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opinión y análisis

Elecciones en Bolivia: entre el voto de castigo y el comienzo del fin de una etapa

Tras la derrota del partido de Evo Morales en las elecciones locales, y teniendo en cuenta su elevada popularidad es inevitable hacerse una pregunta de difícil respuesta: ¿qué está pasando en Bolivia?
Imagen vía Flickr

Tras la sorpresiva derrota del Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales en las elecciones locales y departamentales, que el pasado marzo dejó en estado de shock a todo el oficialismo, se consolida el mal resultado en la segunda vuelta de las elecciones regionales del último domingo.

En Tarija (sur del país), la oposición superó ampliamente al oficialismo por 62 a 38 por ciento, según los conteos rápidos. Y en Beni (noreste), al cierre de esta nota sigue en disputa el resultado final, con un virtual empate técnico.

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Tanto el candidato opositor como el candidato del MAS se declaran ganadores, y por el momento nadie da el brazo a torcer.

Más allá de esta última definición, si se tiene en cuenta el excelente resultado electoral obtenido por Evo Morales en octubre pasado y sus elevados índices de popularidad, es inevitable hacerse una pregunta de difícil respuesta: ¿qué está pasando en Bolivia?

Tras la derrota en primera vuelta, Evo Morales responsabilizó sus propios candidatos, algunos de ellos acusados de corrupción. ¿Oportunismo tardío? No parece el caso: el líder boliviano ya había intentado vetar su participación electoral, pero no logró imponer su voluntad.

"El MAS, lejos de ser un partido consolidado orgánica e ideológicamente, es un mero instrumento electoral, utilizado por los diferentes espacios que apoyan al gobierno de Evo Morales", dijo a VICE NEWS el politólogo Juan Marzullo, profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Entre esos espacios, se encuentran organizaciones y movimientos sociales con capacidad para imponer sus propios candidatos. Este hecho, que podría ser positivo para el juego de la democracia liberal, para Morales se convierte en una loza.

Resulta que estas organizaciones de base, una vez afincadas en las instituciones, se han visto manchadas de corrupción. Proyectando una imagen de nueva élite gobernante, lejos de aquel ideal virginal de movimientos sociales o indígenas empoderados.

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Pero, sin olvidar que el MAS siempre sacó menos votos en las elecciones municipales y departamentales que en las nacionales — aunque nunca por tanta diferencia —, se atisban en el horizonte otras razones de tipo estructural que pueden explicar los últimos resultados. La primera y más evidente, se deriva del lógico desgaste que genera el ejercicio continuado del poder.

"Tras casi diez años de gobierno pareciera que hay un viraje de las políticas transformadoras hacia una política del efecto mediático, como reflejo de cierto aburguesamiento de la clase dirigente", dijo a VICE NEWS Xavier García, polítologo experto en Latinoamérica de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).

Según García, el mal resultado es un serio aviso a las posibles intenciones de enmienda constitucional vía referéndum, para que Evo Morales pueda presentarse nuevamente a las elecciones. Caso contrario, el fin del "evismo puro" tiene fecha: finales de 2019.

Otra de las posibles razones para explicar el desencanto de las bases tradicionales del MAS, es la estrategia del gobierno de cerrar heridas con viejos enemigos del "proceso de cambio": los poderes económicos del Oriente, también llamado "Media Luna", y las multinacionales extractivistas.

La zona oriental del país aglutina a las regiones más ricas y de población mestiza, históricamente enfrentada con las regiones del Altiplano, más pobres y de predominancia indígena aymara. Esta confrontación se vio exacerbada bajo el gobierno de Evo Morales, de origen aymara, hasta tal punto que las regiones ricas de la Media Luna estuvieron al borde de iniciar una guerra civil separatista.

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Tras superar el enfrentamiento interno, finalmente el gobierno selló una alianza con los ricos secesionistas. El eje central del acuerdo fue un megaplan de inversiones para el Oriente, así como algunas concesiones respecto a la entrada masiva de la agricultura transgénica.

Respecto a las transnacionales extranjeras, Emiliano Reinoso, analista político especialista en energía y combustibles fósiles dijo a VICE News que "durante los primeros años de gobierno se nacionalizaron diversas empresas, principalmente del sector energético, aunque pareciera que esa etapa ya está superada".

En este sentido, resalta un gesto reciente del presidente boliviano: el pasado uno de mayo — fecha históricamente utilizada para anunciar nacionalizaciones — Morales se reunió con Antonio Brufau, presidente de Repsol, empresa afectada en el 2006 por estas nacionalizaciones.

En opinión de Reinoso "movimientos como este encuentro, o la alianza con el Oriente, alumbran el fin de las transformaciones estructurales iniciadas en 2006; dando paso a la consolidación de este nuevo orden político, económico y social boliviano".

Quedará, como última batalla épica, el histórico reclamo por una salida al mar, actualmente en pleno litigio, en el Tribunal Internacional de La Haya.

Consultado por VICE News, el sociólogo Santiago Hernández, Director en la Universidad Nacional de Lanús (UNLa), describe este nuevo orden como "superador para un pueblo históricamente humillado". "Ése será sin duda el gran legado de Evo Morales para Bolivia: un Estado desarrollista-keynesiano y soberano, aunque extractivista, con un claro empoderamiento social y económico de los indios urbanos" agregó.

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En suma, un proyecto bastante cercano al sueño de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), a falta de una mayor diversificación productiva y energética. Por contra, las bases indígenas que auparon inicialmente a Evo Morales critican este desarrollismo, al considerarlo enemigo del comunitarismo y de la defensa del medio ambiente.

Este dilema quedó claramente reflejado en las manifestaciones de 2011 y 2012, en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure (TIPNIS) en la Amazonía boliviana, donde se proyectaba construir una carretera que conectara con Brasil, en el marco de una corredor bioceánico hacia el Pacífico.

Asimismo, los mercados también suelen criticar el doble rasero del gobierno boliviano. El economista Simón Pérez, profesor y Director de Inversiones de Panoramia, dijo a VICE News que "Morales es el más camaleónico de los populistas latinoamericanos: tiene un discurso anticapitalista pero su gestión macroeconómica es cuasi ortodoxa; nacionaliza los recursos naturales y luego se alía con sus ex enemigos. Desde luego escapa a la etiqueta fácil" opinó.

Sin embargo, otros, como el Banco Mundial o el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD), señalan que el saldo histórico del proceso de cambio será globalmente positivo y destacan que los avances de Bolivia, aunque son "frágiles", también son "impresionantes".

Sigue a Facundo Firmenich en Twitter: @facufirmenich