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ESPAÑA

Deportaciones por mar y aire en España: 3.373 expulsados en 2014

Los llamados vuelos de la vergüenza les salen caros a España. El pasado 9 de marzo se propuso la adjudicación de un contrato a Air Europa y Swiftair de 11.985.600 euros para realizar 2.572 deportaciones.
Aeropuerto de Saint Louis, Senegal. Vuelo Air Europa con deportados desde España. Imagen por Luís de Vega

S. se había rendido. Aquel iba a ser un viaje a la derrota. Su gran aventura europea había fallado. Y allí estaba sentado en el avión que le llevaría de vuelta a Dakar tras haberse acogido al programa de retorno voluntario, a un paso de volver a empezar. Pero una vez más las cosas no salieron como había calculado aquel 18 de marzo de 2015.

En ese vuelo comercial de Iberia repleto de senegaleses que provenían de distintos países de Europa viajaba en una de las últimas filas Bocart, un chico al que deportaban forzosamente y que estaba a punto de conseguir el arraigo tras cinco años en España. Una de esas historias que S. había escuchado tantas veces y que le hervían la sangre. El revuelo comenzó cuando el avión ya estaba en pista listo para despegar. Bocart empezó a gritar de forma desesperada que no quería marcharse. Alguien se quitó el cinturón de seguridad y se puso en pie. Varios se le unieron. S. también con un mensaje unánime: "No queremos volar con alguien que va contra su voluntad".

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La tripulación empezó a ponerse nerviosa. Las azafatas y los policías que escoltaban a Bocart pedían a los pasajeros que se sentaran sin éxito y a Bocart que se callara. Le condujeron hacia la cabina de forma que el resto del pasaje podía oír los golpes pero no verlos. Lo siguiente, un titular: "Diez detenidos y cuatro heridos en un motín de pasajeros en Barajas para evitar la deportación de un senegalés". Les acusaron de atentado contra la autoridad, lesiones y alteración del orden público.

S. y Bocart estaban entre ellos. Para ambos el comienzo de una nueva vida arrancaba más difícil todavía, con una cita judicial pendiente.

"Lo llamaron motín pero era una respuesta de desobediencia civil ante un uso efectivo de la violencia por parte de la policía. La historia de las deportaciones está plagada de malos tratos policiales que pasan desapercibidos y sin ninguna respuesta de solidaridad", explican en un comunicado del grupo de trabajo @stopdeportacion

La deportación de Bocart se aplazó. Al igual que había ocurrido un mes antes con la de un guineano al negarse el comandarte a llevar a un pasajero guineano esposado por motivos de seguridad. Una pregunta parlamentaria del grupo vasco Amaiur al Gobierno español, revelaba que entre enero de 2010 y diciembre de 2014 las autoridades españolas anularon 4.701 expulsiones previstas de migrantes en avión, por falta de documentación o amenaza para la seguridad del vuelo. Aunque en esos mismos cuatro años se han expulsado 26.491 personas, de las cuales 9.410, en vuelos internacionales.

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Dos minutos de indignación

Cuando J. oyó gritos en la parte trasera del avión y se dio cuenta de que lo que estaba ocurriendo empezó a grabar con su móvil. "¡Suéltame coño!", "¡Abusadores, abusadores!", "¡Capitán, Capitán!", "Mi muñeca, me hacen daño". El vídeo, de una extraordinaria violencia, muestra cómo tres hombres y una mujer intentan reducir a un hombre. Ella le golpea hasta ocho veces mientras los otros tres le sujetan. A su alrededor el resto de pasajeros y azafatas observan la escena tensos. "Mírala, una verduga, ella", dice una mujer. "Pues nos va a dar el viaje", añade un chico.

No llega a dos minutos. Pura indignación. Más aún cuando se descubre que los autores de la paliza son cuatro policías y el golpeado un joven que iba esposado. Su nombre, Dawlin Sánchez, dominicano. Fue deportado contra su voluntad tras 14 años en España, después de pasar por la cárcel. Él intentaba resistirse. Gritando.

El vídeo fue difundido masivamente en redes sociales por Stop Deportación aunque quien lo grabó y quien lo difundió en Facebook por primera vez no se atreve a dar su nombre por miedo. Quién si habló desde su país fue el deportado, Dawlin Sánchez, "Me golpearon ya antes de subir al avión, se burlaron y me trataron como a un perro", describió.

El vídeo de la paliza inundó las redes sociales, el Consulado de República dominicana y la Comisión Nacional de Derechos Humanos de República Dominicana pidieron una investigación y criticaron el uso de la violencia en el vuelo. Parecía que el escándalo estaba servido… pero igual que la historia creció con la fuerza de las imágenes, murió. Se abrió una investigación policial, de cuyas conclusiones aún la policía no ha informado. Pero desde las ONG y plataformas que denuncian los abusos en estos vuelos repiten que los agentes pueden ampararás en el protocolo de deportación para justificar estas actitudes. Es decir que era legal, si argumentan que la seguridad del vuelo corría peligro.

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"Que sea legal no lo hace legítimo, también eran legales los trenes de la Alemania nazi. El protocolo permite tal nivel de violencia que repite hasta tres veces que el límite para reducir a un deportado es que no se amenacen las constantes vitales del detenido. Ampara y autoriza la fuerza policial, que ellos reflejan como "contención" pero es obscena, cruda y desproporcionada", explica el sociólogo especializado en deportaciones de extranjeros Christian Orgaz, coautor de la investigación y el libro Paremos los Vuelos.

Un protocolo inquietante

Este protocolo se creó en 2007 tras la muerte por asfixia del nigeriano Osamuyi en el vuelo de repatriación, cuyas circunstancias no llegaron a aclararse del todo, en opinión de Orgaz.

En el texto se reflejan en varias ocasiones "la observancia de los Derechos Humanos" y el "respeto a los derechos individuales de los repatriados", o incluso que los agentes se abstendrán "de cualquier práctica abusiva, arbitraria o discriminatoria", pero luego matiza. Permite, por ejemplo, el uso de "medidas coercitivas si fueran necesarias" como lazos de seguridad, prendas inmovilizadoras, cascos protectores, esposas, o cinta reforzada aunque rigiéndose por los principios de "congruencia, oportunidad y proporcionalidad en la utilización (…) respetando el honor y la dignidad de las personas a su cargo", aunque matizan hasta en dos ocasiones que cuando se apliquen esas medidas "en ningún caso se podrán comprometer las funciones vitales del repatriado". También prohíbe el uso de sedantes "salvo prescripción facultativa, cuando fuera necesario por razones de seguridad del vuelo".

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"En la práctica todo está permitido, con el argumento del peligro para la seguridad del vuelo: sedarlos, encapucharlos, atarlos, eso sí, con un límite, la muerte, que ellos reflejan diciendo 'mientras no se comprometan las constantes vitales de los repatriados", apunta Orgaz.

¿Pero que dice el Derecho Internacional sobre este tipo de deportaciones? La experta en derecho Internacional de las migraciones de la universidad Carlos III, Carmen Pérez, explica que no existe ninguna normativa específica al respecto, sino directrices del Consejo de Europa que no son vinculantes y que permiten que se use la fuerza para reducir a una persona que no quiere irse. Sin embargo aclara que existen normativas que condenan los malos tratos o que sedar a un pasajero puede considerarse degradante, aunque debe ser un juez quien determine el límite.

"Desde luego que pegarle una paliza a alguien como lo que se ve en el vídeo puede ser un delito que debería ser denunciado. Pero es cierto que hay cierta impunidad, primero porque las supuestas víctimas ya no están en España y o tienen una organización que les defienda desde aquí o es muy difícil que prospere algo así", concluye.

Los vuelos

El año pasado España devolvió a 3.373 inmigrantes en operativos de repatriación, según el informe del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura que depende del Defensor del Pueblo. De ellos, el 24 por ciento fueron deportados en barco y el 76 por ciento (2.572), en 35 vuelos internacionales, en 19 vuelos a Melilla y 90 a Ceuta para pasar la frontera a Marruecos desde allí.

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Las deportaciones aéreas pueden hacerse o bien en vuelos comerciales, como el caso de Bocart, o bien en vuelos macro, operados exclusivamente con este objetivo y en los que no hay testigos. Puede fletarlos Frontex (17 de los 35 vuelos internacionales), la agencia Europea para la gestión de las fronteras, o la Comisaría General de Extranjería y Fronteras (18 vuelos), que depende del Ministerio de Interior.

Aeropuerto de Saint Louis, Senegal. Vuelo de Air Europa con personas migrantes deportadas por las autoridades españolas en 2006. Imagen por Luís de Vega.

"Nos dimos cuenta de que había mucha oscuridad informativa. Así que decidimos investigar y cruzar los datos de la web de Frontex, de los informes del Mecanismo de Prevención de la Tortura y de los testimonios de los deportados y así realizamos el informe Paremos los vuelos", explica Orgaz.

Aclara que la diferencia entre los vuelos macro y los comerciales es que los macro son fletados específicamente para esto, sólo viajan inmigrantes y uno o dos policías por inmigrante, y despegan de una zona más discreta, junto a los hangares de la zona de La Muñoza. Los que fleta el ministerio de Interior son directos, mientras que los de Frontex hacen varias escalas por Europa.

"No es posible pensar los vuelos sin las redadas policiales los días previos", sentencia Orgaz, y añade, "hemos detectado cómo la policía se sirve de todo tipo de argucias como citaciones a comisaría 'por asunto de su interés', realizan identificaciones masivas en la vía pública y, a medida que se acerca el vuelo la desesperación aumenta, llegando a ir a buscar a las personas migrantes a sus propios hogares, de forma que en menos de 72 horas puedan ser deportadas en lo que se conoce como deportaciones exprés".

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El negocio

A España, devolver por aire a los 2.572 inmigrantes que repatrió el año pasado le sale caro. Aparte de los pluses que han de pagar a las escoltas, que según recogen en un testimonio de un policía en Paremos los Vuelos" sólo merece la pena porque ganas un montón de dinero", el pasado 9 de marzo se propuso la adjudicación de un contrato a Air Europa y Swiftair de 11.985.600 euros para realizar las deportaciones.

En ese documento se establece el coste por hora de vuelo de cada avión que puede llegar hasta 20.300 euros por hora de vuelo en los aviones de más de 200 plazas. Los autores de Paremos los vuelos calculan (ver página 70 del libro) por ejemplo que deportar a 91 inmigrantes a Quito y Bogotá el año pasado, le costó al Gobierno español cerca de medio millón de euros. "Para Air Europa es sumamente rentable en un momento en el que el turismo está decayendo", explica Orgaz, que añade que desde la plataforma por el Cierre de los CIE se está promoviendo el boicot a Air Europa por su complicidad.

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Resistencia

Lo que parece claro cuando se habla con los inmigrantes que esperan su deportación en los CIE es que la resistencia es la norma a seguir, a pesar de que los que consiguen que su proceso de deportación se detenga relatan agresiones posteriores, según varias denuncias de organizaciones que trabajan con ellos. En una conversación con Vice News en el CIE de Aluche, uno de los inmigrantes que esperaba su turno explica cómo se resisten . "Conozco gente que se ha bebido un bote de gel, otros se han autolesionado, otros se tiran al suelo y dan patadas y gritan todo lo que pueden. Cualquier cosa vale, porque yo no pienso volver a mi país como un paquete", concluye.

Sigue a Beatriz Lucas en Twitter: @beitalucas