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Crónica de una masacre: 'En San Bernardino los tiroteos son el pan nuestro de cada día'

La ciudad californiana ha padecido un tiroteo masivo que ha saltado a las portadas de los medios de comunicación de todo el mundo. Sin embargo, los vecinos cuentan que están acostumbrados a escuchar uno o dos tiroteos al día.
Marisa Hernandez. (Photo par Brooke Workneh / VICE News)
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La matanza de San Bernardino ha dejado un reguero de 14 cadáveres y de 17 heridos en un centro de asistencia para discapacitados. Estados Unidos escruta hoy a la pequeña ciudad de California, situada 100 kilómetros al este de Los Ángeles. Tan solo unas horas después de la masacre, Marisa Hernández, una vecina de San Bernardino, se pregunta por qué ha tenido que suceder algo tan aberrante para que se hable, por fin, de la proverbial violencia armada en la ciudad.

"A mi hijo lo mataron con un Kalashnikov. Mi sobrino fue asesinado y su cuerpo fue calcinado y enterrado", cuenta Hernández. Está de pie, en una de las esquinas que quedan frente al Inland Regional Center, un centro de día para discapacitados, y el escenario del dantesco asesinato en masa de ayer por la mañana. Ahora todo el mundo está hablando de ello porque ha sucedido en una institución estatal. Pero la realidad es que aquí los tiroteos masivos se dan a diario. Y que las víctimas son nuestros hijos. Pero nadie habla de ello, ni nadie hace nada. Cada día. Literalmente. No habíamos visto nunca al alcalde dirigirse a los vecinos. Pero hoy se le ve hablando por todas partes de lo que ha pasado".

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Tiene los ojos cubiertos de lágrimas. Desenfunda su teléfono. Nos muestra una foto de Richard, su hijo Tenía 22 años. Luego muestra una foto del reposacabezas del coche de su hijo. Dice que lo asesinaron allí, dentro del coche. Hay un orificio de bala en el reposacabezas.

Hernández dice que le ha indignado el masivo despliegue policial y la abundancia de las cámaras de televisión. Se pregunta porque ha tenido que pasar algo así para que las autoridades competentes y los medios de comunicación decidan hablar de la violencia de su vecindario. La violencia armada es un clásico en la ciudad y es casi una forma de vida en Waterman Avenue, la calle en la que está situado el centro regional para discapacitados, cuenta.

A lo largo de los años 80 y de los 90, San Bernardino era conocida como "la capital del asesinato", declaró el año pasado un portavoz de la policía. La delincuencia disminuyó después de aquellos años salvajes. Sin embargo, en 2012 la ciudad se vio obligada a declararse en bancarrota; aquel año los servicios públicos fueron recortados drásticamente y el índice de asesinatos ascendió en un escalofriante 50 por ciento.

Andreas Montalvo trabaja en la gasolinera que queda a unas manzanas del centro de discapacitados. Montalvo relata a VICE News que, normalmente, escucha un tiroteo al días. Es el comportamiento habitual de los criminales de la zona

Ayer, sin embargo, se dio cuenta de que estaba escuchando otra clase de tiroteo.

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"Los primeros dos disparos fueron como los de cualquier otro día. Piensas, vale, es un tiroteo — se escuchó el típico boom, boom, lo normal", cuenta. Y luego hubo una pequeña pausa, y de repente la cosa se puso boom,boom, boom, boom… Montones de ráfagas de disparos", cuenta. "La verdad es que estoy acostumbrado a los tiroteos. Claro que cuando escuchas una descarga de disparos como esta… Te quedas de piedra. Yo todavía estoy tocado por las ráfagas de hace unas horas. Demasiados disparos en demasiado poco tiempo. Supongo que fue entonces cuando supe que algo no marchaba bien".

Un vídeo muestra un sangriento tiroteo entre bandas de motoristas en Texas. Ver aquí.

Dos mujeres rezan algunas manzanas más allá del escenario de los tiroteos. (Imagen por Brooke Workneh/VICE News)

Montalvo estaba afuera, rellenando el depósito de un cliente cuando se escucharon los primeros disparos.

"Lo normal es escuchar disparos una o dos veces al día", abunda. "Pero cuando llega los policías en masa — como 30 o 40 de repente — entonces sabes que ha pasado algo que no es como lo de cada día".

"Nos metimos dentro de la gasolinera y vimos como 10 vehículos patrulla bajaban a toda velocidad por la calle. Y luego irrumpió la policía local con 20 autos más. Y lo siguiente, te das cuenta, es la policía secreta. Y luego la policía de carretera. Entonces sabes que ha pasado algo gordo, porque ves a un montón de policías por todas partes".

Montalvo cuenta que es posible que las cámaras de vigilancia de la gasolinera hayan interceptado el momento de la huida. Por lo visto la empresa que administra la gasolinera les llamó para que rescataran las cintas. "Nuestras cámaras alcanzan a filmar toda la intersección. Creo que estaban intentando averiguar si se veía salir a un todoterreno de la escena del crimen", narra Montalvo.

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Las autoridades han proclamado que no descartan que los atentados tengan algún vínculo terrorista, aunque lo consideran improbable. Los asesinos, una pareja identificada como Syed Farook y Tashfeen Malik, abrieron fuego a discreción en mitad de una fiesta que estaban celebrando los empleados del centro de salud pública de San Bernardino, el lugar de trabajo del propio Farook. Por lo visto, los hechos sucedieron después de que Farook abandonara la fiesta tras una discusión. Poco después volvió hasta el centro de salud acompañado por su pareja, Tashfeen. Ambos iban armados hasta los dientes y abrieron fuego a discreción. La policía les abatiría mortalmente a ambos horas después, tras una trepidante persecución.

La escena del crimen fue inundada enseguida por un masivo despliegue policial. Agentes de la policía local y de la policía federal patrullaban las inmediaciones, y agentes del FBI, del departamento de Seguridad Nacional, y de la brigada de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, también se habían personado en el lugar de los hechos junto a decenas de policías de los municipios colindantes.

(Imagen por Brooke Workneh/VICE News)

Denise es una profesora de primaria en la escuela Norton, situada a un kilómetro y medio del lugar de la matanza. Denise cuenta que lo de ayer por la mañana "no es nada nuevo".

"Yo me encuentro cada día con cosas que no quiero ver", cuenta a VICE News. "Tiroteos desde los automóviles, delincuentes a la carrera, funerales por alguien que ha sido disparado. Lo ves cada día, pero nunca sale en las noticias".

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Denise no pudo llegar a casa ayer al salir del trabajo. La policía había bloqueado la calle. Así que se sumó a la improvisada concentración de vecinos en la gasolinera. Dice que la escuela en que trabaja cerró sus puertas después de que los padres de los alumnos llamaran para decir que estaban siguiendo las noticias del tiroteo en televisión.

"Cundió el pánico entre muchos padres. Vinieron a llevarse a sus hijos", cuenta. "La dirección de la escuela nos contó que había habido un tiroteo y una bomba".

Un individuo yace en el suelo esposado después de un accidente de tráfico sucedido durante la persecución a los dos autores de la matanza. El tipo no estaba relacionado con la mascare. (Imagen de Phoebe Barghouty/VICE News)

Kenneth Kilpatrick vive a una manzana del lugar de la matanza.. Kenneth cuenta que estaba en el cobertizo del jardín trasero de su casa. Estaba haciendo un poco de bricolaje con herramientas ruidosas cuando estallaron los primeros disparos. Pero no llegó a escucharlos.

"Un amigo me ha llamado y me ha dicho '¿Te has enterado de lo que ha pasado?', cuenta Kilpatrick. "Y nada, he ido a encender la televisión y me encuentro con que todo esto ha pasado en el barrio donde he crecido".

Kilpatrick también está acostumbrado a la violencia.

"Aunque lo máximo que había pasado por aquí eran asesinatos callejeros. Como en cualquier otro barrio", dice. "A veces sucede entre familiares… Esto es San Bernardino; o sea, el este de San Bernardino".

Información adicional de Phoebe Barghouty y Brooke Workneh

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