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VICE World News

Los emigrados se exponen a secuestros, torturas y a trabajos forzados en su infernal periplo por el Sudeste asiático

Miles de migrantes de Bangladesh y refugiados rohingya de Myanmar están varados en las costas de Indonesia y Malasia, pero la actual crisis está precedida por años de explotación.
Imagen vía Reuters

Kamal, el hermano pequeño de Joynal Uddin, dejó Bangladesh, su ciudad natal, para salir en busca de trabajo rumbo a Malasia. Fue en febrero y ocurrió de repente. Joynal, un comerciante de 30 años del pueblo de Cox Bazar, contó que su hermano pequeño no le dijo a nadie de su familia que tenía previsto exiliarse. Uddin, el hermano mayor del clan, echa ahora la vista atrás y sospecha que un comerciante que organiza viajes a Malasia desde Bangladesh, vía la bahía de Bengala, está detrás de la desaparición de su hermano.

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"Lo hemos buscado por todas partes" confesaba Joynal a VICE News. "Diez días después de su desaparición, cuando ya casi habíamos perdido la esperanza de encontrarle, recibí una llamada en el móvil de un número internacional".

Kamal estaba al otro lado de la línea. "Me dijo que había viajado de Bangladesh a Malasia, pero que estaba retenido en un campo de Tailandia y me suplicó que pagara el dinero que exigían los secuestradores", recuerda Joynal.

El rescate quedó cifrado en 170 mil takas bangladesíes [cerca de 2.200 dólares], y los secuestradores amenazaron con matar a Kamal si el dinero no era ingresado en una cuenta de Bangladesh. Joynal vació los ahorros familiares y al cabo de dos días, Kamal, de 25 años, llamó de nuevo para decir que había sido liberado y que llegaría a salvo a Malasia, donde ahora trabaja en un hotel.

"Quería enviarnos el dinero de su nómina, pero le dije que ahorrara y que regresara a casa tan pronto como pudiese", recordaba Joynal.

Kamal sobrevivió al trago, pero otros que han emprendido el mismo trayecto han tenido mucha menos suerte. Miles de emigrantes bangladesíes y de refugiados rohingya y de Birmania se encuentran varados actualmente en el mar, más allá de las costas de Indonesia y de Malasia, en lo que se ha convertido en una crisis humanitaria flotante desencadenada por la dura campaña contra el tráfico humano que se está produciendo en Tailandia.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) calculó la semana pasada que, al menos 8 mil personas viajan a bordo de las embarcaciones varadas. Se cree que muchas de ellas no disponen de las condiciones mínimas que garanticen su supervivencia.

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"Lo que nos ha llegado es que llevan atrapados en el mar desde hace semanas y meses y que los traficantes les han abandonado a su suerte sin apenas comida ni agua ni combustible para las embarcaciones", según relató Jeffrey Savage, un empleado de la oficina de Yakarta de la agencia de refugiados de Naciones Unidas (ACNUR), a la agencia Reuters.

Después de haber descubierto fosas comunes con los restos de inmigrantes de la frontera entre Tailandia y Malasia a principios de este mes, la junta militar tailandesa empezó a impedir el paso a las embarcaciones sospechosas de transportar a inmigrantes. A consecuencia de ello, los inmigrantes empezaron a inundar a las vecinas Malasia e Indonesia, y emplazaron a las autoridades de ambos países a que no permitieran el amarre de ninguna de esas embarcaciones.

Sin embargo, lo cierto es que mucho antes de que se declarara esta crisis, los inmigrantes de Bangladesh y los refugiados rohingya tuvieron que lidiar a diario con secuestros, torturas y trabajos forzados, según han contado expertos y familiares de las víctimas a VICE News.

Tasneem Siddiqui, fundadora de la Unidad de Investigación sobre Refugiados y Movimientos Migratorios (RMMRU) con sede en Daha, declaró a VICE News que tanto inmigrantes de Bangladesh como los rohingya llevan viajando desde hace una década con destino a Malasia, en busca de trabajo y de un refugio a la persecución.

"La situación se hizo más peligrosa a partir de 2012, con la organización de una red de traficantes de Bangladesh, Tailandia y Birmania que advirtieron las grandes cantidades de dinero que podían sacarse con todo el proceso" contaba Siddiqui. Si antes los emigrados estaban acostumbrados a pagar una tarifa y ser enviados con seguridad, ahora se encuentran con que los traficantes les retienen a cambio de un rescate.

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Según Siddiqui los objetivos de los traficantes y de lo comerciantes son "personas de las zonas de Bangladesh más afectadas por el cambio climático", donde reclutan a gente sin trabajo y sin tierras a costa de prometerles grandes oportunidades laborales en el sudeste asiático. "Si las familias no pagan el rescate, los traficantes arrojan a los emigrados al mar".

Los que logran sobrevivir terminan trabajando en plantaciones o en pesqueros, donde son tratados como esclavos, añade Siddiqui. Y, comoquiera que llegan a los destinos ilegalmente, a menudo son detenidos, encarcelados y deportados de nuevo a Bangladesh, cuenta.

Las autoridades investigan fosas comunes de supuestos migrantes en Tailandia. Leer más aquí.

En octubre de 2014 en Cox Bazar, en Bangladesh, un traficante se acercó a Durjoy y Topu Chakma, dos jovencitos de 19 años recién salidos de la universidad de Ukhia, mientras iban con su hermano Ajay, un agricultor de 29 años. Chandra Babu, un familiar de los tres jóvenes, declaró a VICE News que los traficantes les dijeron que el viaje a Malasia les saldría a 2500 takas por cabeza (33 dólares).

"Después de desembarcar en Malasia tendrían trabajo garantizado durante tres o cuatro años", contaba Babu sobre el trato. "Una vez cumplido el tiempo acordado serían liberados y podrían trabajar en el país".

Los tres hermanos embarcaron en un pesquero el 15 de octubre de 2014 y, según Babu, no supieron nada más de ellos hasta diciembre, cuando la familia recibió una llamada desde Tailandia. Los hermanos gimoteaban al otro lado de la línea.

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"Nos dijeron que pagáramos lo que nos pedían urgentemente", recuerda Babu. "Ni siquiera podríamos imaginarnos por lo que estaban pasando. Puede que estuviesen siendo torturados y golpeados".

Los secuestradores exigieron 180 mil takas (2350 dólares) por cada uno. Después de dar por supuesto que la policía no les ayudaría, ya que los tres hombres hicieron el viaje de 'motu propio', la familia removió cielo y tierra para conseguir el dinero. Entonces recibieron otra llamada. Esta vez, la voz al otro lado de la línea les informaba que Topu había muerto.

Eran una familia de siete miembros y vendieron su casa, un cobertizo de hojalata de dos plantas, para recolectar el resto del dinero y depositarlo en la cuenta bancaria de un residente de Cox Bazar el 1 de enero de 2015, según relataba Babu. Les llamaron desde varios números de Tailandia y Malasia diciéndoles que los hermanos serían liberados en los próximos días, pero Babu añadió que recibieron una nueva llamada 10 días después de que el rescate fuese pagado, que les anunciaba que Ajay también había muerto.

"La familia se quedó destrozada", recuerda Babu. "Ajay estaba casado y tenía dos hijos".

Una semana después un familiar que estaba en Malasia descubrió por teléfono que Durjoy también estaba muerto. El residente de Cox Bazar que recibió el rescate fue detenido y los secuestradores devolvieron el dinero. Pero según Babu la situación dejó a las familias en la calle.

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"El hermano pequeño de Durjoy y Ajay no tiene casa", recuerda Babu. "Ahora vive en casa de familiares o de vecinos. El destino de la viuda de Ajay y de sus dos hijos es igualmente incierto".

Es posible que la situación de los emigrantes rohingya sea todavía peor que la de los bangladesíes. Según Mabrur Ahmed, fundador de Restless Beings, una organización de derechos humanos con sede en Londres que vigila la situación de las etnias musulmanas en Birmania, muchos miembros de la población rohingya emprendieron el peligroso viaje por mar a Malasia para huir de la persecución.

Ahmed contó la historia de un viejo rohingya que en 2012 fue caminando desde Rakhine, un estado occidental de Birmania hasta Tailandia, después de que la cabaña en que vivía fuese quemada con su mujer y su hija dentro".

"Actualmente está a la espera de obtener el estatus de refugiado en Tailandia como artesano que es" contaba Ahmed. "Envía la mayor parte del dinero que gana a los mismos estafadores de quienes tuvo que conseguir dinero prestado para conseguir un billete seguro que le sacara de allí".

Según Ahmed, se han denunciado violaciones a mujeres y niñas rohingya por parte de los traficantes. Las víctimas son incapaces de volver a Birmania por miedo a que el gobierno les castigue implacablemente.

"A menudo esta gente se pasan meses intentando llegar a países como Malasia", declaró Ahmed. "Se enfrentan a una muerte casi segura en el mar".

Malasia, un país de mayoría musulmana que ha aceptado a miles de refugiados rohingy

as a lo largo de los años, ha declarado que su armada desviara a los barcos de emigrantes salvo cuando estén en apuros, mientras que es probable que el gobierno de Indonesia haga lo propio y siga rechazando la entrada de tales embarcaciones. Los funcionarios han declarado que su armada procurará ayuda humanitaria a los barcos que lleven a emigrantes, pero no han dejado si los inmigrantes permanentes son bienvenidos o no.

Tailandia planea celebrar una cumbre para buscar soluciones a la crisis de inmigración, pero el encuentro no está programado hasta el 29 de mayo. Mientras tanto, algunos altos funcionarios del ministerio malasio de Asuntos Exteriores, aseguraron el domingo a Associated Press, que el miércoles se celebraría un encuentro a tres bandas en Kuala Lumpur con los ministros de Asuntos Exteriores de Indonesia y Tailandia.

Sigue a Syed Tashfin Chowdhury en Twitter: @Tashfinster