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Los planes de Colombia para la marihuana medicinal arruinarán a los pequeños productores

Los cambios Iegales diseñados para convertir a Colombia en el proveedor global líder de medicamentos a base de marihuana podrían dejar fuera de juego a los pequeños productores del país suramericano.
Imagen por Abir Sultan/EPA
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La entrada de la tienda de Ganja Farm en el centro de Bogotá es pequeña y anodina, pero el aroma que desprende este pequeño comercio es inconfundible. Al asomar la cabeza por la puerta de entrada se puede ver una red de conductos metálicos que impiden avistar las plantas de marihuana que la empresa cultiva, o el laboratorio donde convierten estas plantas en productos para la salud.

Dentro de una acogedora y modesta oficina, un anciano ataviado con ropa de trabajo salpicada de pintura seca se sienta a hablar con Camilo Andrés Cruz, uno de los fundadores de Ganja Farm. Cruz pone un pequeño bote de ungüento de infusión de cannabis de color verde en una bolsa de tela para la artritis de su cliente y lo ve partir.

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"No queremos vender la empresa a otras personas. Nos encanta [lo que hacemos]", dice Cruz.

El temor de tener que cerrar el negocio está relacionado con el nuevo escenario abierto por el decreto firmado en diciembre pasado por el presidente Juan Manuel Santos. La normativa abre el camino para que las empresas busquen licencias dentro de una nueva industria de la marihuana medicinal enfocada a la exportación que incluye cada paso del proceso, desde el cultivo hasta la fabricación del producto acabado.

El decreto fue ampliamente difundido como si equivaliera a la legalización, pero la cierto es que la marihuana medicinal a pequeña escala ha estado permitida en Colombia durante los últimos 30 años. Lo que esta legislación ha cambiado es que las grandes corporaciones internacionales tienen ahora un incentivo para trasladarse al país, mientras que para las pequeñas empresas, como Ganja Farm, ello podría significar el principio del fin.

"El decreto está escrito de manera tal que, si se desea trabajar con el cannabis, tienes que ser una gran empresa", explica Cruz. "Estamos haciendo todo lo posible para crecer porque todas las pequeñas empresas van a desaparecer".

Colombia, otro país que se suma a legalización de la marihuana con fines medicinales. Leer más aquí.

Cruz cuenta que la antigua ley de 1986 clasificó a la planta como medicinal y permitió a empresas como la suya hacer lo que quisieran con hasta 20 plantas, siempre y cuando fuera para fines médicos o científicos. El nuevo marco legal, matiza, elimina ese límite de 20 plantas e impone nuevas normas estrictas sobre los productos de marihuana, a la par de los que se exigen a las empresas farmacéuticas de procesamiento de morfina.

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"Todo se reduce a dinero, mucho dinero", se queja Cruz.

"Si tuviéramos tal cantidad de dinero seríamos narcos", se queja, destacando el repentino interés de algunas firmas internacionales en la adquisición de empresas locales establecidas. "Las empresas colombianas no tienen ningún tipo de protección. Va a ser muy duro".

Las autoridades del gobierno han insistido en que tanto las pequeñas empresas locales como las grandes multinacionales farmacéuticas pueden coexistir, pero sus palabras también dejan en claro que la prioridad es poner a Colombia a la vanguardia del nuevo mercado mundial emergente.

"Hay un mercado global que va a crecer", expresó el ministro de Salud, Alejandro Gaviria, en una conferencia de prensa el año pasado. "Colombia puede participar con empresas más grandes en mercados de exportación".

Canadá, que legalizó la marihuana medicinal en 2001, en la actualidad permite la importación con fines limitados, tales como la importación de plantas pequeñas que se utilizarán para fabricar productos a base de marihuana. En Estados Unidos, por su parte, conviven un mosaico de variopintas leyes estatales, pero como en el ámbito federal la marihuana sigue siendo ilegal, la importación no está permitida.

Así se prepara la marihuana medicinal de manera clandestina en México. Leer más aquí.

El gobierno de Colombia se muestra confiado de que el mercado pronto se relaje y que las ventajas competitivas del país quedarán claras cuando esto suceda.

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Para ello, los funcionarios argumentan su posición privilegiada en relación al ecuador, porque el cultivo de marihuana requiere idealmente 12 horas de luz y 12 horas de oscuridad para una óptima floración de las plantas — y esto en el contexto de un aumento en la preocupación por el consumo de electricidad para los cultivadores legales en EEUU. Además, a diferencia de muchos países ecuatoriales, Colombia también tiene abundantes recursos de agua y un suelo rico, así como una gran cantidad de mano de obra barata, una moneda débil [al cambio las empresas extranjeras ganan], y un gobierno muy amigo de la exportación.

En febrero de este año, la filial colombiana de PharmaCielo, una compañía farmacéutica canadiense centrada en productos cannábicos, presentó lo que parece ser la primera solicitud para convertirse en un productor con licencia y procesador de extractos de aceite de cannabis medicinal.

"Nuestro objetivo es llegar a ser el principal proveedor del mundo de extractos de aceite de cannabis medicinal de alta calidad cultivados de forma natural y no hay mejor lugar para hacerlo que Colombia", expresó el director de la empresa Jon Ruiz. "Colombia jugará un papel enorme en esta industria de rápido desarrollo internacional".

PharmaCielo anunció la compra de 67 acres de tierra cerca de la ciudad de Medellín con planes de expansión a 1.500 acres. Si sus cálculos son correctos, conseguirán un costo de mercado muy por debajo de un dólar por gramo, una sustancial diferencia en comparación con los precios que se consiguen en Colorado o Canadá, donde rondan los dos dólares.

La compañía también afirma que se está asociando con expertos cultivadores de flores. Colombia es el mayor proveedor extranjero de flores de corte en EEUU y en 2013 representó el 65 por ciento de todas las importaciones de flores. "A fin de cuentas, la marihuana es sólo una flor", dice Ruiz.

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