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Así es como Estado Islámico fabrica su ejército de niños combatientes

Los niños no son únicamente una herramienta de propaganda empleada por el grupo para sus vídeos. De hecho, Estado Islámico, les está convirtiendo, de manera sistemática, en combatientes de primera línea, fabricadores de bombas; e, incluso, en...
Foto di Medyan Dairieh/VICE News
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Desde que los guerrilleros yihadistas que se habían apoderado de considerables franjas de Irak y de Siria, se bautizaron como Estado Islámico (EI), el año pasado, los niños han jugado un papel prominente en la macabra propaganda de la organización terrorista.

Los combatientes yihadistas de EI han filmado a los niños contemplando decapitaciones públicas, entrenando en luchas cuerpo a cuerpo, disparando armas, repartiendo cuchillos a los verdugos de prisioneros degollados — e incluso, ejecutando a rehenes. El 4 de julio, Estado Islámico colgó un vídeo en el que varios niños vestidos con uniformes militares fusilaban a 25 miembros de las tropas del régimen sirio frente a una numerosa muchedumbre, en el viejo anfiteatro de la ciudad de Palmira. El vídeo en cuestión sucedía a otros tres que habían sido publicados el mes anterior, y en los que se veía a los niños siendo entrenados para capturar a rehenes, formarse como francotiradores y para tender emboscadas a vehículos en movimiento.

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Vídeos como ese, además de la información acumulada de niños que han escapado de Estado Islámico, sugieren que los niños están sometidos a un procesos sistemático de adoctrinamiento, mientras entrenan para convertirse en combatientes yihadistas de pies a cabeza. Son lo que en EI se denomina los ashabl o "los leoncitos". Una vez completan su formación los niños son destinados a la primera línea de combate. Allí desempeñan las tareas de guerreros, de guardianes, de reclutadores y de hasta de fabricadores de bombas. De modo que si el mundo aspira a rehabilitar algún día a estos niños, el mundo necesitará primero comprender de qué manera estos niños han sido criados en semejantes brutalidades.

Un vídeo muestra cómo Estado Islámico habría ejecutado a sendos 'activistas' en Raqqa. Leer más aquí.

Nos hemos pasado el último año investigando y analizando la propaganda de EI en distintos idiomas, así como sus centenares de cuentas en las redes sociales, y las entrevistas concedidas por los niños que han conseguido escapar. Y lo que hemos descubierto es que los niños llegan a Estado Islámico de varias maneras distintas. Por un lado están los hijos de los extranjeros que deciden sumarse a la lucha. Y luego están los hijos de simpatizantes locales. Y los niños abandonados que han sido rescatados de orfanatos controlados por EI. Y también los niños arrancados a la fuerza de las manos de sus padres. Y, por último, están los niños que huyen de sus casas y que se presentan como voluntarios a EI.

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A lo largo del último año, centenares de niños han desembarcado en Siria. Según relata Abu Ibrahim Raqqawi, miembro del grupo de activistas Raqqa is Being Slaughtered Silently (Raqqa está siendo masacrada silenciosamente), existen dos escuelas en el país destinadas específicamente para niños de habla inglesa.

De hecho, desde que Siria se derrumbó, Estado Islámico ha asumido el control de-facto de sus escuelas. A pesar de que muchos profesores anteriores a Estado Islámico permanecen en Siria, ahora se han visto forzados a enseñar bajo el plan de estudios de EI a discípulos separados por género. La asistencia en las escuelas no parece ser obligatoria, pero los padres envían allí a sus hijos por voluntad propia. El plan de estudios consiste, básicamente, en el adoctrinamiento y es una herramienta de lo más práctica para el personal de para detectar qué niños muestran virtuosismo académico y qué otros tienen aptitudes físicas.

Además de emplear escuelas, capta a niños a través de una socialización paulatina. Lo hace de varias maneras, aunque, fundamentalmente, a través de eventos públicos. Muchos de ellos son a pequeña escala y consisten en regalar caramelos y juguetes a niños locales, a cambio de asistir a eventos públicos. Una vez allí, se les puede ofrecer la posibilidad de ondear la bandera negra de EI. Semejantes captaciones estarían incluidas dentro del tipo de captaciones macabras tipo camión de helados, cuando se atrae la atención de alguien para luego interesarle en todo lo demás que EI puede ofrecer.

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Mira el documental de VICE News, La batalla por Irak: milicias chiítas contra Estado Islámico:

Niños de todas las edades son expuestos a diario a proyecciones públicas de ejecuciones grabadas con videocámara, que luego EI convierte en películas, montajes que aspiran a promover la idea de que el público apoya semejantes atrocidades. Sin embargo, los niños también asisten y son filmados durante las ejecuciones. Deseosos de saber qué está pasando, avanzan entre las filas de adultos para conseguir una posición privilegiada para la aberrante violencia que está a punto de desplegarse ante sus ojos. La reacción visible de algunos niños ante las decapitaciones es de una mezcla de revolvimiento y curiosidad. EI les explica por qué se inflige el castigo y dada la frecuencia de tales situaciones, los niños terminan por acostumbrarse a ver como normales los castigos de EI a los infractores.

EI despierta un sentimiento de prestigio y de competitividad entre los niños al señalar que no todo el mundo será admitido para formar parte del club de los leoncitos. Los estudiantes más jóvenes son formados, al principio, como espías y se les empuja a que informen a sus familiares o a sus vecinos de quién viola o critica a EI. La forma en que a los niños se les permite progresar hasta ser admitidos en los entrenamientos militares de los leoncitos, emula el estilo de sus modelos adultos, los guerrilleros. De tal manera, vestirán uniformes parecidos y aprenderán el argot del grupo. Se les explica quien es el enemigo y porque debe de ser erradicado.

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Los leoncitos presencian habitualmente crucifixiones, lapidaciones y decapitaciones. Lo cual sirve no solo para (des) sensibilizar a los niños, sino también para que muestren su lealtad y su compromiso con EI. Los niños de entre 10 y 15 años se enfrentan a un régimen físico y mental extenuante que dura, según señalan los informes, entre 30 y 50 días. A veces, cuando la tensión se convierte en una pelea, algunos chicos son promovidos más rápidamente.

Los padres cuentan que es a partir de entonces cuando se produce el aislamiento de la familia. Algunos familiares han sido amenazados con violencia cuando han suplicado ver a sus hijos. El relato de los niños disidentes ofrece un paisaje de lo más desolador de su vida diaria en los campos de entrenamiento. Los niños están física y mentalmente agotados y duermen en colchones infestados de pulgas. Claro que, obviamente, y tal y como ya ha sido previsto, la experiencia multiplica su camaradería y, finalmente, reviste de un orgullo profundo lo que son capaces de hacer.

La última prueba de lealtad consiste en la ejecución de prisioneros.

Una vez graduados, se les destina a un puesto de control o se le propone como guardaespaldas y a vestirse con chalecos bomba. Los chavales más jóvenes que demuestran habilidades para comunicar la ideología del grupo son convertidos en reclutadores y asumen un rol de portavoces públicos, en el que, a menudo, se desenvuelven de un modo más articulado y persuasivo que el de sus maestros. Esos niños se encargará de captar a otros niños.

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Los vídeos propagandísticos de EI muestran a los recién graduados leoncitos desfilando y uniformados de arriba abajo. Los niños llevan sus armas frente a los espectadores. Y son instruidos en permanecer imperturbables mientras sus comandantes adultos les molen a palos. Al fondo, se puede ver cómo decenas de niños más jóvenes observan claramente impresionados por como los jóvenes reclutas enmascarados soportan el rigor físico del "entrenamiento".

Hablamos con el jeque saudí que se unió a Estado Islámico y luego lo abandonó. Leer más aquí.

Nuestra investigación de conflictos, desde Sri Lanka hasta Irlanda del Norte, nos ha enseñado que la prioridad fundamental de las organizaciones terroristas no consiste en averiguar la manera de destruir a su enemigo. Consiste, más bien, en asegurarse de la supervivencia de la organización en sí misma. Estado Islámico es mucho más que una simple organización terrorista, pero no cabe duda de lo muy en serio que se toman la formación de las siguientes generaciones.

Si existe alguna esperanza de que los niños que sobreviven se puedan reintegrar en la sociedad, el mundo deberá observar un nivel de coordinación y de creatividad jamás conocido en ningún programa de desradicalización. Y lo cierto es que para contrarrestar la propaganda, tan imprescindible para la imagen de EI, el relato de los niños que han escapado necesita propagarse todavía mucho más. Esos niños no solo tienen el poder de inspirar a otros para dejar Estado Islámico, tienen también el poder de disuadir a otros — incluso a los que son mucho mayores que ellos — de no incorporarse jamás.

John Horgan and Mia Bloom son profesores en la Universidad de Georgia State. Su libro, Small Arms: Children and Terrorism (Armas pequeñas, niños y terrorismo), será publicado en 2016. Sigue a Horgan (@Drjohnhorgan) y Bloom (@MiaMBloom) en Twitter.

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