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opinión y análisis

El cómic árabe, un arma de denuncia social que vive momentos muy complicados

Este arte minoritario y casi marginal en la región, per capaz de tratar cuestiones candentes de forma muy directa, es extremadamente influyente y, por lo tanto, peligroso para las rígidas instituciones que apuestan por el inmovilismo.
Número especial de Shakmaguía. (Imagen vía Facebook)
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"Dios, la patria, el rey" son los tabúes bien conocidos en Marruecos, y que no escapan al mundo del cómic, según la diseñadora Zineb Benyelún. En Líbano la triada sería "el sexo, la religión y la corrupción" enumera la autora de cómic Lena Merhej. Ella lo sabe muy bien pues ha sido condenada por una historieta satírica sobre insultos cristianos. Tras cinco años de juicio tanto ella como otros dos miembros de la pionera revista de cómic Samandal fueron condenados a pagar una multa de 6.000 euros o dos años y nueve meses de cárcel por "ofensa a la religión".

Desgraciadamente no es el primer caso de censura o enjuiciamiento contra autores de cómic árabe. Aunque se trate de un arte minoritario y casi marginal en la región, su capacidad de tratar cuestiones candentes de forma muy directa, con un lenguaje visual que puede ser muy contundente hace a esta forma de expresión extremadamente influyente y por lo tanto peligrosa para las rígidas instituciones que apuestan por el inmovilismo.

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La juventud y desparpajo de la mayoría de sus autores otorga una frescura a estas creaciones que conectan con su público más cercano. Casi sin excepción todos los nuevos tebeos para adultos en árabe están escritos en dialecto: libanés, marroquí, egipcio, etc.

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Una decisión que sus autores aseguran haber tomado de forma natural y que es ya por sí misma una acto de rebeldía contra el orden establecido en la corriente mayoritaria de la literatura árabe para quien escribir en dialecto es casi una abominación y un ultraje al fusha, el árabe clásico.

Las revoluciones árabes abrieron un horizonte de libertades que reforzó la espontaneidad de la nueva hornada de comiqueros árabes. Las contrarrevoluciones y especialmente el golpe de Estado en Egipto, del ahora mariscal Sisi, han intentado revertir o cercenar la libertad con la que escogen los temas a tratar, que como recuerda Salah Malouli, alma máter de la revista marroquí Skefkef.

"Cuando sucedieron los ataques contra Charlie Hebdo todo el mundo esperaba o casi exigía que sacásemos un número sobre ello, pero no era lo que a nosotros nos interesaba trabajar en ese momento. Seguimos nuestra dinámica interna". Esa dinámica marcada por lo más concreto pero que termina convirtiéndose en universal por la honestidad con la que se tratan los temas ha convertido al cómic árabe en un vehículo a vigilar por la censura.

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Viñeta correspondiente a Metro, la primera novela gráfica en árabe pulicada en 2007 por el egipcio Magdy el Shafee. 

Cuando en 2007 se publicó Metro, la primera novela gráfica en árabe, del egipcio Magdy el Shafee, pasó desapercibida en un primer instante pero rápidamente fue secuestrada de las librerías y tanto el autor como el editor multados por publicar un desnudo femenino en el libro.

La feroz crítica que hacía la novela a la corrupción absoluta que campaba a sus anchas en el Egipto de Mubarak encontró en ese desnudo la excusa perfecta para prohibir el incómodo cómic que empezaba a tener éxito y que finalmente fue traducido al inglés y al italiano. Las autoridades egipcias se apoyaron entonces en lo que parece todavía hoy un consenso general en las sociedades árabes en torno al tabú de hablar de sexo en público.

Recientemente pasó algo parecido con la novela ilustrada Istijdam al Hayat al describir en el capítulo 6 de la parte escrita una escena de sexo explícito. Y es que cada vez son más los autores que se atreven a dibujar sobre este tema, que como a todo joven del mundo les interesa de forma natural. Con este atrevimiento, poco a poco van desplazando las líneas rojas: "no somos suicidas que vamos de frente contra nuestra sociedad, somos parte de ella.

Como otros artistas que trabajamos en este sentido está claro que tenemos un impacto social" aseguraba Lena Merhej durante el encuentro de comic independiente Rosoum que tuvo lugar en Barcelona en noviembre de 2015. La audacia de Lena le ha llevado a dirigir el próximo número de la revista Samandal que girará precisamente en torno al sexo.

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Tiene claro que no va a poder publicarla en papel en Líbano así que está buscando alternativas que seguramente pasan por la publicación online para no tener que renunciar a tratar este tema y que los lectores de la revista que el próximo año cumplirá una década puedan seguir disfrutando de sus historias.

Género en el mundo del cómic árabe

La polémica generada en torno a la discriminación de la mujer en los premios del Festival de Cómic de Anguleme de la pasada sesión celebrada del 28 al 31 de enero ha puesto en cuestión el mundo mayoritariamente masculino del cómic occidental. Hay que tener en cuenta que el Festival de Anguleme es la mayor cita de cómic del mundo más allá del entorno de los superhéroes estadounidenses de Marvel y D.C..

Para sorpresa de todos la situación en el comic árabe es bien diferente pues la presencia de la mujer no es solo importante sino mayoritaria en algunos casos como el último número de la revista tunecina Lab619. Al contestar sobre esta peculiaridad una de sus fundadoras, Noha Habaieb, asegura que ha sido un proceso natural de un entorno como el de los estudiantes de diseño o bellas artes donde la mujer es predominante.

Más allá de servir para romper estereotipos sobre la mujer árabe el rol de las comiqueras en la incipiente industria del comic árabe es fundamental tanto como autoras como dinamizadoras de las distintas propuestas editoriales.

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En España de hecho la única autora árabe publicada es la libanesa Zeina Abirached (Ed. Sin Sentido) a quien pronto se sumará otra mujer, la autora de manga jordana Dee Juusan. La temática y los estilos de las autoras árabes es tan variado y disperso que no se puede hablar de un cómic de mujeres árabes. Heroínas con poderes como la libanesa "Malaak, Ángel de la Paz" de Joumana Medlej, historias más personales como las citadas Lena Merhej o Noha Habaieb, los cuentos tradicionales de "Yuha:cuentos del jeque Nasruddin" de Asia al Fasi, la novela gráfica argelina "Fatma emparaguada" de Soumeya Ouarezki o las historias cortas de "Yo conmigo" dibujadas por Rania Amín.

Por su parte los dibujantes masculinos de cómic se volcaron en un par de iniciativas en las que se ha trabajado el tema del acoso sexual desde el cómic. La primera fue el número especial de Shakmaguía, la primera revista de cómics árabe sobre temas de mujeres, que publica el centro Nazra de estudios sobre la mujer; y la segunda la iniciativa contra el acoso sexual con cómics de Ahmed Nady que se pudo ver en el metro de El Cairo.

Y es que la naturalidad con que la mujer árabe se ha integrado en el mundo del cómic sin dejarse encasillar en los papeles tradicionales ni ceñirse exclusivamente a los temas supuestamente femeninos es un claro reflejo de la excepcionalidad y la capacidad de generar un cambio positivo que posee el noveno arte en el mundo árabe.

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