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ESPAÑA

Por qué los campings de Madrid se han convertido en el hogar de muchos divorciados

Muchas personas separadas terminan pasando estancias largas en asentamientos de las afueras de la capital española. El precio de los pisos y la fianza a su pareja les hace elegir esta opción.
Roberto Truco Velasco enfrente de su bungalow en el camping Alpha de Getafe. (Imagen por Alberto G. Palomo)

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En la puerta, una alfombra reza 'Bienvenido a la república independiente de mi casa'. Ropa tendida en unas cuerdas, cortinas a juego y varias bicicletas cubiertas en el porche completan el cuadro. Aunque sea el bungalow de un camping, tiene más de residencia permanente que de vivienda temporal.

Se encuentra en un asentamiento del sur de Madrid. Y como este ejemplo, hay más casos de personas que se instalan en un espacio que tiene como fundamento la eventualidad. Suelen responder a un perfil concreto: divorciados [en masculino] que, enfrentados de súbito a una fianza, a una hipoteca sin saldar y al elevado precio de los alquileres, optan por una solución perentoria en uno de estos habitáculos.

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El más conocido, que acarrea en foros y conversaciones de barra el apodo de 'El Camping de los solteros', es el Alpha, en Getafe. Situado en un desvío de la carretera de Andalucía y a pocos kilómetros de la capital, sus instalaciones son perfectas para aquel que busque comodidad, economía e inmediatez a la hora de encontrar un sitio.

Un paseo por él muestra cómo, aparte de los visitantes pasajeros de fin de semana —que azuzan las brasas de una barbacoa o juegan en las instalaciones deportivas—, entre las hileras de bungalows y habitaciones hay signos de vida estable. De una existencia quizás no imaginada pero que termina siendo real.

Uno de los protagonistas es Roberto Truco Velasco, madrileño de 49 años con 13 como exmarido. "Se está de puta madre", resume. Nacido en Madrid y trabajador por cuenta propia, Roberto ha elegido esta opción incluso inmerso en una nueva relación. "Pago 600 euros y me hacen la cama, no pago luz ni agua y estoy al lado de donde me muevo habitualmente", sopesa a VICE News delante de una Vespa roja que le lleva acompañando 28 años.

El Alpha, conocido popularmente como 'Camping de los solteros', se encuentra en la madrileña urbe de Getafe. (Imagen por Alberto G. Palomo)

Su veteranía en el tema le hace recordar los viejos tiempos, cuando se instaló en un lugar así por una ruptura que le dejó sin techo repentinamente: apostó por estar "tranquilo", "sin ruido" y con el confort de un piso. Nevera, cama grande, tele, mesa camilla… en los pocos metros cuadrados que ocupa el barracón, Roberto se mueve como en un bloque de viviendas. Incluso conoce a los vecinos.

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"Cuando me separé había cinco o seis personas en mi situación", explica, "pero desde hace unos años ha crecido. Yo, desde luego, ya no me preocupo por buscar habitación, sé que existe esto". "Muchas personas no tienen otra solución", cuenta a VICE News Paco Rodríguez, presidente de la organización Padres y Madres en Acción (Pamac).

"El problema que tiene un divorcio no es la guardia y custodia de los hijos, es la vivienda", continúa, "que se convierte en una carga doble: tienes que ir pagando la mensualidad de la que tenías con tu pareja y, encima, buscarte otra". Por su experiencia asesorando a hombres y mujeres en esta situación, sabe que en los campings que se ubican cerca de ciudades suelen recaer muchos de ellos.

"Depende de donde vivas, es más barato que un piso. Te tienes que buscar la vida en dos días y te vas allí. Hemos pedido que haya alojamientos provisionales para divorciados, pero nada. En el 'boom' inmobiliario hacían falta casas por la demanda, pero ahora sobran", apunta este profesor de enseñanza media con años dedicados al tema de separaciones. "Yo mismo acabo de liquidar mi antigua casa, ¡después de 17 años!, y es una ruina. Por eso muchos se van a un camping, una caravana o un barco. Esto en Europa no existe. Y somos miles", resalta con vehemencia.

No hay datos de cuántas personas han elegido esta alternativa, pero echando un vistazo a los matrimonios maltrechos al año, a los salarios medios y al precio de la vivienda se puede llegar al porqué de este remedio. Según el último estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2014 hubo 100.746 divorcios, un incremento del 5,6 por ciento con respecto al año anterior.

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En total, 105.893 si se le añaden las nulidades y las separaciones, con una duración media en pareja de 15,8 años. Y hay más casos si se suman, como apuntan desde el organismo, las rupturas de uniones no registradas. Teniendo en cuenta el precio medio del alquiler —a 7,24 euros el metro cuadrado, según un informe de Fotocasa [esto es, unos 450 euros por un piso de 60 metros cuadrados, más gastos]— y que un 34 por ciento de asalariados no llegan a los 700 euros mensuales, la receta parece sencilla.

Roberto Truco Velasco enfrente de su bungalow en el camping Alpha de Getafe. (Imagen por Alberto G. Palomo)

¿Se podría, no obstante, generalizar el fenómeno? Complicado, ya que saber dónde y cómo deciden vivir las personas separadas no es mensurable en cifras numéricas consistentes. El único medidor son las impresiones de los afectados.

Desde el camping Alpha, su gerente marca claramente que lo suyo no es un hotel y que, además, la ley impide estancias de más de 180 días. Algo regulado recientemente en algunas comunidades autónomas y confirmado por Ana Beriain, expresidenta de la Federación Española de Clubs Campistas (FECC), en declaraciones a la revista digital Pisos.com.

Sin embargo, en la ruta por su interior se pueden apreciar argumentos que demuestran lo contrario. A veces porque los inquilinos fijos tenían su parcela antes de la normativa y otras porque nadie dice nada. Pasar una noche individual oscila entre los 36 y los 55 euros según el tipo de espacio, pero hay ofertas según los días de permanencia.

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"No descarto que haya casos de divorciados, pero ha bajado mucho. Esto es turismo, no alquiler", insiste el propietario. Desde la recepción del camping Internacional de Aranjuez, también dentro de la Comunidad de Madrid, Paula Lindo comenta a VICE News que sí que hay quien pregunta por las condiciones para quedarse una larga etapa y que ahora no es tan llamativo como hace años, con el inicio de la crisis.

Entonces se extendió a muchos rincones como este de España e incluyó hasta a jubilados o estudiantes, que gozan de descuentos. "Muchas veces, los precios no son tan favorables para vivir mucho tiempo aquí. Además, viene gente sola, pero no sabemos qué situación tiene", alega. Miguel Rodríguez, presidente de Custodiapaterna.org, agrava las circunstancias: "Hay gente en la calle o yendo a Cáritas. Si tienes dinero, vale. Si no, ¿qué alternativa hay?", cuestiona.

Los camping de la Comunidad de Madrid ofrecen condiciones más baratas que muchos alquileres, hoteles o pensiones. (Imagen por Alberto G. Palomo)

Blanca le da la razón: "No he llegado a esa coyuntura, pero cuando no tenga donde ir, a lo mejor me toca". Esta divorciada de 40 años sin paro ni subsidio lleva 5 en casa de una nueva pareja. Ahora pasa por "un mal momento" y entiende que el camping esté entre las opciones. "Si te encuentras con alguien solidario, bien. Aunque la falta de vivienda es una amenaza constante", relata con angustia después del "acoso y derribo" que ha sufrido, expone, por parte de su antiguo compañero sentimental.

"Lo más clamoroso de toda esta gran crisis es que no han sabido cómo paliarla ni los ciudadanos, desde luego, pero tampoco sus gobernantes ni los expertos en economía", escribía Vicente Verdú en su ensayo La hoguera del capital, de 2012. "Ahora apenas se forman parejas para toda la vida. Más bien podría decirse que es aterradora cualquier cosa que se piense para toda la vida, y más aún si la 'cosa' es una persona, el artefacto más complejo, impredecible y enfermo que se pueda imaginar.

La pareja es bonita cuando está fresca y, si se ha vencido el tiempo a través de un accidentado cuidado de la relación, es consoladora al fin. Ahora bien: proyectar emparejarnos para siempre parece una solución demasiado medieval". Como medieval parece vivir en una casa de chapa, pero ahí está: con alfombras que dan la bienvenida, ropa tendida y unos moradores sin ganas, opciones o ánimo de dejarlo.

_Sigue a Alberto G. Palomo en Twitter: @albertogpalomo_

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