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VICE World News

Cada vez son más los cubanos que entran a México para emigrar a los Estados Unidos

Los caribeños han explicado que temen que la mejoría de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos cambien las leyes. De momento, los caribeños tienen derecho a quedarse en Estados Unidos una vez pongan un pie allí.
Imagen por Martha Pskowski
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Alrededor 200 cubanos se concentran en una de los centros de detención de migrantes de Tapachula, al sur de México. Fuman cigarrillos y consultan sus teléfonos móviles. Han estado esperando todo el día, hasta que los agentes han empezado a llamarles.

El primero de la lista es Mike Hernández Aroche. Tiene 28 años y es de Cienfuegos. Ha recibido un boleto de papel a través de la reja y está radiante.

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"¡El viernes estaré en Florida!", exclama.

Imagen por Martha Pskowski

El pasado mes de diciembre se anunció que Cuba y Estados Unidos reabrían sus relaciones diplomáticas. Desde entonces una auténtica riada de cubanos indocumentados abrazaron la migración. Muchos sospechan que en breve se empezarán a cambiar las leyes que, actualmente, permiten a todos los cubanos que lleguen hasta allí, quedarse en suelo estadounidense.

El peligroso desafío de alcanzar las aguas de Florida en un bote ha provocado que cada vez más sean los cubanos que intentan entrar a Estados Unidos a través de México. Una vez en el país azteca, se pueden aprovechar de los visados "safe passage", que les facilitan las autoridades mexicanas. Se estima que hoy son 7 de cada 10 cubanos los que llegan a Estados Unidos a través de México; en su mayoría a través de los puestos de entrada de Texas. México ha denunciado que las detenciones de cubanos migrantes se han triplicado entre 2014 y 2015.

"El gobierno cubano está negociando con Estados Unidos y es posible que la ley de Ajuste Cubano cambie". Así lo explica Rolando Yanes Fábrega, de 46 años, a la salida de la oficina de migración de Tapachula, donde espera su turno para que le concedan su visado. "Tal es el porqué que explica la migración masiva que se está produciendo ahora. La ley podría cambiar muy pronto".

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Fábrega sirvió de joven en el ejército cubano. Hasta que decidió seguir los pasos de su padre y dedicarse a la pescadería en la provincia de Villa Clara. Trabajó para aquellos que tenían la suerte de tener un barco, y vendió pescado en la calle y en restaurantes. Así lo hizo durante más de 20 años. Sin embargo, el año pasado se cansó de tanta precariedad.

Entonces decidió emigrar a Quito, Ecuador, donde aterrizó el pasado 24 de diciembre. Ecuador ha sido el mayor punto de entrada de cubanos que buscan alcanzar suelo estadounidense por tierra, una vez que el país andino dejó de exigir visados en 2008.

Después de diez meses trabajando en restaurantes, y habida cuenta del deshielo en las relaciones diplomáticas de Cuba y Estados Unidos, Fábrega decidió que había llegado el momento de viajar rumbo al norte. El 11 de octubre de este año emprendió el periplo a Estados Unidos acompañado por otros 4 cubanos.

Uno de sus compañeros de viaje, que está sentado a su lado a la sombra de una palmera, es Jorneck López. Tiene 30 años y se protege del calor a la sombra del árbol tropical. López ganaba alrededor de 12 dólares al mes trabajando en un colmado en su Cuba natal. Había llegado a Ecuador apenas unos días antes de que sus compañeros de viaje emprendieran su aventura.

Les llevó 23 días atravesar Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala, los 6 países que separan México de Ecuador.

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"Lo peor fue Colombia", cuenta Fábrega. "Allí toda la policía es corrupta. Tardamos tres días en cruzar el país y tuvimos que pagar a la policía en cinco ocasiones distintas para que nos dejaran pasar".

Una vez consiguen los visados en México, deciden viajar directamente rumbo a la frontera de Estados Unidos. Fábrega cuenta que lo primero que quería hacer era ir a Miami, donde viven una hermana y un hermano suyos. Sin embargo su intención es instalarse en Nueva York, donde le han contado que puede ganar mucho más dinero.

"Cuba sería mejor si tuviera otro sistema económico, un sistema más parecido al de Estados Unidos", cuenta.

El secretario de Estado John Kerry ha insistido que la Ley de Ajuste Cubano no se encuentra bajo revisión. Sin embargo algunos miembros del Congreso ya han exigido que sea revisada. Y se sabe que el Paul Grosar, congresista de Arizona ha redactado una propuesta de ley para tumbar la Ley.

Los rumores provocan que el flujo de migrantes que pasan por Tapachula, sea cada vez mayor. Tapachula está a solo media hora en coche de la frontera con Guatemala y se ha convertido en el epicentro de la migración cubana que arranca su periplo mexicano.

Hace unos días, varios cubanos empezaron a cruzar el río Suchiate que separa Guatemala de México. Lo hicieron en canoas de madera ensambladas con gomas de neumático. Las canoas son impulsadas a través del agua por vecinos que cobran por trayecto. Un gigantesco mural en el que se lee la inscripción "Paso del coyote" surca una pared que queda a unos metros del río. Unos metros más arriba, los agentes de migración apostados en el antiguo puente fronterizo de Ciudad Hidalgo, en México, ignoran el paso de las canoas. Se dedican a supervisar los pasos legales. Y éste es uno de ellos.

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Imagen por Martha Pskowski

Una vez alcanzan Ciudad Hidalgo, los cubanos alcanzan Tapachula en buses o camionetas.

Ciudad Hidalgo es también un lugar de paso habitual para los migrantes centroamericanos. Sin embargo, a diferencia de lo que hacen los cubanos, estos eluden a los agentes de migración por miedo a ser detenidos y fichados. Una vez están archivados en el sistema, se les puede deportar.

México empezó a perseguir agresivamente a los migrantes centroamericanos el pasado mes de julio. Estados Unidos le emplazó a que lo hiciera después de registrar varias denuncias en que se denunciaba que cada vez más eran los menores que llegaban solos a los estados del sur. A consecuencia de ello, el tradicional periplo a través de México se ha convertido en un itinerario mucho más complicado y peligroso, pues cada vez se eligen recorridos más ignotos. A día de hoy se detienen a más centroamericanos en México que en Estados Unidos. Muchos de los arrestados por todo el país, terminan en el centro de detención de Tapachula, donde esperan ser repatriados en autobús a sus países de origen.

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Mientras tanto, los cubanos se congregan a la salida del centro de Tapachula voluntariamente. El mes pasado llegaron más de 1.500 — un récord en el país — y el centro está casi hasta los topes. En un intento por rebajar la presión, se decidió trasladar a 200 cubanos al antiguo centro de detención, situado en la otra punta de la ciudad.

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Boris Lloente tiene 48 años y es de Matanzas, Cuba. Llorente trabajaba de buceador marino en la isla. Muchos de sus amigos cruzaron hasta Florida en precarias embarcaciones fabricadas por ellos mismos. Él también empezó a construir la suya en secreto, pero las autoridades se la confiscaron antes de que llegara, siquiera, a zarpar. Sin embargo, estaba resuelto a abandonar la isla, de modo que se puso a construir una segunda. Antes de terminarla, descubrió que en Ecuador habían dejado de exigir el visado.

"Mi hermano vive en Italia y me envió dinero. Me compré el billete y me fui", explica. De eso hace ya cinco años. En octubre, sin embargo, se cansó de vivir en Ecuador: apenas ganaba lo mismo que en Cuba. Así que decidió probar suerte en Estados Unidos y sumarse a la oleada de migración cubana.

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Además de intercambiar relatos sobre los sobornos que tuvieron que pagar a la policía colombiana, los migrantes cubanos también cuentan lo difícil que es atravesar Panamá. Hablan de lo que cuesta cruzar desde Puerto Obalida, en Colombia a Panamá, ya sea en barco o en avioneta. Luego, deben de viajar de nuevo en barco para pasar de Panamá a Costa Rica. Algunos han tenido que esperar hasta una semana para viajar debido a la gran afluencia de migrantes que se concentran en la zona.

El trayecto a través del resto de Centroamérica en bus lleva algunos días más. En todo esos países a los cubanos se les exige viajar con visado. Claro que también cuentan que a menudo, después de ser detenidos, se les libera enseguida.

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México es la última barrera que les separa del sueño estadounidense. Si consiguen los visados, se convierte en uno de los pasos fronterizos más sencillos de todo el periplo.

En 2008 México suscribió un acuerdo con Estados Unidos en que se comprometía a deportar a los cubanos que hubiesen entrado en el país de manera ilegal. Cuba, por su parte, aceptó recibir a aquellos ciudadanos que habían abandonado la isla menos de dos años atrás. Estados Unidos habría presionado entonces a México para que firmara el acuerdo debido a la carga financiera que representaban los cubanos que desembarcaban en la frontera estadounidense.

Sin embargo, a la práctica lo que sucede es que México raramente deporta a ciudadanos cubanos. A día de hoy, menos del 7 por ciento de cubanos detenidos en México han sido deportados.

Cuando detienen a un ciudadano cubano, los agentes de migración cubanos se ponen en contacto con el consulado de Cuba en Ciudad de México para que se les autorice esa deportación. Sin embargo, en la mayoría de casos el consulado no reconoce a los ciudadanos cubanos y entonces México no puede proceder a su deportación. En tal situación, el estado mexicano se ve obligado a emitir el llamado "safe conduct" o visado de salida, y liberar al detenido en un plazo de 60 días.

A lo largo del último año, los activistas mexicanos pro derechos humanos han denunciado cómo se han multiplicado las mafias que se dedican a la extorsión de cubanos retenidos en centros de inmigración. Allí se les tenía encerrados durante meses y se les exigía pagar sobornos que superaban los 5.000 dólares para conseguir sus visados. La presión ha provocado que los procedimientos se han relajado y ahora los visados se extienden en cuestión de días.

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Los migrantes cubanos están bien comunicados y cada vez viajan más deprisa. Muchos de ellos, llevan desde octubre presentándose directamente a los agentes de inmigración de Tapachula. Lo hacen en masa.

Muchos señalan que el ímpetu migratorio se debe a la nueva era de relaciones amistosas entre Cuba y Estados Unidos. Sin embargo, parece que después de la visita del presidente cubano, Raul Castro, a su homónimo mexicano, Enrique Peña Nieto, el pasado viernes ha dejado un sabor de boca un poco más ambiguo. Muchos piensan que en muy poco tiempo las facilidades para cruzar México serán historia.

Castro aseguró a la prensa tras su reunión con Peña Nieto que ambos han suscrito un acuerdo "para garantizar la migración legal, ordenada y segura de los migrantes". Sin embargo, no ofreció ninguna pista sobre qué clase de convenio se habría alcanzado.

Los cubanos que se concentran a la salida del centro de detención de migrantes Tapachula tampoco desean esperar a averiguarlo.

Una mujer recibe una llamada de su marido, que se encuentra en Hialeah, Florida, y está deseoso de reunirse con ella. Llevan un año sin verse. Mientras, los teléfonos móviles del resto de migrantes no dejan de parpadear. Reciben llamadas de familiares desde Miami, Houston, España e Italia, todos dispuestos a mandarles dinero a Tapachula. Todos comparan los precios de los vuelos desde los aeropuertos de las ciudades fronterizas de Laredo, Ciudad Juárez y Tijuana. Muchos aseguran que embarcarán en sus respectivos aviones tan pronto como consigan sus visados.

"Todos los que están en situación de abandonar Cuba, la abandonan", cuenta Alexy Ribero Martínez, de 42 años. Según él, mientras la ruta siga abierta, la oleada de migrantes que atraviesan México no dejará de crecer. "Todos los que no se puedan ir ahora, se quedaran atrapados en la isla".

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Sigue a Martha Pskowski en Twitter: @psskow