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La crisis de refugiados desata enfrentamientos entre vecinos en Serbia

La llegada a diario de miles de refugiados en una aldea serbia castigada económicamente ha despertado los sentimientos encontrados entre los lugareños.
Imagen vía Djordge Savic/EPA

Una carretera polvorienta serpentea a través de los descampados que separan la aldea fronteriza serbia de Miratovac de Macedonia. Más allá, en la distancia, allí donde el amarillo de la carretera se funde con el verde de los campos, algo centellea. A primera vista parece que se trate de una masa oscura afluyendo justo en el límite donde la vista se nubla y la carretera desaparece, a dos kilómetros de aquí. Pero entonces la oscuridad se transforma en color. Centenares de manchas azules, negras y rojas confluyen lentamente. Cada mancha es un refugiado, un hombre, una mujer o un niño tratando de cruzar de Macedonia a Serbia, rumbo al sendero de la Unión Europea.

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Los refugiados acaban de ser liberados. El gobierno serbio les ha retenido en un campamento fronterizo. La mayoría de los recién llegados apenas se quedan unas horas en el espacio improvisado, cuya única función consiste en escalonar el flujo de refugiados que atraviesan la frontera: cada día lo hacen entre 3.000 y 7.000.

La mayoría de ellos, como el joven Mahamet, de 17 años, llegan huyendo de la guerra de Siria y desean rehacer sus vidas en el norte de Europa.

"Yo quiero ir a Alemania para terminar el colegio", explica Mahamet a VICE News. "En Siria los colegios suspendieron sus clases. Y en Turquía también".

Para llegar a Alemania, Mahamet tendrá que entrar primero en el área exenta de fronteras de Schengen, que comienza 600 kilómetros al norte de la frontera de Hungría con Serbia. Antes de arrancar su nuevo periplo, Mahamet tendrá que registrarse en Presevo, un pueblo cercano, para conseguir sus documentos para viajar.

El Alto Comisionado de Ayuda para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR) ha organizado una flota de autobuses para transportar a la gente desde Presevo. Sin embargo la carretera que sale hasta allí desde el campamento de retención es intransitable y los autobuses tienen que esperar en Miratovac.

Alrededor de 150.000 migrantes han alcanzado Europa este año, 1900 no lo han hecho. Leer más aquí.

Es allí, a lo largo de los dos kilómetros de carretera que se extienden entre el campamento y los autobuses, bajo el implacable calor de la cumbre del verano, donde los traficantes locales desempeñan su trabajo. Los refugiados no tienen otra alternativa que cruzar a pie la carretera, y allí se quedan abandonados a su suerte.

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Para cuando alcanzan Serbia, la mayoría de refugiados han estado viajando en condiciones desagradables y, a menudo, peligrosas, durante 20 días. La ley les exige que se inscriban para obtener sus documentos de viaje. Sin embargo, se trata de un proceso que lleva tiempo y muchos de ellos no quieren esperar.

Los traficantes, en su mayoría taxistas, se aprovechan de la impaciencia para reventar sus tarifas. Cobran a razón de 20€ por persona por el trayecto de 10 minutos que conduce hasta Presevo — una ruta que normalmente costaría 1€. A la policía no parece preocuparle demasiado y consiente que los taxis abarrotados circulen libremente.

"He preguntado [a la policía] porque no hacen nada y me dicen que no es responsabilidad suya", explica a VICE News el activista local Tomor Misini, que actualmente trabaja como contratista temporal para el consejo Danés para los Refugiados.

Migrantes y refugiados caminan por la carretera que separa el campo de retención de Serbia de la frontera con Miratovac. (Foto de Jack Davies)

Agón Ajeti ha sido coordinador del centro de juventud de Presevo durante los dos últimos años. Ajeti también ha estado trabajando como voluntario para la ONG Juventudes para los Refugiados, desde el pasado mes de junio. La mayor parte de su trabajo consiste en embarcar a los refugiados en los autobuses de ACNUR rumbo a Presevo. Para Ajeti, los traficantes son sus competidores. Ni él ni su equipo de voluntarios pueden hacer nada para impedir que los traficantes interfieran, pero hacen todo lo que pueden para comunicar a los refugiados que el autocar es gratuito. Cada vez que una nueva camada de refugiados es liberada del campamento, Agón recorre la polvorienta carretera para saludarles. "Salaam alaikum, tenéis un bus que os espera, es belash (gratis en árabe)", les informa.

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Los traficantes hacen todo lo que pueden por sabotear los esfuerzos de Agón.

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"Les dicen a los refugiados que no vayan en los autobuses. Les dicen que nosotros somos la mafia y que es mentira que pertenezcan a la UE", relata Agón a VICE News. "También les dicen que los autobuses les llevarán a un campo de internamiento para refugiados donde les retendrán durante una o dos semanas".

En Presevo, el margen de beneficio para los traficantes no para de engordar". El gobierno serbio ha organizado un campamento de avituallamiento para los refugiados. Allí se les ofrece comida, agua, tratamiento médico y, lo que es más importante, papeles para viajar. Sin embargo, las largas colas y las precarias condiciones que presenta el interior del lugar, terminan disuadiendo a muchos refugiados, que caen entonces en manos de los traficantes.

Un joven sirio de 18 años de Aleppo al que le acaban de extender los papeles, relata su dura experiencia a VICE News.

"Es demasiado duro", cuenta. "Las filas son demasiado grandes y no nos tratan bien. Llevo 12 horas al sol esperando para estos papeles. He tenido que ser atendido por insolación. Los doctores son geniales. Cruz Roja está muy bien. Pero no se puede hablar con la policía. No nos tratan bien".

Algunos metros más allá de la zona de avituallamiento cuatro sirios están sentados sobre una pared baja que da a una calle lateral. Al principio de la calle, tres hombres discuten de pie con un taxista que está en el interior de su vehículo.

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"Nos vamos a Belgrado", cuenta uno de los sirios a VICE News. Acto seguido uno de los tres hombres que discuten con el taxista le hace un gesto.

"Id hasta el cruce, que no os vea la policía", dice el hombre.

Los sirios obedecen y el taxi hace marcha atrás por la calle lateral hasta llegar al cruce. Dos de los hombres que hablaban con el taxista se suman a los sirios. El tercer hombre se acerca al periodista que escribe esto y le pregunta: "Buenas… ¿tú también vas a Belgrado? 150€. Sin policía. Sin problemas".

Una vez declinada la oferta los sirios son escoltados desde detrás de la intersección hasta el taxi que les espera.

El municipio de Presevo es uno de los más pobres de Siria. Las estadísticas oficiales sitúan el paro por encima del 46 por ciento. La cifra es más del doble que la media nacional. Las cifran no oficiales, las que verbalizan los líderes del vecindario apuntan a un desempleo más cercano al 70 por ciento.

Las estimaciones apuntan a que los refugiados y los migrantes que atraviesan Serbia se gastan cerca de 6 millones de euros al día. En tales circunstancias, son muchos los serbios que desean aprovecharse de la situación. Es una situación demasiado irresistible para sus desesperados vecinos: a fin de cuentas, son miles los refugiados que aspiran cada día a seguir avanzando rumbo al norte. Legal o ilegalmente. Agón Ajeti dice que la proximidad de Miratovac con la Unión Europea significa que los vecinos de la zona son expertos contrabandistas.

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"Miratovac es un pueblo de trapicheo. En su día había contrabando de cigarrillos y de marihuana, pues se trata de un pueblo fronterizo", explica.

Los taxistas llevan transportando a migrantes y refugiados indocumentados desde hace tres o cuatro años, explica, pero el volumen solo se ha disparado en los últimos meses".

Para los migrantes y los refugiados viajar sin papeles puede suponerles ventajas tan reales como imaginarias. El domingo, sin ir más lejos, Hungría anunció la finalización de su valla fronteriza, cuya longitud recorre toda la extensión de su frontera con Serbia. El objetivo no es otro que disuadir a los refugiados. En los últimos días, los refugiados son cada vez más conscientes de la presencia de la valla mientras se desplazan hacia el norte.

"En Hungría tenemos un problema. La valla es un problema", cuenta Hamid Fatisni. Hamid viene de Afrin, en Siria. Su objetivo es Noruega. Si se saltan el proceso de inscripción los refugiados pueden sacarles un día de ventaja a sus compañeros en su carrera hacia el norte.

Existe también el miedo entre muchos de los que presentan su solicitud, de que el registro pueda desembocar en su detención o en el maltrato policial. Se trata de miedos que están sumamente infundados a día de hoy, pues Serbia es la primera interesada en asegurarse de que la gente que alcanza su frontera por el norte se desplace hasta la frontera del sur lo más deprisa posible. Pero, en cualquier caso, los temores tienen una razón de ser. En abril de este año Human Rights Watch (HRW) informó de que tanto migrantes como refugiados en busca de asilo, algunos de ellos niños y menores, habían sido extorsionados y abusados físicamente por los policías serbios.

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Los activistas locales dicen haber denunciado repetidamente el tráfico humano ante ACNUR, aunque, según explican, la agencia no ha reaccionado de ninguna manera. La primera medida que convendría adoptar sería ordenar a los policías que hicieran algo para disminuir el flagrante tráfico humano.

VICE News contactó a Mirjana Milenkovski, portavoz de la oficina de ACNUR EN Serbia, para preguntarle sobre el tráfico de humanos en la frontera con Macedonia. Milenkovski aseguró haber hablado con los abogados de la organización y acto seguido dijo no disponer "de ninguna información oficial sobre el tema".

La cifra de los 50.000 migrantes acogidos en Italia en 2015 ya ha sido superada. Leer más aquí.

Cuando se le pidió que puntualizara explicó que "hemos escuchado rumores, como todo el mundo. Pero eso es todo. No hay información oficial, solo rumores".

Este periodista observó cómo los vehículos de ACNUR conducían por la misma carretera polvorienta por la que los traficantes están apostados a plena luz del día a diario. Sucedió durante dos días distintos, este agosto. Los activistas que trabajan con los refugiados dicen que es habitual ver a los automóviles de Naciones Unidas pasar.

Claro que no todos los vecinos están dispuestos a aprovecharse de la desgracia de los migrantes. De vez en cuando, algún vecino de la hilera de casas que asoman a la carretera polvorienta, ofrece a los migrantes melones cultivados en su propias huertas. Y también les prestan sus mangueras de agua para que beban. En Miratovac la gente repartía leche entre las madres de los más pequeños, y una fuente de agua fresca mana durante todo el día.

Agón Ajeti y su equipo de voluntarios también sobresalen por su ayuda incondicional. El viernes, sin ir más lejos, pareció que conseguían por primera vez que la marea de personas les diera la espalda a los taxistas ilegales. Los voluntarios no se enfrentan directamente a los contrabandistas, pues Miratovac es un vecindario muy pequeño y hacerlo supondría asegurarse una pelea con sus vecinos.

"Ellos hacen su trabajo y nosotros hacemos el nuestro", explica Agón.

En cualquier caso, poco a poco su anuncio sobre la existencia de autobuses gratuitos ha ido calando. Uno tras otro, los taxis se fueron vacíos de Miratovac.

A pesar de que los voluntarios estén ganando la batalla contra la explotación de los refugiados en Miratovac, lo cierto es que hay gente deseosa de hacer dinero fácil a costa de su desgracia en cada parada del camino hacia el norte. En Miratovac, Mohammed, un refugiado de Aleppo, relata a VICE News que tiene un contacto en la frontera con Hungría que le ofrece eludir la identificación a través de huellas dactilares a su llegada por 500€.