Barcelona señala a Colón: el pleno del consistorio debate la retirada de su emblemática estatua

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Hace 128 años que señala el Mar Mediterráneo con su inquebrantable índice. Lo hace aunque llueva y a pesar de las rutinarias visitas de gaviotas y palomas que apoyan sus displicentes posaderas en su dedo anunciador de partidas a tierras lejanas. Pero el pasado martes, el también cartógrafo y almirante, volvió a convertirse, como sucedió el año pasado, en el objeto señalado.

La emblemática estatua de Cristóbal Colón, situada en lo alto de una columna ubicada en el céntrico cruce de las Ramblas con el paseo barcelonés que también lleva el nombre del famoso navegante, es el epicentro de un debate que se mueve confusamente entre la historia, la simbología y la política.

El partido de la izquierda independentista CUP presenta hoy en el pleno del Ayuntamiento de Barcelona una propuesta para retirar la escultura del llamado descubridor de América, así como las figuras de la base del monumento donde aparece un indio besándole la mano a un sacerdote o de rodillas junto a un militar, por considerar que "enaltecen el colonialismo y el imperialismo".

La formación política propone substituir la estatua por un "símbolo de la resistencia americana contra la opresión y la segregación indígena" y llevar la figura de Colón a una museo para permitir una interpretación histórica más adecuada de su figura.

Aunque esta iniciativa no cuenta con apoyos suficientes para salir adelante, el documento político de la CUP incluye otras medidas como la retirada de la estatua del esclavista Antonio López y López, de los símbolos monárquicos y las banderas españolas de los edificios municipales.

Además, propone declarar laborable el día de la hispanidad e instar al departamento del Interior del gobierno de Cataluña a no autorizar manifestaciones, ni actos de cariz fascista en la ciudad durante la citada jornada, que se celebra el 12 de octubre, el día que la historia ha bautizado como el descubrimiento de América.

El denominador común de estas cinco puntos propuestas asegura a VICE News María José Lecha, concejala de la CUP, es combatir "el relato que habla de una España que llevó toda la cultura y el mundo a América latina enriqueciendo la vida de los indígenas, cuando se trató de una conquista que provocó un genocidio y un expolio de culturas".

Para Lecha, se trata "del mismo discurso soberanista hispano que impulsó el franquismo, que consiguió sobrevivir a la transición y que hoy sigue negando la realidad de muchos países que conviven en la propia península ibérica, como los países catalanes".

En una conversación telefónica con VICE News, Bernat Hernández, profesor de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), considera que la retirada de Colón o la eliminación de la festividad del 12 de octubre son "oportunidades perdidas para reflexionar sobre colonizaciones pasadas y colonizaciones del presente".

En este sentido, Hernández considera que, aunque cada caso requiere de análisis individual, en términos generales, "las huellas del pasado son un motivo de reflexión y que, en vez de retirarlas deberían acompañarse de programas en clave crítica y explicativa sobre su origen e historia".

Una tesis compartida por Javier Bonomi, presidente de la Federación de Entidades Latinoamericanas de Cataluña, para quien "retirar estatuas como la de Colón es olvidar, y nosotros no queremos olvidar, sino reivindicar y que sea visible un monumento dedicado a lo que pasó y lo que no tendría que volver a pasar".

Así lo suscribe también Ricardo Piqueras, especialista en historia de América de la época del colonialismo y profesor del departamento de historia de la Universidad de Barcelona (UB), en el caso de la estatua del navegante: "Quitar esta figura es como borrar la historia, echar arena encima de la historia. Deberían mantenerla con una explicación del por qué está ahí, quién la hizo y cómo se pensaba la historia universal en el momento en que vivió el protagonista o en el que se hizo la escultura".

Cristóbal Colón y el Marqués de Comillas, dos caras opuestas de un mismo debate

Tanto la estatua de Colón como la de Antonio López y López, empresario, banquero y esclavista español del siglo XIX también conocido como Marqués de Comillas, fueron encargadas en relación con la celebración de la exposición universal de 1888 y la consiguiente reurbanización de la primera línea marítima de la ciudad.

Pero el valor de ambas es, de acuerdo con Piqueras y Hernández, muy diferente en términos no solo de la trascendencia histórica de los personajes sino en cuanto a la posibilidad de enjuiciar sus actos, y respecto del valor y la simbología del propio monumento.

En este sentido, Piqueras asegura que "la figura de Colón, a diferencia de la de Antonio López, ha trascendido su propio momento histórico y se ha transformado en una figura universal".

Además, este historiador sostiene que resulta sumamente difícil juzgar la figura de Colón en relación, por ejemplo, al esclavismo: "en la segunda mitad del siglo XV toda la sociedad occidental era esclavista, la pregunta no es si Colón era esclavista sino si en ese momento había alguien que no lo fuera, porque la esclavitud como institución estaba plenamente aceptada económica, política y socialmente".

El contexto histórico del Marqués de Comillas fue muy diferente. "A finales del siglo XIX la practica totalidad de la Europa occidental y EE. UU. defendían políticas antiesclavistas y, aunque en España y en Cataluña aún estábamos subidos al carro del tráfico negrero, la sociedad ya era abolicionista", explica Piqueras. Antonio López hizo fortuna en este contexto y gracias a la utilización de mano de obra esclava en las colonias.

En un libro titulado La verdadera vida de Antonio López y López, su propio cuñado y autor del texto, Francesc Bru, lo describía como a una persona despiadada y sumamente cruel, para quien explotar y utilizar medios ilegales no era ningún problema si se podían conseguir beneficios.

Además, tal y como recuerda Hernández, en 1936 la estatua original del Marqués de Comillas fue fundida por los anarquistas, quienes transformaron el cobre de la efigie en balas.

"El marqués era representativo de una cierta burguesía catalana, por lo que se le dedicó una plaza y se le erigió una estatua, pero los anarquistas lo consideraban un explotador y, en este sentido, su estatua fue juzgada y destruida popularmente. El hecho de que el franquismo recolocara una copia, intentando borrar los sucesos que se habían producido, le dio una nueva dimensión simbólica".

Las especificidades de la efigie del también llamado López el Negro o Negro Domingo la convierten, aseguran estos dos historiadores, en un monumento de menor dimensión y valor fácilmente sustituible por otro elemento que pueda, por ejemplo, mantener viva la memoria sobre la realidad del tráfico de esclavos en esa época.

En este caso, la postura de Bonomi es contundente: "la escultura del marqués es impresentable desde cualquier punto de vista y no tiene la misma trascendencia histórica que Colón. Habría que aprovechar el espacio para convertir la plaza en algo simbólico de denuncia de lo que fue el pasado esclavista de algunos prohombres de Cataluña".

Gerardo Pisarello, teniente alcalde del Ayuntamiento de Barcelona por Barcelona en Comú, aseguró este martes que se está trabajando, sin dar mayor detalles, en una intervención respecto de la figura de Antonio López. Pisarello recordó que "la alcaldesa ha sido crítica con las connotaciones colonialistas y nacionalistas del 12 de octubre" y aseguró que la retirada de la estatua de Colón "no forma parte de las actuaciones previstas por el gobierno municipal".

La estatua del conquistador corrió una suerte muy diferente en una polémica muy similar que tuvo lugar en 2013 en Argentina. La estatua de Colón, que se erigía justo detrás de la Casa Rosada, en Buenos Aires, acabó entonces por ser retirada en medio de un encendido debate sobre su propiedad entre el gobierno argentino, liderado entonces por Cristina Fernández, y el ejecutivo municipal, que estaba encabezado por el actual presidente Mauricio Macri.

Dados los equilibrios del pleno municipal barcelonés, esta vez el dedo de Colón va a seguir señalando y las banderas españolas ondeando, pero parece que López el Negro tiene los días contados, al menos en las condiciones actuales, y que la CUP ha conseguido llevar de nuevo a la palestra política un interesante debate sobre el revisionismo histórico a la par que volver guiñar un ojo a su electorado.

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