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Cómo una declaración pactada de culpabilidad de 14 años se convirtió en cadena perpetua

Christopher Young sabía que debía cumplir condena por tráfico de drogas. Creyó que pactar su culpabilidad a cambio de una pena de 14 años era un castigo excesivo y decidió ir a juicio. Ahora en lugar de los 14 años que le ofrecían, cumple cadena...
Imagen por Taylor Dolven/VICE News
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Christopher Young practicaba su declaración en la ducha. Hablaba deprisa, mucho más deprisa de lo que lo hace en las charlas casuales. Pero no era porque estuviera nervioso. Lo hacía porque había cola — otros reclusos esperaban para meterse en la ducha.

Young llevaba 4 años encerrado en la prisión de McCreary, en el condado de Kentucky. Él y otros 27 individuos de su pueblo, Clarksville, en Tennessee fueron detenidos en 2010 por un delito de drogas. La mayoría del resto de convictos aceptaron negociar sus penas a través de declaraciones pactadas de culpabilidad. Sin embargo, a Young la duración de la pena que le ofrecían le pareció desproporcionada. Así que prefirió ir a juicio.

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Young estudió enciclopedias durante su estancia en la cárcel. Estaba convencido de que eso le ayudaría. Las notas que escribió mientras leía cada libro de manera meticulosa, formarían parte de su discurso de defensa durante la vista de su caso. Quería comparar los asombrosos logros populares de la historia de Estados Unidos con el extravío de su propio potencial. Deseaba comparar las experiencias de ilustres afroamericanos, con la suya propia, la de alguien que cae en el tráfico drogas.

El 28 de septiembre de 2014, Young acudió al tribunal enfundado en una sudadera naranja. Mientras entraba en la sala, su mirada se quedó clavada en la de Sunny Koshy, el asistente del fiscal del distrito. Young recuerda que Koshy ya no dejaría de mirarle durante todo el juicio.

Después de cumplir con las formalidades de rigor, el responsable de los jueces de distrito de Estados Unidos, Kevin H.Sharp le preguntó a Young si deseaba dirigirse al tribunal. Era el momento que el joven de 27 años se había preparado durante tanto tiempo. Se acercó al estrado para hablar — sin embargo no lo hizo ni para proclamar su inocencia ni para reclamar indulgencia.

Christopher Young sabía que se iba a pasar el resto de su vida en prisión.

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Un jurado consideró en 2013 que Young era culpable de tres delitos cometidos aquel mismo año. Se pasó el año siguiente sentado en prisión a la espera de una sentencia oficial. Sin embargo, la larga tradición sentada durante décadas por viejas sentencias federales y sus castigos imperativos contra delitos de drogas, dejaban poco lugar a la imaginación.

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A principios de 1990, Estados Unidos alcanzó su cumbre en número de delitos. Muchas informaciones asociaban el aumento de los índices de criminalidad con el incremento del consumo de crack. Los políticos advirtieron de la situación y el congreso de Estados Unidos respondió diseñando una serie de castigos forzosos en delitos de drogas en virtud de dos factores: el tipo de sustancia y la cantidad de drogas. La legislación desposeyó a las jueces de sus proverbiales facultades para ponderar aspectos como hasta qué punto una persona estaba o no involucrada en un delito, o desentrañar las motivaciones del individuo.

Asesinatos, maldiciones y joyas robadas: el caso 'diamante azul' 25 años después. Leer más aquí.

Comoquiera que los castigos están determinados por la cantidad de drogas asociadas al delito, los fiscales saben exactamente cuánto necesitan probar para invocar a las sentencias forzosas. Así, los fiscales pueden asegurarse una declaración de culpabilidad y eludir el juicio. Les basta con amenazar al acusado de la existencia de las penas forzosas; de contarles que si su caso va a juicio, el juez no tendrá otra alternativa que imponer la sentencia más elevada. Por ejemplo, si alguien es condenado por estar en posesión de 280 gramos o más de crack, la sentencia mínima es de 10 años, sin perjuicio de lo que diga el juez. Claro que si los acusados se avienen a declararse culpables, los fiscales pueden, a veces, reducir la cantidad de drogas del cargo, para permitir una sentencia más ligera. En ocasiones, de hechos, los fiscales aceptan retirar el resto de cargos restantes.

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"La mayoría de las sentencias están orquestadas por los fiscales", asegura Barry Krisberg, profesor de derecho en la universidad de Berkeley. "La asesoría personalizada es todo un mito", remata.

Hoy, solo el 3 por ciento de los acusados a nivel federal elige defender sus casos frente a un jurado; el resto, el otro 97 por ciento, se declara culpable. Según un análisis de los datos de la Comisión de Sentencias de Estados Unidos elaborado por VICE News, la mayoría de los acusados por tráfico de cocaína a nivel federal que se declararon culpables en 2014, fueron sentenciados a penas de prisión de nueve años o menos. El promedio de años para los acusados de delitos de tráfico de cocaína a nivel federal que iban a juicio, se multiplicaba por dos. Es más, alrededor de un tercio de los que iban a juicio eran sentenciados a penas de 20 o más años (sin contar las penas de cadena perpetua).

Las sentencias federales en materia de estupefacientes "provocan que la gente considere seriamente renunciar a su derecho a un juicio justo", explica Jeffrey S.Frensley. Frensley representa a un grupo de abogados privados pagados por la Ley de Justicia Criminal de Estados Unidos para trabajar de oficio con clientes sin recursos. "Son leyes que te castigan por haber decidido ir a juicio, de modo que provocan que, a menudo, la gente no prefiera acogerse a su derecho a un juicio justo".

Frensley describe esta particularidad como "el impuesto de litigación".

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Young aseguro que rechazó la oferta de declararse culpable a cambio de 14 años en prisión que le hizo Koshy porque la consideraba exagerada. Según Young, la segunda oferta que le hizo Koshy ya no era de menos años; al contrario, le proponía 22. Young tenía 22 años cuando fue detenido y dice que no se sentía capaz de aceptar lo que habría sido casi el equivalente a una sentencia de cadena perpetua.

"No creo que el miedo debería de ser un factor", explica Young a VICE News desde la prisión federal de Pine Knot, en Kentucky, donde está detenido actualmente. "Pensé: Si pierdo, me busco la vida. Si gano, me voy a casa. Valía la pena"

El promedio de años a que fueron condenados el resto de acusados que aceptaron declararse culpables es de 14 años. La sentencia más alta que recibieron fue una de 25 años. La más baja, otra de dos años y medio.

Tanto Young como el resto de hombres que decidieron ir a juicio han terminado siendo condenados a cadena perpetua.

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Koshy también presentó lo que se conoce como la enmienda 851 en el caso de Young. Según esta provisión los fiscales podrán perseguir implacablemente a todos aquellos acusados que reinciden en delitos de drogas. De tal modo, los fiscales podrán incrementar sustancialmente la pena para alguien que ya acumula uno o dos antecedentes. En el caso de Young, la enmienda 851 estipula elevar el castigo forzoso mínimo a cadena perpetua, debido a los antecedentes acumulados: uno por estar en posesión de drogas y de arma de fuego en 2006; y un segundo por estar en posesión de menos de medio gramo de cocaína, en 2007.

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"A medida que las leyes se han vuelto duras, hemos avanzado hacia una serie de sentencias donde la contemplación de mejoras y de castigos sonaba bien políticamente y funciona muy bien para el tribunal", afirma Krisberg. "Al tribunal no le queda otra alternativa que usar esas enmiendas".

Este es un hecho que no ha pasado por alto a los jueces. En 2013, el juez Mark W.Bennett, asociada al distrito norte de Iowa hizo un llamamiento a la "aplicación arbitraria" de las mejoras de las sentencias "un pequeño y sucio secreto de las sentencias federales "profundamente perturbador, impactante y, a menudo, repetido".

La posibilidad de aplicar la enmienda 851 es discrecional. La pueden invocar todos los fiscales, sin embargo existen enormes discrepancias sobre cómo aplicarla. A veces la enmienda 851 se presenta y luego se retira, especialmente cuando el acusado se aviene a declararse culpable.

"La enmienda de mejora 851 se usa a menudo como una oferta de culpabilidad inmejorable sobre la cabeza sentenciada del acusado", detalla Bennett a VICE News. "Se puede retirar en cualquier momento antes de la sentencia. Entonces el fiscal puede decir: 'Si te declaras culpable, la retiramos'".

El centro penitenciario de McCreary, donde Young está alojado. (Imagen por Taylor Dolven/VICE News)

El departamento de Justicia de Estados Unidos publicó datos sobre la aplicación de la enmienda 851 por primera y única vez en 2011. Las informaciones cubrían 14.000 casos registrados entre los años 2006, 2008 y 2009. Fue durante ese periodo de tiempo cuando el estado de Tennessee observó una disparidad más elevada en la aplicación de la misma. El departamento de Justicia no supervisa actualmente el uso que se hace de la enmienda, pero en un comunicado enviado a VICE News, un portavoz relata que el departamento de Justicia está "trabajando en la Comisión de Sentencias para examinar la imposición de las mejoras de la enmienda 851".

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"La duración de tu sentencia está basada en tu voluntad de olvidarte al derecho a un juicio. No tiene nada que ver ni con lo que hiciste ni con tu culpabilidad", explica Jamie Fellner, autor de un informe para Human Rights Watch (HRW) sobre los abusos procesales, titulado An offer you can't refuse (Una oferta irrechazable). "Se trata de una violación en toda regla de los derechos procesales".

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Young reconoce que estaba delinquiendo.

El día 10 de diciembre de 2010 fue detenido en la gasolinera Shell de Clarksville. Young se encontraba entonces con Robert Porter, que sería más adelante imputado como el líder de la trama de estupefacientes, y con otros dos individuos. La DEA había pinchado el teléfono de Porter seis meses antes del arresto, pero Young no era entonces ninguno de los objetivos de la investigación.

Según la policía, Young se encontraba de pie, junto al asiento del pasajero de vehículo de Porter, hablando con este. Se encontraron 850 gramos de cocaína y medio kilo de crack en el interior del coche. Además, cerca de donde estaba Young se encontraron también 10.000 dólares en metálico. Young, que tenía su automóvil aparcado muy cerca, tenía una pistola en su guantera. La gasolinera estaba a quinientos metros de un instituto.

Young y sus otros dos co-demandantes, Demtrius Duncan y Alto Parnell, ejercieron su derecho a ser juzgados por un jurado. A los cuatro días de juicio, el día 12 de agosto de 2013, el entonces fiscal general Eric Holder emitió una circular a todos los fiscales federales que desearan aplicar la ley de manera más justa.

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"Tenemos que asegurarnos de que nuestras condenas mínimas obligatorias están reservadas a graves delitos relacionados con el tráfico de drogas violento o al tráfico del más alto nivel", escribió Holder. "En algunos casos, el mínimo exigible y las enmiendas sobre delitos reincidentes han desembocado en sentencias excesivamente duras que no reflejan fielmente los principios de enjuiciamiento federal exigibles. Las condenas largas para delitos de drogas no violentos y de cantidades pequeñas no promueven la seguridad pública ni la disuasión ni la rehabilitación".

'Cuando estudio en mi celda me siento como si estuviese estudiando en mi dormitorio universitario'.

En la circular se establecen las directrices para la aplicación de la enmienda. En virtud de la misma, se alienta a los fiscales a orientar a los acusados no solo en los aspectos cuantitativos de la condena, sino también a considerar sus circunstancias y a garantizar que la aplicación de la enmienda 851 no resulte "en una sentencie desproporcionada o en un aumento del número de co-demandantes".

Pese a ello, Kosh tiró adelante y aplicó la 851. Y, en aplicación de la misma, Young fue declarado culpable de delito de asociación de conspiración con intento de posesión y tráfico de 500 gramos de cocaína y de 280 de crack, de tentativa de tráfico en los aledaños de un instituto y de posesión de un arma de fuego en un delito de tráfico de estupefacientes. Youg también se declaró culpable del quinto cargo — delito de posesión de arma de fuego.

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Seis días después de que Young fuese declarado culpable, el 29 de agosto, Holder urgió a los fiscales a aplicar las nuevas directrices en casos de acusados que están a la espera de sentencia. Y tal era el caso de Young en aquel momento.

La abogada defensora de Young, Hallie McFadden escribió un email a Koshy en que le invitaba a considerar rescindir la enmienda 851, a la luz de las nuevas directrices. La abogada esgrimió que Young tenía antecedentes por delitos de drogas de escasa relevancia, en uno de los cuales era por menos de medio gramo de cocaína. También relató que Young no era el líder de ninguna trama; que la pistola que descansaba en su guantera no fue utilizada para la comisión de un crimen, y que la aplicación automática de la cadena perpetua que provocaría la aplicación de la enmienda 851, generaría un caso de agravio comparativo y de sentencia desproporcionada, respecto a declaración de culpabilidad de Porter a cambio de 25 años. Sin embargo, los argumentos de McFadden y de la circular de Holder, Koshly le dijo a McFadden que pensaba aplicar la 851.

"Pensé que iba a vomitar", cuenta McFadden al evocar la respuesta de Koshy.

El 8 de septiembre de 2014 Young fue sentenciado a sendas penas de cadena perpetua.

"Los tres chicos que llegaron con menos ofensas son los que se han llevado los castigos más duros", declaró Sharp durante la vista de la sentencia de Young. "No sé cómo arreglarlo".

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Koshly, pese a todo, insiste en que Young no reunía los requisitos exigidos por Holder para eludir la dura sentencia mínima obligada.

"Está claro que del acusado está en posesión de un arma de fuego cargada durante una transacción con estupefacientes", ha respondido Koshy a VICE News. "No puede decirse que sea alguien no violento. Además, de acuerdo con las múltiples discusiones que el acusado había mantenido en relación a sus previos y múltiples intentos de comprar cocaína, y de acuerdo con las grandes cantidades de cocaína que se estaban adquiriendo, no puede decirse que fuese alguien irrelevante. Por no mencionar, además, que había cocinado cocaína para convertirla en crack y sacarle el máximo beneficio. Tu presunción de que las directrices del Fiscal General fueron ignoradas, no tiene ningún fundamento y no podría estar más alejada de la realidad".

La diferencia de opiniones delata los problemas que rodearon a la publicación de las directrices de Holder.

"Si analizas los términos empleados en las circulares de Holder, observas que son muy amplios", dice Barkow. Eso, cuenta, provoca que su lectura pueda ser infinitamente distinta dependiendo del fiscal que la contemple.

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Después de ser sentenciado, Young fue enviado al centro de transferencia de la Agencia de Prisiones Federales para ser procesado. Era la primera vez que iba en avión.

De allí fue transferido a Kentucky, para empezar a cumplir con su condena. Ahora dice que echa de menos la biblioteca de la prisión del condado; ahora los únicos libros a los que tiene acceso son aquellos que lograr que le manden sus amigos. Actualmente es tutor de matemáticas para aquellos de sus compañeros que intentan sacarse el graduado escolar.

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Young mide casi dos metros y anda con una cojera que achaca a una anemia falciforme. A pesar de que nunca ha llevado aparatos, tiene una dentadura es perfecta. A menudo repite las expresiones "etcétera, etcétera" y "es lo que hay". Y dice que no se merece una condena superior a una de 6 a 8 años.

"No es necesario que una persona se pase 10 años encerrada para recuperarse", asegura. "Yo me lo tomo como si estuviera en la universidad. No voy a las fiestas de las fraternidades ni habló con chicas, pero es el momento de afilar mis aptitudes Cuando leo en mi celda, es como si estudiara en mi dormitorio".

Young creció en Clarksville, a una hora en coche de Nashville. Durante gran parte de su infancia, hasta el agua potable era un lujo tanto para él como para su hermano Robert- Su madre, Penny Hooker, tenía largos antecedentes por consumo de droga, y se pasó la mayor parte de la infancia de sus hijos en prisión.

Conforme iban creciendo, los hermanos vivían repartidos entre distintos domicilios familiares y las casas de sus vecinos.

"Es difícil prestar atención a un libro cuando te sientes fatal, cuando se ríen de tu aspecto, o cuando llevas la misma ropa que el día antes y tienes los zapatos cosidos a agujeros", relata Young. Limpia su celda al menos una vez al día. Y, algunos días, hasta se ducha dos veces.

Young empezó a vender drogas cuando era adolescente. Hizo dinero desde muy temprano. Los niños de su barrio, recuerda, siempre le perseguían los días en que les entregaban las notas. Sabían que Young pagaría en metálico a cualquier que hubiese sacado excelentes y notables.

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"Recibía algo de dinero hasta por los aprobados", recuerda Young. "Cuando se trataba de un aprobado muy apurado, como un 5, no paraba de hablar".

Finalmente tanto Young como su hermano terminaron en la casa de acogida Dorothy Brown, que es el nombre de la mujer que la dirigía, un lugar al que los amigos del barrio habían bautizado como Big Mama. Christopher todavía lleva un tatuaje con la dirección de su casa en el brazo izquierdo. A los 73 años, Dorothy Brown luce un pelo naranja oscuro y la misma sonrisa humeante y gutural. Dice que para ella, Christopher es su nieto.

"A mí no me importa la sentencia que les caiga. En realidad, la sentencia siempre es la misma para todos: madres, hermanos y niños. "Al final todos tienen que aprender a vivir con ella", comenta Brown, que también tiene un nieto en prisión. "Así que cuando les sentencian a ellos, están sentenciando a la familia entera".

La casa de Brown está cubierta de fotografías de los niños de los que se ha hecho cargo durante su vida. Las imágenes trepan por las paredes, recorren las estanterías y están estampadas hasta en las bandejas. Algunos de los chicos siguen en prisión. A otros les va bien — y otros, como Robert, el hermano de Christopher, están muertos. El día de año nuevo de 2007, Christopher descubrió a Robert tendido sobre el sofá de su madre con un tiro en la cabeza. Todo apunta a que se suicidó.

"De repente, la única persona que había entendido todas las calamidades por las que había pasado, se había ido", recuerda Young. "Estaba perdido y no paré de tomar decisiones equivocadas".

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Una de las últimas cosas que Young se compró antes de que le detuvieran son un par de Nike Air Jordan Retro XII Flints, por las que desembolsó más de 500 dólares. Después de una temporada en prisión, se las regaló a Clinton Person, un amigo de toda la vida. Young le alienta para que se las siga poniendo a día de hoy. Pero Person se resiste a hacerlo, y las mantiene impolutas en el armario a la espera del día en que salga su amigo.

"Me siento como si hubiésemos sido entrenados para gran parte de lo que es", comenta Person de la vida en prisión. "Muchas de las mismas agresiones y de las mismas injusticias, el mismo tipo de adversidades con las que te encuentras allí, son las mismas que te rodeaban en el ambiente en que creciste".

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Durante la vista de su sentencia, Young se quedó en el estrado, preguntándose si se acordaría cómo pronunciar correctamente todo su discurso de defensa. Se lo había preparado en prisión durante todo el año anterior. No se llevó nada por escrito.

"Primero y antes que nada, me gustaría darle las gracias, a usted muy honorable juez Sharp y a todo el tribunal por permitirme hablar hoy aquí", empezó. "Espero que toda la gente que está aquí haya tenido una buena mañana".

Mientras Young hablaba de un discurso que George Washington proclamó en 1783, el juez Sharp le interrumpió. Acostumbrado como estaba a la velocidad a la que aprendió a recitar el discurso, en la ducha, Young salió a la palestra y se puso a hablar a una velocidad increíble.

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"¿Podría interrumpirle un segundo para pedirle que vaya un poco más despacio? De tal manera, podré entender todo lo que dice", le dijo Sharp. "Quiero escucharle — y al taquígrafo tampoco le vendría mal, que lo tiene que apuntar todo".

Más lentamente, Young habló de historia de los Estados Unidos, de teoría económica, de historia del arte y de filosofía griega. Descubrió todos los conocimientos que acumuló durante todos los años que se pasó devorando bibliotecas en todas las prisiones en las que estuvo.

Dijo que los jóvenes de Clarksville "no se cruzan con ningún vecino que haya triunfado jamás, a no ser que se trate de grandes narcotraficantes o de raperos… [Los chavales] no sabían que Ken Chenault, el presidente de la compañía American Express, un inagotable suministrador de servicios financieros, es un hombre negro. Y mucho menos sabían que algún día podrían llegar a ser como él".

La madre de Young escuchó a su hijo en la sala del tribunal y, se sintió, cuenta, orgullosa. Brown, la cuidadora cuyo nombre está escrito en el brazo de Young, se quedó fuera de la sala, incapaz de reunir la fuerza necesaria para entrar. Los amigos de Young que acudieron a la vista se partieron de risa cuando Young dijo que presumía que al juez Sharp no le gustaría la música rap.

"¿Cómo lo ha sabido?", se preguntó Sharp.

A medida que iba hablando, Young repetía una frase o una variación, una y otra vez. "Si se me concediera la oportunidad de reintegrarme en la sociedad a su debido tiempo…"

"Gracias por tratarme como a un hombre y por mirarme como a un hombre", dijo Young al terminar su discurso. "Alguna gente está acostumbrada a mirarnos como si fuésemos cualquier otra cosa. Simplemente porque hemos cometido errores y hemos terminado abocados al otro lado de la ley".

Young fue a sentarse y vio cómo su madre se balanceaba hacia delante y hacia detrás en su asiento para mantener la calma.

Las últimas palabras de Young, no fueron las últimas de la vista. Ahora era Koshy quien esperaba su turno para dirigirse al tribunal.

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"El señor Young ha mencionado a mucha gente de la que no sé nada", proclamó el fiscal para referirse al discurso de Young. "Está corte y el acusado han leído mucho más de lo que yo haya leído nunca. Siento en las entrañas y veo el dolor que el acusado ha infligido en todos aquellos que le rodearon mientras traficaba con drogas. Y de eso es de lo que estamos hablando. Esa es la razón por la que el Congreso ha promulgado las leyes que ha promulgado".

Young se sintió como el que cumple con sus objetivos. Su discurso había sido registrado. Quedaría un documento público como testigo de su comparecencia "erudita, bien sopesada e inteligente que tantas pocas veces se ve". Uno de sus amigos entre la audiencia proclamó entre susurros: "Lo que ha dicho es mierda de la buena". Más adelante Young iba a enviar el discurso a los amigos que no habían estado allí para escucharlo.

Sin embargo, antes de que Young abandonara el tribunal, hubo una última llamada al orden.

"Se supone que cada acusado tiene que ser tratado individualmente", expresó el juez Sharp ante la corte. "No creo que sea algo que esté sucediendo en este caso. Pero usted está sentenciado a cumplir con una condena de reclutamiento bajo custodia de la agencia de prisiones de por vida".

Aram Chung ayudó a analizar los datos de este artículo.

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