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Los Emiratos Árabes planean construir una montaña artificial para que llueva de verdad

Los jeques de los Emiratos Árabes Unidos ya han conseguido inundar su país este año después de invertir medio millón de dólares en enriquecer una nube. Ahora quieren probar con el más difícil todavía: ¡construir una montaña artificial!
Imagen vía Michael Theis/Flickr
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Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard.

Los Emiratos Árabes Unidos (EAU) están contemplando construir una montaña artificial para incrementar las posibilidades de que llueva en el desértico país. Y con tal objetivo, se ha contratado a científicos del Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR en sus siglas inglesas), con sede en Colorado, para que estos decidan si el proyecto tiene alguna viabilidad, o si, por el contrario, es una idea demencial e impracticable.

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El lunes por la mañana, la revista online Arabian Business publicó que los EUA estarían considerando levantar una montaña en mitad del país para estimular así la formación de nubes, lo que, en teoría, podría desembocar en un aumento de las casi inexistentes lluvias que conoce el país a lo largo del año. Un científico de la NCAR ha confirmado a este medio que está trabajando en un proyecto de características parecidas, si bien también ha señalado que no puede hacer ninguna declaración al respecto. No, al menos, hasta que obtenga los resultados que le permitan publicar información más detallada.

Construir una montaña sería un movimiento ciertamente extremo. Claro que, en última instancia, y a nivel filosófico y conceptual, se podría decir que está alineado con el proyecto de geoingeniería auspiciado por la millonaria confederación cuyo objetivo no es otro que alimentar la formación de nubes.

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En 2015, los EAU auspiciaron nada menos que 186 proyectos de siembra de nubes, iniciativas que, como es de imaginar, no son precisamente baratas y que costaron 558.000 dólares, una cifra irrisoria para los bolsillos de los sultanes del petróleo. El caso es que, hasta la fecha, los programas de formación de nubes han sido considerados, en su mayoría, como un auténtico éxito — es más, durante este pasado mes de marzo los EAU conocieron las lluvias más torrenciales de su historia reciente. Los proyectos de siembra de nubes fueron tan exitosos que hasta provocaron inundaciones.

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Claro que construir una montaña sería un proyecto mucho más definitivo, mucho más caro y mucho más irreparable. Por no hablar de su precio, que no tendría nada que ver con lo que cuesta sembrar una nube. El proceso de siembra de nubes consiste en inyectar hielo seco, plata yodada o potasio yodado en las nubes, para así multiplicar las posibilidades de que haya precipitaciones. Hasta la fecha los Emiratos habrían pagado ya al NCAR alrededor de 400.000 dólares para investigar la idea, tal y como ha informado Arabian Business; las estimaciones previas sobre el coste una montaña artificial en otros países habrían situado el precio de salida en una cantidad que siempre rebasaría los varios miles de millones de dólares.

Claro que lo que no sabemos es de qué materiales estaría hecha la montaña. Ni tan siquiera ha trascendido cómo se planea construirla exactamente, y mucho menos aún, cual sería el precio que el medioambiente pagaría ante tamaña imposición paisajística. El único proyecto al que se podría comparar una iniciativa de estas dimensiones sería el faraónico programa auspiciado por el gobierno chino que ha consistido, literalmente, en deshacerse de montañas, montañas puramente dinamitadas, para construir ciudades. Una iniciativa que ha probado ser un absoluto desastre a nivel medioambiental.

Roelof Bruintjes es un científico especializado en proyectos de modificación climatológica en el NCAR. Bruintjes me ha confirmado que está trabajando en el proyecto, y ha asegurado que no puede manifestarse al respecto, habida cuenta de que "la investigación sigue su curso mientras hablamos".

"Todavía no tenemos ningún resultado", cuenta Bruintjes, un tipo que ha investigado lo que no está escrito en el ámbito de la siembra de nubes.

"Básicamente, ahora mismo estamos evaluando qué clase de efecto sobre el clima podría tener cada tipo de montaña. Es decir, cuán alta debería de ser y cómo habría que concebir sus desfiladeros", ha contado Bruintjes a Arab Business. "Construir una montaña no es moco de pavo".

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