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VICE World News

China tiene un nuevo planeador hipersónico con misiles nucleares, pero ¿pueden conducirlo?

China acaba de probar su planeador hipersónico, un vehículo que podría volar a unos 6.500 kilómetros por hora. Los artefactos hipersónicos cambiarán muchísimo los campos de batalla — ¿pero cuándo lo harán?
Imagen por James Shultz/NASA

China llevó a cabo la semana pasada el cuarto vuelo de prueba de su prototipo de planeador hipersónico WU-14, según cuenta Bill Gertz, en la web Washington Free Beacon. Cada uno de los simulacros ha despertado pequeñas oleadas de entusiasmo y discursos catastrofistas a partes iguales: ¿qué se supone que significa?, ¿qué es lo que hará?, ¿será una amenaza para la seguridad estadounidense?

Pero empecemos por lo básico. Además de "algo jodidamente rápido"… ¿A qué se refiere la gente exactamente cuando dice hipersónico?

La consideración de hipersónico arranca a una velocidad de Mach 5 —alrededor de un kilómetro por segundo —y sube a partir de ahí. No existe una definición súper precisa ni acuñada exactamente, pero digamos que se trata del nivel de velocidad en que todas las ecuaciones sobre el flujo de aire se tambalean y exigen alteraciones bastante bestias. Y es que una vez se alcanzan velocidades hipersónicas, empiezan a pasar cosas muy interesantes. Por ejemplo, la química del aire se vuelve relevante. Es decir, los objetos que se desplazan a velocidades hipersónicas golpean el aire con tal fuerza y lo calientan de tal manera, que alteran la química de la superficie por la que vuelan y cambian, por consiguiente, la carga aerodinámica del vehículo en que lo hacen.

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Hoy en día, cuando se alude a lo hipersónico, la gente pasea el término por ahí como si se tratara de la varita mágica del pánico y la alarma. Algunos aseguran que la tecnología hipersónica desencadenará una nueva carrera de armamento nuclear, pues tal es lo que se entiende en tecnología por repartir estratégicamente las armas nucleares. Otros aseguran que la tecnología hipersónica será la sentencia de muerte de los portaviones norteamericanos. E incluso los hay que se muerden las uñas con la posibilidad de que las armas hipersónicas puedan desencadenar una involuntaria guerra nuclear. Y pasado un rato, uno se pregunta hasta qué punto todo lo hipersónico no será más que la morralla que alimenta los publirreportajes televisivos de madrugada, en los que se promocionan exóticos y avanzados sistemas de armamento para nerds tecnológicos y analistas políticos.

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La gente lleva poniendo cerco a los vehículos militares hipersónicos desde los 90. Entonces sucedieron tres cosas casi simultáneamente, que reavivaron el interés por lo hipersónico. Lo primero que sucedió fue que se delinearon los ángulos de la tecnología furtiva. El sigilo no hace que los aviones sean invisibles; se trata, más bien, de un camuflaje muy bueno y muy específico, diseñado para eludir la longitud de onda de los radares. En un momento dado, los aviones dejan otros rastros inevitables de su trayectoria, como las turbulencias o, incluso, el menor calor atmosférico que genera cualquier vuelo, incluso a velocidades subsónicas. El conocimiento de la física de lo teóricamente posible, sigue quedando muy lejos de la tecnología práctica; sin embargo, la suerte parece echada: la tecnología furtiva no sobrevivirá eternamente.

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La idea que subyace detrás de la tecnología furtiva es que no puedes derribar lo que no puedes ver. Así que si desarrollas una nueva forma para detectar un objeto volador que elude a los efectos de camuflaje de la tecnología furtiva, la ventaja furtiva desaparece. Los aviones hipersónicos son muy fáciles de detectar, pero permiten una aproximación distinta: no puedes derribar lo que no puedes derribar.

En segundo lugar está el tema de dinamitar movidas por los aires superjodidamente rápido. En setiembre de 2000, un año antes del 11 S, la CIA detectó a Osama bin Laden en Afganistán. Sin embargo, no hubo manera de asesinarle hasta que se desplazó a otro sitio. Aquella lección había sido aprendida algunos años atrás, en 1998, cuando un ataque a los campamentos de entrenamiento de los talibanes en Afganistán se dilató durante dos horas. El ataque se lo llevó todo por delante, pero solo después de que bin Laden y los suyos se hubiesen largado de allí. El problema de "encontrarlo ahora y derribarlo más tarde" provocó un creciente interés en misiles más rápidos. Y si hay algo que las armas supersónicas saben hacer es ir folladas.

En tercer lugar se dio la crisis de los misiles después de la guerra del Golfo, en 1991. En su día se discutió bastante sobre el mismo campo de batalla sobre cómo los misiles Patriot interceptaron a los misiles Scud iraquíes. Hasta cierto punto, es irrelevante si los misiles Patriot interceptaron algunos, todos o ninguno de los entrantes Scuds. Lo importante fue demostrar que interceptar misiles era posible en aquella época, probar que se trataba de algo que estaba al alcance de la tecnología. Los vehículos que pueden maniobrar y ser dirigidos a velocidades hipersónicas son mucho más difíciles de interceptar. Así que el desarrollo hipersónico podría cambiar las tornas de la que entonces fue la nueva y flamante tecnología en misiles de defensa.

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Sucede que tenemos tecnología hipersónica desde el 24 de febrero de 1949. O, para ser más precisos, tenemos la capacidad de llevar las cosas hasta lo hipersónico desde hace más de dos tercios de siglo. Desde entonces, se han estado trabajando las funciones más avanzadas, como los virajes, el pilotaje o conseguir hacer algo que no consista, puramente, en ir en línea recta a velocidades hipersónicas.

Claro que pasar de la absurda adquisición de un misil a hacerlo volar de verdad — y hacer con él todas las movidas habituales que haría un avión como generar elevación, diseñar el pilotaje o emplear los motores — no es tan fácil. Tan solo han existido un puñado de vehículos tripulados que hayan operado a velocidades hipersónicas. Y todos ellos han sido naves espaciales (a excepción del cohete avión X-15) que han estado fundamentalmente concentradas en trabajar con las velocidades hipersónicas en su camino hacia o desde la Tierra. Así que, por encima de todo, la tecnología hipersónica es todavía una disciplina emergente, temprana. Y su desarrolllo ha estado, casualmente, limitado a países que disponen de un programa espacial en activo.

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En décadas recientes tanto Estados Unidos como China han desarrollado programas para mejorar en materia hipersónica, pero siguen trabajando en muchos aspectos básicos del vuelo hipersónico. Como, por ejemplo, cómo mantener un motor encendido a 6500 kilómetros por hora. O cómo administrar la carga térmica cuando el revestimiento del aparato está calentado por encima de los 1800 grados. O cómo evitar que el tapizado del vehículo se desprenda del armazón durante el vuelo. Ese tipo de cosas.

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La pregunta es: ¿cambiarán los hipersónicos algunos aspectos de la guerra de manera radical? Sin duda, con el tiempo. No es fácil conseguir que la tecnología funcione y su desarrollo será caro. Si tuviera que adivinar, diría que será más dura de desarrollar que los viajes espaciales, aunque no tanto como la pura y desasosegante improbabilidad de energía de fusión controlada. Lo que hay que observar es si hay alguien que esté yendo un paso más allá para averiguar sus elementos científicos y tecnológicos esenciales, y que se disponga a aplicar sus conocimientos.

Tanto Estados Unidos como China se están desplazando por la vía del desarrollo tecnológico a una velocidad más bien agresiva (aunque todavía no vertiginosa), así que el siguiente indicador será saber si avanzan, o no, hacia un programa de desarrollo. En otras palabras, es como si todos supiéramos que todo el mundo está trabajando en motores de combustión interior; así que lo que habrá que observar de cerca será el momento en que alguien empiece a diseñar un vehículo alrededor de uno.

Así que… ¿Dónde nos deja todo esto? Por un lado, el gobierno chino acaba de realizar su cuarta prueba con un vehículo hipersónico, lo cual, después de toda esta cháchara, parece una proposición puramente teórica. Claro que hay una diferencia: tal y como se ha atestiguado antes, existe la capacidad de conseguir que las cosas alcancen una velocidad hipersónica desde hace mucho tiempo, pero todavía no pueden dirigirse vehículos ni lanzar nada desde ellos. El último y más reciente test chino no es relevante porque el vehículo viaje a velocidad hipersónica; sino por el hecho de que fueron capaces de dirigirlo durante su vuelo hipersónico. Sin embargo, la capacidad para desplegar maniobras a velocidades hipersónicas en el contexto de una prueba dista mucho de disponer de un arma hipersónica operativa. Así que debemos concluir que las velocidades hipersónicas son posibles. Y que todavía estamos a años luz de poder hacer nada de provecho con esa velocidad.

Sigue a Ryan Faith en Twitter: @Operation_Ryan

Imagen vía DVIDS