Foto di Ian Salas/EPA
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Paula Vega se mudó a la Isla de Pascua hace 10 años en compañía de su marido. Paula trabaja en el sector turístico y asegura que no sabe lo que hará si las estrictas regulaciones son aprobadas.El alcalde Paoa — quien asegura que, en algunos casos, no quedará otra alternativa que obligar a la gente a irse de la isla para no regresar — ha justificado sus propuestas diciendo que si tales medidas no son adoptadas de inmediato, pronto será ya demasiado tarde. Entonces, en el peor de los casos, el alcalde asegura que será necesario clausurar los legendarios asentamientos sagrados de la isla, lugares que cuentan con un patrimonio cultural y humanitario ancestral y casi sin parangón en todo el mundo.El alcalde asegura que actualmente existen cerca de 20.000 enclaves sagrados en la isla, pero que solo los más conocidos están protegidos. Según él, el turismo está arruinando miles de otros enclaves, completamente desprotegidos ante la horda de curiosos."Chile es un país vasto y grandioso, que cuenta con miles de lugares en los que se puede construir", asegura Paoa. "Pero no aquí".Julio Haoa tiene 41 años y trabaja como guardia de seguridad en uno de los enclaves protegidos. Haoa dice que no es habitual que los turistas maltraten los asentamientos sagrados. Lo que sí asegura es que, a menudo, se comportan de manera irrespetuosa. No solo hacia los asentamientos mismos, sino contra los funcionarios como él, encargados de delimitar lo que se puede y no se puede hacer.La violencia entre terratenientes y los indígenas de Chile sigue empeorando. Leer más aquí.
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