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Donald Trump tiene un gravísimo problema de seguridad nacional

Es prácticamente imposible determinar quién, si es que lo está haciendo alguien, asesora a Donald Trump en materia de seguridad nacional — al margen de los controvertidos consejos que le está dando un coronel retirado del Air Force One de Iowa.
Donald Trump en la Ciudadela, en Carolina del Sur, en 2015. (Imagen por Richard Ellis/Getty Images)
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He aquí una de las enseñanzas tautológicas de Donald Trump: si hiciera las cosas como el resto de candidatos… entonces no sería Donald Trump. Así que, cuando se trata de seguridad nacional, a nadie deberían de sorprenderle los bombardeos masivos ni los acribillamientos salvajes.

Por eso, los expertos, incluso los proverbiales personajes del conservadurismo, se están desmarcando todo lo que pueden del candidato, que parece producirles una aversión rayana con la vergüenza ajena.

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A pesar de que el ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, haya tenido alguna que otra charla ocasional, y a pesar de que los jefes de campaña del monstruoso magnate alardean de contar con un selecto grupo de consejeros neoyorquinos, lo cierto es que la campaña de Trump a la presidencia está muy lejos de haber reunido a su alrededor al habitual y necesario equipo de expertos consejeros en seguridad nacional. Y lo cierto también es que los máximos expertos en la materia empiezan a preguntarse por qué a nadie en su sano juicio se le ocurriría dar su apoyo a Trump.

En este contexto, sus problemas por guardar la compostura juegan en su contra. En julio del año pasado le soltó una pulla al senador John McCain, probablemente uno de los más poderosos expertos en seguridad nacional con los que cuenta el partido republicano en el Congreso. Trump le dijo entonces que haber sido un prisionero de guerra en Vietnam no es lo mismo que ser un héroe de guerra.

Paralelamente, Lindsey Graham, otro peso pesado en la seguridad nacional de la guarda republicana, una de las esperanzas fallidas a la presidencia de Estados Unidos y ex capitán general de las Fuerzas Aéreas, tampoco se mordió la lengua a la hora de tachar a Trump de "idiota" y de "político abollado e irrecuperable".

Peter Feaver, profesor de la universidad de Duke, y consejero político durante los mandatos de Bill Clinton y de George W.Bush, también aprovechó para aflojarle un guantazo político a Trump desde las páginas de la prestigiosa publicación Foreign Policy el mes pasado. Feaver lamentaba el fracaso de Trump a la hora de "hablar de manera responsable o mínimamente versada en materia de seguridad nacional". Según Feaver, Trump dispone "del equipo en seguridad nacional más precario de la historia moderna".

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Hace unos días le escribí un correo electrónico a Feaver y le pregunté quién estaba detrás de la seguridad nacional en la campaña de Trump. "Por lo que me cuentan, todos los nombres pertenecen a gente retirada hace años, algunos de los cuales no están completamente locos. Lo cual me hace pensar que muchos están locos!'".

Otros seis generales y almirantes jubilados de sus cargos militares, pero todavía en activo políticamente, me respondieron en términos similares. Uno de ellos había trabajado anteriormente como candidato de Jeb Bush y me pidió que no revelara su nombre. Éste, de hecho, se pregunta cómo es posible que nadie con un mínimo de integridad considere trabajar para la administración del histriónico magnate. Cuando le conté al almirante Stephen Pietropaoli que había desistido de encontrar a los consejeros militares de Trump, me contestó que "esperaba que la cosa se mantuviera así… por el bien de la profesión militar!".

'Después de que alguien mencionara que Clovis defiende la propuesta de Trump de prohibir la entrada de los musulmanes en Estados Unidos, la universidad se distanció del profesor'.

Y, de hecho, si uno le echa un vistazo al listado de Veteranos por Donald Trump 2016 o a la organización Veteranos por Trump, que fue formada tras la arremetida contra McCain, no se encontrará con ningún nombre demasiado eminente. Incluso sucedió que, después de que se publicara un listado con los nombres de los veteranos de New Hampshire que apoyaban la candidatura de Trump, muchos lo desmintieron y aseguraron que no habían sido consultados para formar parte del mismo. Con todo, lo cierto es que el listado no incluye el nombre de ninguna persona a la que se pueda considerar, ni remotamente, consejera material.

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Y luego está Samuel H. Clovis, coronel retirado de las Fuerzas Aéreas, fallido político de Iowa y profesor denunciado en una pequeña y liberal universidad de Bellas Artes — además de co-presidente de la campaña presidencial de Trump a nivel nacional, y máximo consejero en seguridad. Clovis se sumó a la campaña de Trump durante el pasado mes de agosto. Lo hizo de manera más bien estrafalaria, después de saltar en marcha de un tren político que iba camino de descarrilar, el del senador republicano Rick Perry — un tren que, efectivamente, acabó por salirse de la vía.

Clovis también dejó así, de golpe y porrazo, su trabajo como maestro en la universidad de Morningside, en Sioux City, en Iowa. Después de que alguien mencionara que Clovis defiende la islamofóbica medida de prohibir la entrada a los musulmanes en Estados Unidos, la universidad se distanció del controvertido docente.

"Consideramos que una perspectiva que parte de la base de que una religión debería de ser discriminada es totalmente repugnante y contraria a los valores que reivindicamos desde la universidad de Morningside", informaron las autoridades del centro en un comunicado.

"Durante el tiempo que estuvo en el campus, el doctor Clovis fue un defensor acérrimo de la Constitución y abogó incondicionalmente por la libertad de expresión. Sus últimos comentarios, sin embargo, contradicen de manera grotesca sus perspectivas más tempranas. De hecho, sus últimas declaraciones nos parecen lamentables y profundamente decepcionantes", reza el mismo texto.

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En consecuencia, la universidad ha suprimido la biografía de Clovis de su página web. Pese a todo, una versión archivada de la misma biografía, describe al profesor como a "ex directivo de la empresa Northrup Grumman y ex piloto de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos". Otra biografía descubierta en la web de su campaña, asegura que Clovis se retiró del ejército en 1996, y que luego se incorporó a Logicon Corporation [ahora parte de Northrop Grumman], y a Booz Allen Hamilton, antes de ser nombrado miembro del Instituto del ministerio del Interior tras los atentados del 11-S, una fundación sin ánimo de lucro, cuyo nombre ya no es el mismo a día de hoy.

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Cuando me puse en contacto con la Fuerzas Aéreas y con el mundillo de la política para averiguar de qué clase de reputación gozaba Clovis en el ejército o en la industria, me encontré con una pared. Igualmente, Clovis nunca respondió a mis llamadas telefónicas ni a los correos electrónicos que le mandé para invitarle a que se pronunciara.

Así pues… ¿quién es el máximo asesor en seguridad de Donald Trump? Clovis tiene 67 años y es oriundo de Kansas. Se graduó en la academia de las Fuerzas Aéreas y sirvió en el ejército durante 25 años, tanto como comandante de los escuadrones de los F-16, como en funciones de inspector general. En 2014, Clovis se dio un par de batacazos políticos. Perdió primero las primarias de Iowa, a las que concurría para senador de Estados Unidos. Más adelante cosechó una segunda derrota cuando intentó concurrir a la secretaría del Estado de Iowa durante las elecciones generales. Clovis se ha descrito a sí mismo como un conservador de "filo duro", y es presentador de un programa radiofónico, igualmente conservador, en una frecuencia de la AM.

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"Decidir cómo se diseña la seguridad nacional de un país es una parte fundamental de su visión estratégica, una de las claves para valorar su fortaleza y su comportamiento", escribió Clovis en un ensayo universitario sobre la guerra redactado en 1992, cuando todavía era un joven general. "Se trata, indiscutiblemente, del elemento más importante para poder predecir el comportamiento de una nación. Si la historia nos tiene que servir de guía, este país y su aparato de decisión en materia de seguridad nacional será incapaz de enfrentarse a una situación de crisis, porque quienes deben de tomar las decisiones a ese nivel no están preparados para hacerlo. No han comprendido el entorno, y se han comportado como ignorantes en cuestiones fundamentales que les han llevado a la comisión de errores".

El ensayo es una revisión crítica de la invasión de Afganistán orquestada por la Unión Soviética en 1979, y de la decisión de Israel de invadir el Líbano en 1982. Después de manifestarse, Clovis, se dedica a sacar conclusiones sobre quienes toman las decisiones en Estados Unidos.

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"Lo que más debería de impactar al lector en primer lugar y de manera más incontestable tras analizar los dos casos es que todos los países implicados podrían haber actuado de mejor manera. Sin embargo, algo o alguien se interpuso en su camino", escribió Clovis. "El aislamiento del faccionalismo o la supresión de las perspectivas", en ambos países, concluye, serían los factores que se interpusieron en sus respectivos caminos. El poder ejecutivo del Kremlin "despreció la cultura, la religión, la geografía, su herencia y hasta su propia doctrina". Respecto a los poderes ejecutivos israelíes concluye que "querían algo que nunca podría darse — tener un satélite cristiano en el norte.

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"Ambos países son culpables, no solo de haber tomado malas decisiones, sino también de no haberse percatado de que han sido, precisamente, sus propios sistemas, los que les han conducido al fracaso".

Lo cierto es que mostrar semejante catálogo de opiniones no acostumbra a ser la manera más ortodoxa para que un soldado raso se convierta en general o en almirante. De la misma manera, al igual que sucede en la mayoría de tesis universitarias sobre la guerra, Clovis demuestra tener una hipótesis tan vaga como delicada. "Sería muy ingenuo y muy irresponsable por parte de quienes toman las decisiones, creer que el sistema de seguridad nacional de Estados Unidos no tiene ningún fallo", escribió. Y acto seguido, enumeró cuáles podrían ser las fallas del ejecutivo de su país — el faccionalismo, la inexperiencia, el aislamiento — sin llegar a precisar si alguno de ellos es un error en sí mismo. Y sin proponer, tampoco, solución alguna.

"Más allá de las comprobaciones y de los equilibrios", concluía Clovis, "algunas cosas pueden salir estrepitosamente mal".

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