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Los cristianos luchan para preservar el patrimonio amenazado por Estado Islámico

La comunidad cristiana en Irak es cada vez menos numerosa. Los ataques perpetrados por parte de Estado Islámico contra esta minoría incrementan su éxodo hacia Europa. Mientras, los sacerdotes cristianos tratan de salvar su historia de la destrucción.
Il monastero di S. Elijah a Mosul, Iraq (Foto via Wikimedia Commons)
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En sus esfuerzos por derrotar a Estado Islámico (EI), la comunidad internacional ha diseñado una estrategia. Pero, sobre el terreno, en el norte de Irak, un clérigo de la iglesia católica ha encontrado su propia fórmula para combatir a los yihadistas.

El padre Gabriel Tooma no empuña ningún arma. No está vinculado a ninguna de las diversas milicias cristianas que están luchando contra EI, en Irak y en la vecina Siria, para defender sus pueblos de los ataques terroristas. Lo que está haciendo, explica, es aún más importante para el destino de la minoría cristiana que vive en el norte de Irak: está recolectando antiguos manuscritos y reliquias y escondiéndolas en lugares seguros de la zona del Kurdistán para salvarlos de la furia iconoclasta y el terror de Estado Islámico.

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"Si Estado Islámico quema una iglesia podemos reconstruirla, pero los manuscritos son nuestra historia. Nos llevan a nuestras raíces, son parte de nuestra civilización", asegura. "Si consiguen destruir estos documentos, entonces estamos perdidos, y nuestra cultura será pasto del olvido".

Este sacerdote de 55 años, un jesuita como el papa Francisco, hablaba así durante una reunión que tuvo lugar el año pasado en el monasterio de Qosh, en la llanura de Nineveh.

Sus palabras se llenaron de sentido el pasado miércoles cuando trascendió la información sobre un grupo de combatientes de EI que hicieron exactamente lo que él se temía. Los militantes radicales arrasaron la iglesia cristiana más antigua de Irak, construida hace 1.400 años. Se trataba del monasterio de San Elías, en Mosul, situado a 50 kilómetros de Qosh.

Bélgica rescata a 244 cristianos de la devastada Siria en una operación encubierta. Leer más aquí.

A la luz de estos hechos, el padre Gabriel está tratando de salvar de la destrucción todo cuanto está a su alcance, incluyendo manuscritos que datan del siglo XI. Se trata de libros eminentemente litúrgicos, pero son tan viejos como el antiguo testamento, libros de medicina, y dibujos miniatura realizados por monjes. "Son libros de un valor inestimable". Él ha estado trabajando durante años, escaneando y archivándolos en soportes digitales con la ayuda de la ONG italiana Un Ponte Per y fondos de la Conferencia Episcopal Italiana.

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Los manuscritos son objetos delicados, que están siendo tratados con extremo cuidado por la restauradora italiana Irene Zanella, que forma a los iraquíes en la preservación de libros antiguos desde su base de operaciones en la ciudad de Erbil, la capital de la región autónoma del Kurdistán iraquí. Zanella y su equipo primero desempolvan los libros con un pincel blando y mullido, luego fotografían cada una de sus páginas, en vez de escanearlas. "Esta técnica evita dañar las páginas y la tinta", explica la restauradora. Su trabajo es parte de un amplio proyecto para salvar el patrimonio iraquí que se puso en marcha en 2004 en Bagdad y que luego se extendió al resto del país. Un proyecto que tiene lugar con la guerra civil, en la intervienen las divisiones religiosas y sectarias que resquebrajan al país, como telón de fondo.

Irak es un país de mayoría chiita, una rama del islam que gobierna el país, y una minoría musulmana sunita que lideró la nación hasta la caída del régimen de Saddam Hussein. Además, el país asiático cuenta con una minoría de católicos, que representa un 3 por ciento de su población total, y que es mayoritariamente católica como el padre Gabriel.

Junto con los yazidíes, que practican una religión pre-islámica y se cuentan entre los objetivos de Estado Islámico, el patrimonio cristiano está en grave peligro en Irak. Pero no es algo nuevo, esta realidad les persigue desde hace años cuando, en 2014, Estado Islámico empezó su campaña para limpiar el territorio controlado por cualquier religión o rama religiosa que no sea la suní.

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En 2006, una oleada de ataques terroristas golpearon la comunidad cristiana iraquí. Al menos tres arzobispos fueron asesinados y cientos de fieles perdieron su vida en atentados bombas a diversas iglesias cristianas. En consecuencia, los jesuitas ordenaron al padre Gabriel, y a otros ocho sacerdotes, que abandonaran Bagdad inmediatamente. "Sólo se quedó una persona vigilando el monasterio de San Antonio y me ordenaron que me dirigiera a Qosh", explica.

Al padre Gabriel también le encomendaron que se llevara con él los manuscritos más antiguos y preciados, que habían permanecido en el monasterio durante siglos. Pero el clérigo temía que el Ejercito iraquí le confiscara los libros en un puesto de control y tratara de venderlos luego. Así que trató de pasarlos clandestinamente: "Guardamos los manuscritos en cajas, cubiertas de mantas y cruzamos los dedos". El cura viajó durante más de 500 kilómetros en un convoy formado por cuatro vehículos y pasando por 63 puestos de control. "Nunca nos pararon", explica. "Llegamos sanos y salvos a Qosh".

Vista de Qosh en el norte de Iraq. Imagen por Benedetta Argentieri / VICE News 

El arriesgado periplo resultó bien y tanto el padre Gabriel como los libros — y muchos cristianos iraquíes — ganaron unos años de cierta tranquilidad y seguridad.

El 6 de agosto de 2014, Estado Islámico lanzó una importante operación en la llanura de Nineveh, tomando buena parte de la zona en su poder en tan sólo unos días. Los milicianos no encontraron resistencia de las fuerzas de seguridad iraquíes que se marcharon antes que el grupo de yihadistas llegaran. Medida que los terroristas avanzaban hacia Qosh, el pánico inundaba el ánimo de la pequeña comunidad cristiana.

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"Tan pronto como oí que se estaban acercando pensé que todo estaba perdido. Así que convencí a todos los paisanos para que emprendieran la huida. Sabía lo que les había pasado a los yazidíes y no quería que se repitiera", relata el padre Gabriel, refiriéndose a la minoría religiosa que había sido prácticamente exterminada por EI hacía sólo unos meses. "Agarré los manuscritos más importantes conmigo y esperé con fe el mejor posible".

Pero a Qosh le fue concedida la gracia. Estado Islámico se detuvo a sólo unos cuantos kilómetros de esta población. Entonces, el padre Gabriel volvió para recuperar lo que había dejado atrás —1.000 manuscritos que había escondido en zonas remotas del autónomo Kurdistán iraquí —. "No diré donde están, es una cuestión de seguridad. Sólo yo y otro cura conocemos su paradero", cuenta fumando un fino cigarro, una costumbre que importó de Italia, donde vivió durante unos diez años para formarse en el sacerdocio.

Las oleadas de violencia que ha experimentado desde la caída de Sadam Hussein lo han convertido, admite, en alguien extremadamente receloso en relación a los extraños.

Al Qosh, visto desde el monasterio del siglo VIII que corona una montaña, es la última población cristiana en todo la planicie de Nineveh, pero su situación es muy precaria. La línea del frente de EI está a sólo 10 kilómetros y Mosul, la mayor ciudad ocupada por este grupo terrorista, a apenas 50 kilómetros.

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Los 7.000 habitantes de Qosh están protegidos tanto por el ejército kurdo de los pershmerga como por la milicia de los sirios cristianos, pero el líder de facto es el cura local — el padre Gabriel, que también gestiona la escuela y el orfanato local.

Él es quien decide quien puede y quien no puede abandonar la ciudad. En su huida de Estado Islámico, los yazidíes son bienvenidos, dice, y también otro tipo de refugiados pero bajo una condición: no pueden ser musulmanes. El mandato cristiano para proteger a nuestros vecinos no es extensible a los musulmanes en Qosh. "Ellos pueden ir a cualquier otro pueblo cerca de la zona donde no hay cristianos", explica el padre Gabriel. "Qosh es el úncio lugar donde podemos vivir nuestra fe en paz. Y muchos musulmanes son colaboradores de Estado Islámico. No los queremos aquí", resume.

El padre Gabriel se ve a si mismo como una especie de guerrero religioso, luchando para mantener a salvo a los cristianos con un celo alimentado por la moral divina. "Hubo un chico cristiano que perdió a sus padres en Bagdad y la mezquita local quiso encargarse de su crianza", asegura. "No podía permitirlo". Así que organicé un convoy para rescatarlo y traerlo a Qosh, explica. Los otros 34 niños que están en el orfanato tienen historias similares. La mayoría perdieron a sus padres a causa del conflicto; en muchos casos, las familias los perdieron todo y dejaron a sus hijos con el cura, para garantizarle un plato en la mesa y un techo que los resguardara.

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El padre Gabriel Tooma con algunos niños del orfanato de Qosh. Imagen por Benedetta Argentieri / VICE News

El padre Gabriel no es la única figura cristiana en la zona con una posición tan dura respecto a los musulmanes. "Te puedo decir que el islam no extiende mensajes de paz", asegura Friar Najeeb Michaeel, un monje dominicano de 50 años que vive en Erbil y que consiguió escapar de la toma de Qaraqosh, situada a 30 kilómetros de Mosul, por parte de EI. Su visión sobre el islam ha cambiado desde la matanza por parte de islamistas radicales del arzobispo francés Pierre Claverie, quien ordenó a Friar como sacerdote, en 1996.

Él también se ha dedicado a salvar manuscritos, que empezó a recopilar en el primer monasterio de Mosul donde vivió a partir de los años 80. En 2007, recibió serias amenazas de muerte de grupos afiliados a Al-Qaeda en Irak y se mudó a Qaraqosh llevándose consigo algunos libros antiguos.

El 7 de agosto de 2014, tuvo que escapar otra vez. Estado Islámico avanzaba hacia Qaraqosh. "Eran las 5:30 de la mañana y vi que los terroristas llegaban con sus coches y sus banderas negras ondeando. Querían entrar para asesinar a la gente y secuestrar a mujeres. Le di la extremaunción a todo el mundo, pensé que todo se había acabado", relata. Afortunadamente, la gente que huía de Qaraqosh encontró un puesto de control abierto en la ruta hacia el Kurdistán y pasaron — pero tuvieron que abandonar sus vehículos.

"Miles de personas estaban intentando huir. Nosotros llevábamos muchos manuscritos en el coche. Así que pregunté a todo el mundo, unas 10 personas entre jóvenes y adultos, si podían cargar con los documentos hasta que pasáramos el control. Tuvimos que hacer muchos viajes, pero lo logramos". Qaraqosh sigue estando bajo el poder de Estado Islámico.

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Uno de los manuscritos protegido por Friar Najeeb Michaeel. Imagen por Benedetta Argentieri / VICE News

Ahora, la colección de manuscritos y pergaminos alcanza los 5.000, pero también tenemos pinturas, estatuas y otras reliquias. Como el padre Gabriel, él esconde estos documentos y objetos en lugares secretos. "Nosotros protegemos lo que ellos quieren destruir. Así luchamos contra Estado Islámico", resume.

En Erbil, protegida por los peshmergas kurdos, él compró un edificio con la ayuda de los monjes Benedictinos Americanos y donaciones privadas. Unas 60 familias de Qaraqosh viven ahí, pero muchos de ellos están tratando de huir del país para alcanzar Europa.

"La situación es muy dura. La mayoría de las familias eran de clase media, tenían todo lo que necesitaban para vivir, pero ahora no tienen nada y no pueden seguir así", dice describiendo el éxodo masivo de las familias cristianas hacia Europa.

De acuerdo con Emily Fuentes, coordinador de Open Doors, una ONG americana que ayuda a cristianos perseguidos en el mundo, la comunidad cristiana iraquí se ha reducido hasta los 200.000, comparado con el millón que se registraba en 2003.

"Estas cifras disminuyen diariamente. Cada vez más y más gente trata de marcharse", asegura. La mayor parte de la comunidad restante ha encontrado refugio en el Kurdistán, pero adaptarse a la vida allí es muy complicado. "Es una cultura completamente diferente, el idioma es diferente. Técnicamente, aún están en Irak, pero muchos lo sienten como otro país".

Incluso el padre Gabriel duda de si algún día habrá paz para la comunidad cristiana de Irak. "No sé que va a ser de nosotros. El futuro es sombrío. Piensa en lo que pasó en París, en esos ataques terroristas. Me temo que esto es solamente el principio", dice en una conversación telefónica tras la visita de VICE News a Qosh. Con todo, aún le quedan esperanzas: "continuaremos oponiéndonos al terrorismo a nuestra manera".

Mira el documental de VICE News Kurdos contra Estado Islámico en Irak: el camino a Mosul (Parte 1) aquí:

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