General que investigue a varios miembros de la cúpula directiva del país, incluido su primer ministro, por incitar a la violencia racista.

Sin embargo, una encuesta reciente auspiciada por la televisión nacional búlgara, ha concluido que el 84 por ciento de los encuestados está a favor de los grupos de justicieros. Es más, considera que deberían de ser reconocidos oficialmente como una fuerza del orden más.

Algunos miembros del ejecutivo, como el ministro del Interior y como el primer ministro desde ayer, han reculado en su apoyo inicial a los justicieros. Parece evidente que ambos han reaccionado políticamente a la denuncia de las organizaciones humanitarias, quienes han señalado a las autoridades búlgaras por estar explotando la crisis de migrantes de manera deliberada.

"A lo largo de los tres últimos años los miembros de la cúpula de la administración han difundido toda suerte de proclamas propagandística con el único propósito de instalar el miedo a los refugiados entre la población. Su discurso está basado en la amenaza y el peligro", ha contado Ileva. "De hecho, el número de migrantes con los que ha debido enfrentarse el ejecutivo búlgaro es bajo. Sin embargo la clase política se está aprovechando de la situación para desviar la atención. Antes de que su comportamiento negligente e ignorante sea denunciado, los miembros de la cúpula han demonizado a los migrantes, a quienes han convertido en su enemigo común".

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Imágenes publicadas por la Organización para la Protección de los Ciudadanos, la organización premiada la semana pasada por el jefe de policía de Bulgaria.

El informe anual llamado "Naciones en tránsito" publicado este martes por la organización Freedom House advierte que la creciente xenofobia y el discurso nacionalista de gran parte de la clase política centroeuropea, un discurso que está creciendo peligrosamente en países como Hungría, Eslovaquia, y Polonia "debería de servir como una inquietante advertencia", sobre la dirección que está tomando Europa.

Si bien el número de migrantes que entra en Bulgaria se ha doblado en los últimos 15 días, coincidiendo con el cierre de las fronteras de Macedonia, lo cierto es que los números de migrantes que llegan al país del este siguen siendo bajos. Durante la primera semana de abril solo se registraron 314 llegadas, mientras que la última semana de marzo fueron solo 153.

En un intento por detener la llegada de la migración ilegal, Bulgaria ha levantado una alambrada en su frontera con Turquía de 5 metros de alto y de 80 kilómetros de largo. Sin embargo alrededor de 150 kilómetros siguen en construcción. La semana pasada el gobierno informó que destacaría a 300 nuevos efectivos para proteger las fronteras con Turquía y Serbia.

Mientras tanto, las tensiones siguen escalando en la vecina Grecia, donde más de 53.000 migrantes siguen varados después de que Macedonia decidiera cerrar su frontera en marzo y sellar así definitivamente la llamada "Ruta de los Balcanes", el camino que siguieron el año pasado cientos de miles de migrantes para alcanzar la Europa occidental.

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La violencia estalló cerca del campamento de refugiados improvisado de Idomeni, en Grecia, junto a la frontera de Macedonia. El domingo cientos de migrantes intentaron traspasar una alambrada de espino para abandonar Grecia, lo que provocó la reacción de la policía fronteriza. Las fuerzas de seguridad arrojaron gases lacrimógenos y balas de goma contra la multitud, plagada de niños. Más de 11.000 personas permanecen acampadas en la zona griega de la frontera.

Las protestas se han convertido en un problema permanente en los centros de detención instalados en las islas griegas, adonde se está dirigiendo a los migrantes tras el acuerdo de deportación suscrito por la Unión Europea y el régimen de Ankara hace apenas 10 días.

El acuerdo, que ha sido fuertemente criticado por las organizaciones de Derechos Humanos, prevé deportar a miles de migrantes rumbo a Turquía, aunque, supuestamente, aquellos que reciban asilo político deberían de poder quedarse en Grecia. Sin embargo, las autoridades griegas están cortas de personal a la hora de tramitar esas solicitudes, de manera que es incierto hasta qué punto están siendo tramitadas diligentemente.

Un informe de Amnistía Internacional ya ha denunciado que las condiciones de los campos son escabrosas y que los migrantes que intentan solicitar asilo político están virtualmente desprovistos de acceso a ninguna clase de ayuda legal que les informe sobre su estatus actual.

Mira el documental de VICE News 'Europa o muerte: atrapados en Bulgaria':

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