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ESPAÑA

EEUU dice que limpiará la radioactividad de Palomares tras 50 años del desastre nuclear

El secretario de Estado de EEUU, John Kerry, y su homólogo español, José Manuel García-Margallo, han firmado en Madrid una declaración para alcanzar "tan pronto como sea posible" un acuerdo para rehabilitar la zona del sur de España.
Imagen por Maria Altimira

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En la pequeña población de Palomares hay una calle bautizada con una fatídica fecha: 17 de enero de 1966. Ese día el cielo trajo la desgracia a este humilde municipio almeriense. La colisión entre un avión cisterna KC-130 y un bombardero B-52 estadounidenses mientras realizaban una maniobra de repostaje en el aire se saldó con la muerte de cuatro tripulantes y la caída de cuatro bombas termonucleares más potentes que las de Hiroshima y Nagasaki que no llegaron a explotar, pero que liberaron Plutonio, Americio y Uranio. España vivía por aquel entonces bajo las riendas del régimen franquista.

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En la actualidad, parte de la tierra sigue contaminada debido a la rápida e incompleta limpieza de las fuerzas estadounidenses, que se desplegaron días después del accidente en Palomares, un pueblo que por aquel entonces vivía de la agricultura. Las zonas radioactivas están hoy localizadas en cuatro parcelas valladas (zona 2, zona 2bis, zona 3 y zona 6).

Pero tras medio siglo de despropósitos y de nefasta gestión por parte de los gobiernos estadounidense y español, parece que este municipio pedáneo de menos de 2.000 habitantes respira algo más que el miedo y el abandono por parte de las sucesivas administraciones que siguieron a la tragedia.

El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, y su homólogo en España, José Manuel García-Margallo, han firmado este lunes en Madrid una declaración de intenciones por la que se comprometen a alcanzar "tan pronto como sea posible" un acuerdo para rehabilitar la zona.

"Yo creo que tenían prisa en anunciarlo por motivos electorales y por la polvareda que el 50 aniversario podía levantar. Ha sido un anuncio precipitado, de hecho, es un acuerdo sin ultimar, sin detalles sobre los plazos y la asunción de los costes", asegura a VICE News, José Ignacio Domínguez, abogado y responsable del dossier de Palomares en la organización Ecologistas en Acción.

Lo cierto es que la "Declaración de intenciones entre el Reino de España y los Estados Unidos de América relativa a un Programa de Remediación del entorno de Palomares" establece que los gobiernos estadounidense y español "tienen previsto negociar, tan pronto como sea posible, un acuerdo para determinar las actividades, funciones y responsabilidades precisas de ambos para ejecutar el proyecto de rehabilitación y depósito" pero no añade más detalles al respecto.

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El baño de Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo, en Palomares en 1966.

Además, el texto precisa que "los participantes podrán interrumpir en cualquier momento las actividades previstas" previa comunicación "por escrito".

"Quiero ser optimista y pensar que si han armado tanto revuelo harán algo" afirma a VICE News Antonio Fernández, alcalde de Cuevas de Almanzora, municipio al que pertenece la pedanía de Palomares. Sin embargo, Fernández, lamenta que nadie le haya comunicado nada hasta el momento: "me he enterado de este acuerdo de intenciones por los medios de comunicación".

Con todo y pese a la negativa del Ministerio de Exteriores, contactado por VICE News, para hablar de plazos, sobre el procedimiento de descontaminación y la parte del coste que asumirá el país norteamericano, la mayoría de los actores implicados confían en que este sea el último capítulo de una larga y oscura historia. Aunque, de momento, la única concreción que recoge el documento es la intención del ejecutivo estadounidense de llevarse la tierra contaminada.

Tal y como se publicó en el informe anual del departamento de Energía de los EE.UU. las tierras podrían ser trasladadas a un cementerio nuclear situado en el Estado de Nevada.

"Sólo hay dos opciones: llevarse directamente los 50.000 metros cúbicos de tierra contaminada o cribar la tierra instalando unas carpas sobre el terreno para reducir la cantidad a transportar hasta los 6.000 metros cúbicos. En ambos casos, la tierra debería meterse en bidones y lo más probable es que se la llevaran en barco hasta la base naval más cercana al cementerio nuclear de Nevada", explica Domínguez.

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Según una estimación realizada por el CIEMAT [Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas, dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad] hace unos cuatro años, el coste para tratar los 50.000 metros cúbicos de tierra era aproximadamente de unos 31 millones de euros.

Un buzo busca restos del B-52 accidentado en Palomares en 1966. (Imagen por AP)

Un camino plagado de despropósitos

"En Palomares las cosas sólo empezaron a moverse entre finales de los 90 y principios de este siglo, cuando la burbuja inmobiliaria empezaba a crecer y había presión para construir en la zona, que pasó de ser una región esencialmente agrícola a reinventarse como un destino turístico", asegura Domínguez. La realidad es que las primeras parcelas afectadas se vallaron en 2003 y hasta 2011 no se instalaron todas las zanjas.

"Allí se cultivaba, se iba a cazar y a coger caracoles sin que los responsables del CIEMAT y del Consejo de Seguridad Nuclear dijeran nada pese a los detectores que habían instalado en algunas zonas de los terrenos contaminados y que debían servir para supervisar la situación", explica Domínguez. De acuerdo con este abogado, durante muchos años se ha estado poniendo en peligro la salud de los habitantes sin mayores problemas. Algo, que sólo sucede cuando la tierra se remueve y las partículas contaminadas están en suspensión, cuando se consumen productos cultivados en esas zonas o animales que se alimentan en las zonas afectadas.

En 2012 un grupo de periodistas del medio alemán ZFD, cogió muestras de tierra de forma ilegal de la zona 2, una de las que registraba mayores índices de contaminación, y tras el análisis por parte de unos laboratorios privados concluyeron que las mismas contenían mayores niveles de radiación gama resultantes del Americio-241 que en las zonas de exclusión de Chernobyl. De hecho, de acuerdo con un informe realizado por el CIEMAT y publicado en noviembre de 1999, se asegura que "las concentraciones másicas de partículas en las zonas afectadas por el accidente de Chernobyl son inferiores a las medidas en Palomares".

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Pascual Soler, presidente de TOMASOL y ex propietario de una de las tierras afectadas que posteriormente fueron expropiadas, explica a VICE News, que él y su hijo estuvieron cultivando "coliflores, melones, sandías y lechugas en esta parcela sin que nadie nos dijera nada".

"Después, cuando nos advirtieron que era peligroso, abandonamos los pequeños cultivos. Pedimos una indemnización y tras seis años sin respuesta tuvimos que viajar a Madrid para que nos escucharan y, allí, la misma persona del CIEMAT que me dijo de viva voz que no podía remover la tierra de mi parcela aseguró que no me conocía y que él no me había dado ninguna orden", se lamenta Soler.

"A finales de los 80, se construyó una balsa al lado de los terrenos afectados y los detectores de radiación del CIEMAT empezaron a recibir niveles de contaminación muy altos y, sin embargo, tampoco se actúo", asegura Domínguez.

Manuel García, ingeniero e hijo del alcalde de Palomares que gobernaba en 1966, participó en la construcción de la balsa y asegura a VICE News que nunca recibió aviso alguno por parte del CIEMAT. Además, García sostiene que en esa zona se cultivaron cereales durante mucho tiempo y que él iba a cazar liebres y conejos con su familia.

Sin embargo, no existe ningún estudio completo y con un muestreo suficientemente extenso para saber si la radioactividad de Palomares ha tenido algún efecto de grave en la salud de sus habitantes debido a la baja densidad poblacional del lugar y a la falta de voluntad de los organismos competentes por impulsar estudios completos y rigurosos. Con todo, el CIEMAT realiza analíticas anualmente a aquellos habitantes de Palomares que quieran conocer sus niveles de radiación, pero asegura que ninguno ha registrado de forma reiterativa niveles que puedan perjudicar seriamente su salud.

"El CIEMAT sólo reaccionó en 2003 cuando las máquinas se pusieron a remover la tierra de una de una de las zonas afectadas para construir una urbanización, los niveles rebasaron lo establecido y, al final, ordenaron paralizar toda la actividad. Entonces, decidieron hacer un estudio radiológico y elaborar un plan para limpiar la tierra que seguía contaminada", relata Domínguez. Fue imposible contactar con responsables del CIEMAT para conocer su versión de los hechos.

Tras este paso adelante, la pelota estaba en el tejado de los EE.UU. que, en más de una ocasión, se refirió a su intención de limpiar las zonas que aún estaban contaminadas pero que nunca hasta hoy se había comprometido oficialmente y con la firma de un documento a hacer realidad dicha voluntad.

Domínguez descarta que la nueva buena disposición de los EE.UU., como han indicado en los medios de comunicación algunas fuentes conocedoras de las negociaciones, se deba a los acuerdos alcanzados entre España y Estados Unidos en relación al escudo antimisiles en la base naval de Rota y el relativo al establecimiento de una base permanente de una fuerza militar norteamericana en Morón para su despliegue rápido en África firmado el pasado mes de junio.

Sigue a Maria Altimira en Twitter: @mariaaltimira