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VICE World News

El porno en la cárcel, ¿un derecho fundamental?

La sexualidad en prisión es un tema de lo más controvertido. Muchos gobiernos se oponen a conceder a sus reclusos el derecho de visionar material subido de tono. Quebec es el último en incorporarse al listado.
Image via Flickr Creative Commons

El mes pasado, la ministra de Seguridad Pública del Quebec, Lise Thériault prometió perseguir el acceso de los reclusos a las películas eróticas. La ministra creyó que la mejor manera para hacerlo era censurando las emisiones en la televisión por cable. La prohibición se produjo después de que salieran a la luz informaciones según las cuales los reclusos de la prisión de Amos, en Quebec, ven películas eróticas de madrugada.

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El gobierno del Quebec considera que la mera noción de que los hombres y las mujeres encarcelados puedan disfrutar de ciertos estímulos en sus celdas es un atropello.

"Me quedé horrorizada cuando lo descubrí", relató Thériault escandalizada ante los periodistas.

La sexualidad en prisión es un tema controvertido. Los pocos estudios que han analizado el fenómeno se centran más en el impacto que pueden tener tales visionados en situaciones de visitas conyugales. Hay incluso estudios dedicados a las relaciones entre rejas de parejas del mismo sexo. Pese a todo, la creencia más generalizada apunta a que permitir que los reclusos puedan desahogar su tensión sexual puede ser beneficioso para reducir los índices de violencia y de violaciones en los centros penitenciarios. Y, sin embargo, muchos gobiernos de todo el mundo se siguen resistiendo a conceder a sus prisioneros el "privilegio" de acceder a contenidos picantes.

La juez francesa Nina Califano, autora de Sexualité, Incarcérée (Sexualidad encarcelada), ha escrito uno de los análisis más completos sobre la materia. Tal y como cuenta a VICE News, Califano está convencida de que la actitud de los gobiernos que censuran el erotismo está fuera de lugar.

"La sexualidad es una necesidad básica que no desaparece cuando te encarcelan", explica. "La cárcel puede ser un lugar extremadamente frustrante: no puedes abrir las puertas por ti mismo, no puedes ver a tus seres queridos. De manera que las consecuencias derivadas de la falta de sexualidad con considerables".

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Califano explica que permitir a los presos dar rienda suelta a sus necesidades sexuales básicas — a través de estímulos visuales y de permitir la masturbación — es algo que no solo relaja a los reclusos entre rejas; también es una manera de asegurar que tanto hombres como mujeres puedan reintegrarse socialmente a su salida con naturalidad. Califano cuenta que los prisioneros cuentan con apoyos para encontrar casa y trabajo a su salida, pero que, sin embargo, se hace muy poquito para rehabilitarles socialmente.

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"La ausencia de relaciones emocionales y sexuales [que se da en prisión] debilita muchísimo la reinserción", comenta. "Si hacemos ver que es algo que no existe, estamos produciendo una bomba de relojería". Si bien Califano no considera que el acceso a la pornografía no es la panacea "sí que es uno de las pocas maneras que facilita la expresión de la sexualidad en prisión".

El invierno pasado, Haris Naraine, un convicto de una prisión de Quebec, combatió la decisión de la cárcel de fulminar sendos canales de televisión en los que se emitía programación sexualmente explícita. La medida evidencia la manera en que el Comisionado de los Servicios Correccionales del Canadá (CSC) censura la programación erótica bajo el pretexto de "mantener así un ambiente seguro y saludable".

"Se considera que los contenidos explícitamente sexuales menoscaban la dignidad personal de los reclusos. Y se considera que, en tales circunstancias, también se menoscaba la dignidad de las funcionarias de prisiones femeninas", se explicita en la declaración de prohibición.

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Naraine llevó el caso a un tribunal federal. Defendió que había pagado por ese contenido e invocó a su derecho constitucional a la libertad de expresión. El juez se puso de su parte y dictaminó que, de hecho, la prohibición podía significar una violación de los derechos constitucionales de Naraine y que los mismos le garantizan su derecho a la revisión judicial de su privación.

El abogado de Naraine, Todd Sloan añade que, a la luz de los derechos humanos, los prisioneros deberían tener acceso a la misma programación televisiva que el resto de la sociedad. "La gente va a prisión como castigo, no para ser castigada", explica. "Cuando entran dentro llevan consigo los mismos derechos de los que gozan afuera, a no ser que estos sean expresamente restringidos".

Para Sloan la decisión del CSC de vetar el porno es injustificada. "Lo que están diciendo es que el acceso contenidos eróticos provocaría una atmósfera de acoso y de hostilidad en el sistema penitenciario. Sin embargo, no son capaces de unir los puntos y trazar una línea que descubra ninguna evidencia racional para hacerlo", explica. "No han mostrado ningún ejemplo. Simplemente dicen 'esto existe y esto es lo que creemos que provocará'".

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VICE News se ha dirigido a la portavoz de Thériault, Émile Simard, para preguntarle en qué investigación se había basado la ministra para tomar su decisión. La portavoz ha contestado que se trata de una decisión "administrativa".

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"Algunas personas han argumentado que si los agresores o agresoras sexuales tiene acceso al porno, su condición se deteriorará", cuenta Sloan. "Sin embargo, para mí, que llevo 30 años trabajando en prisiones, me parece que una decisión de esta naturaleza solo puede contribuir a generar un ambiente más pacífico".

Sloan dice que los políticas que secundan la visión de Thériault solo buscan "suavizar a la percepción pública".

Califano asegura que para los políticos meterse — o siquiera reconocer— en el tema del sexo en prisión está considerado como un riesgo político. "La calidad de vida de los presos no es algo que afecte positivamente a las encuestas", reconoce. "La gente tiene una opinión preocupante de lo que debería de ser una prisión. Y no quieren que sean como hoteles".

Según ella ya es hora de que sean los profesionales de la medicina y de la psiquiatría quienes se manifiesten. "Si preguntas a los expertos sobre la importancia de la sexualidad, ya sea en prisión o fuera de ella, te dirán que es imperativa", concluye.

Sloan considera que trazar las directrices básicas sería un buen principio. "Deberían sentarse para buscar la manera de regular esta clase de situaciones", comenta. "Y no me refiero a sancionar ni a prohibir nada, sino a desplegar una serie de procedimientos. No me parece que sea tan complicado. Es un tema apto para todos los púbicos".

Sigue a Brigitte Noël en Twitter: @Brige_Noel

Imagen vía Flickr user miss_millions