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VICE World News

En imágenes: el bazar de armas donde los kurdos se abastecen contra Estado Islámico

Combatientes peshmerga se abastecen de armamento en un mercado cerca de Erbil, donde los precios oscilan según quién esté ganando territorio. Si lo hacen los kurdos, el precio de las armas baja. Si es Estado Islámico, éste sube.
Imagen por Flo Smith/Material Evidence
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Con las piernas cruzadas y dejando al descubierto su par de klash de lana — el calzado tradicional kurdo — Sadik, un comandante de 38 años de una unidad kurda que lucha contra Estado Islámico, inserta cuidadosamente una bala tras otra en el cargador que acaba de adquirir. Este combatiente peshmerga se sienta en un sofá poco iluminado detrás del mostrador improvisado de la tienda que tiene su primo Nadik en un mercado de armas a unos 10 kilómetros al este de Erbil.

Sadik está de baja tras combatir en un frente cercano a Makhmour, un pueblo recientemente arrebatado a Estado Islámico. Antes de regresar a la lucha contra Daesh, acrónimo árabe para Estado Islámico, pasa por la tienda de su primo para comprar algo de equipamiento y abastecerse de municiones.

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"Lo que el Ministerio de los Peshmerga no puede proporcionar tenemos que comprarlo nosotros mismos", dice VICE News.

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Imagen por Flo Smith/Material Evidence.

Imagen por Flo Smith/Material Evidence.

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"Una bala cuesta 85 centavos", cuenta Sadik, sosteniendo un proyectil de 5,56 mm, el calibre estándar para el muy codiciado rifle M16. "Hace dos semanas, con Daesh avanzando, éstas [balas] se habrían ido a 4 dólares, y no hubieras encontrado ni una sola". Sadik se enorgullece de que, como comandante, está equipado con el M16 estadounidense, que es todo un lujo para una milicia tan mal equipada como los peshmerga.

El mercado de armas, que se encuentra en una zona cubierta de grava al lado de una prisión, es a menudo la última parada para los combatientes kurdos que entran y salen de la primera línea del frente con Estado Islámico que discurre a lo largo de 1000 kilómetros de desierto en tierra de nadie.

Normalmente el mercadeo de armamento comienza alrededor de las 4 de la tarde y se prolonga hasta el amanecer. La clientela es exclusivamente masculina y kurda. Uno de los dueños de la tienda se mantiene firme en su negativa de vender a los árabes: "¡Yo no les va a vender ni un arma, no me importa cuánto pagarían, ya no confío en ellos nunca más".

La mayoría de los clientes son peshmerga de todas las edades, a menudo con sus tradicionales uniformes monocromados, fajas alrededor de sus cinturas y bufandas en la cabeza. Muchos concurren con sus hijos pequeños, y éstos corren por todo el mercado jugando con pistolas descargadas — los rifles son demasiado pesados para ellos — mientras sus padres regatean precios y beben té caliente.

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Imagen por Flo Smith/Material Evidence.

Imagen por Flo Smith/Material Evidence.

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Las armas que se ofrecen aquí son casi exclusivamente de origen búlgaro, chino, checo, y algunas versiones egipcias del AK-47. La mayoría de las armas están desgastadas por guerras anteriores y necesitan mantenimiento. Algunas tiendas venden fusiles de francotirador y fusiles de caza, así como los RPG [granadas propulsadas por cohete]. Las ventas de municiones son más rentables, ya que todas las unidades peshmerga padecen permanentemente la falta de proyectiles. Algunas armas estadounidenses también están llegando; unos pocos vendedores ofrecen M16 o MP5 a 2.800 y 3.500 dólares respectivamente.

"Para medir la moral de lucha de los peshmerga no es necesario visitar los frentes", expresa a VICE News Kamal Mustafa, de 48 años y propietario de una tienda. "Sólo tienes que mirar las etiquetas de precios de los AK-47 en el mercado y te darás cuenta qué lado está ganando". El precio de las armas a la venta en el mercado está directamente correlacionada con la suerte de la guerra. Si los peshmerga están defendiendo exitosamente o avanzando su primera línea los precios caen, si se repliegan y tienen que abandonar estratégicos e importantes territorios, los precios suben.

Sobre esta lógica de precios, la moral en combate debe mantenerse alta. El coste de un AK-47 ha vuelto a los precios anteriores a la crisis, alrededor de 800 dólares. Los precios de las balas del calibre 7,62mm, el preferido para el AK-47, también se han reducido significativamente de 3 a 1 dólares.

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Imagen por Flo Smith/Material Evidence.

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Durante la primera semana de agosto de 2014, algunos AK-47 se vendieron por 1.500 o 2.000 dólares. Tras la caída de la estratégica ciudad de Gwer, ubicada a sólo 80 kilómetros al suroeste de Erbil, el 6 de agosto, los precios se dispararon. Lugareños de Erbil acudieron al mercado y muchos se quedaron con las manos vacías. "Vinieron a comprar armas incluso mujeres, pero rápidamente nos dejaron sin stock", explica el hijo de Kamal, Rebwar, de 28 años.

Rebwar explica que normalmente sólo los peshmerga con una aprobación formal tienen permitido comprar armas en el mercado. Dos funcionarios de la Dirección General de Seguridad comprueban las licencias de las armas expedidas por el Ministerio de los Peshmerga en un pequeño stand ubicado en la entrada del mercado. De acuerdo con la ley, no se permite a los civiles poseer armas. Sin embargo, todos los hogares kurdos poseen al menos un rifle. Durante la crisis, cuando el gobierno Regional del Kurdistán Iraquí pensaba que Erbil podría ser atacada, se levantaron estas restricciones, pero actualmente han vuelto a funcionar.

"El negocio se ha ralentizado recientemente", afirma Rebwar. "La gente no está tan preocupada, y muchos combatientes han venido para vender sus viejas armas desde que los estadounidenses y los europeos comenzaron a suministrarnos".

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Rebwar es también un peshmerga, acaba de regresar hace dos días del campo de batalla cerca de Kirkuk y se encuentra de baja durante 19 días. Está cuidando la tienda mientras su padre y dos docenas de propietarios y clientes se arrodillan para rezar al caer la noche.

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Imagen por Flo Smith/Material Evidence.

Imagen por Flo Smith/Material Evidence.

Mientras desmonta con destreza un AK-47 para proceder a su limpieza, relata su experiencia en el frente de batalla.

"Estuvimos luchando contra Daesh durante 23 horas. Todos ellos estaban drogados y se comportaban como gente borracha. Dos atacantes suicidas se inmolaron justo en frente de nuestra línea. Después cargaron contra nosotros una y otra vez. Matamos a más de 20". Los peshmerga perdieron 12 hombres, explica Rebwar, por la inferioridad del poder de fuego.

Las armas estadounidenses aún tienen que llegar a su unidad, conformada por 2.800 hombres. "No estamos contentos con lo que tenemos", dice, mientras señala el percutor oxidado del Kalashnikov chino desmontado frente a él.

"Estamos en condiciones de defendernos, pero derrotar al Daesh sólo será posible con nuevas armas estadounidenses".

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