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Expertos: más muertes en el Mediterráneo por la descoordinación y la falta de fondos

Según organizaciones que trabajan sobre el terreno, la falta de coordinación y la reducción de fondos en el tránsito entre las operaciones Mare Nostrum y Tritón explican aumento de muertes en la frontera sur de la UE.
La tripulación del Dignity I, uno de los tres barcos de Médicos Sin Fronteras, ayudando en el rescate de migrantes en el Mediterráneo tras el naufragio de una embarcación con centenares de personas a bordo. (Imagen vía MSF)

El naufragio de una embarcación con entre 400 y 600 personas cerca de las costas de Libia el pasado miércoles ha vuelto a reavivar el debate sobre la política de fronteras y las atribuciones de las distintas partes activas en los rescates marítimos en el sur de Europa: de FRONTEX a los estados implicados pasando por las distintas oficinas y guardias costeras y ONGs como Médicos sin Fronteras (MSF) o la fundación maltesa MOAS (siglas de Migrant Offshore Aid Station).

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En lo que va de 2015 han muerto al menos unas 2.000 personas en el Mediterráneo, según datos de la Organización Internacional de las Migraciones, una cifra que multiplica por cinco la del 2014. Hay que añadir a este macabro contador las últimas 25 muertes confirmadas por el momento tras el naufragio del miércoles, cifra concretada por MSF — que asegura que en la embarcación viajaban hasta 600 personas.

Según los expertos, ese aumento sería fruto del descenso de fondos y la falta de coordinación entre las partes.

"Demandamos a la UE y a los estados miembros que aumenten los recursos de las operaciones de búsqueda y salvamento y que las mantengan todo el tiempo que sean necesarias", exige en un comunicado de MSF Paula Farias, coordinadora del proyecto de la ONG en el Mediterráneo.

Hasta abril de 2015 los rescates los llevaban a cabo los estados nacionales, pues no existía ninguna misión conjunta de ámbito europeo. La Agencia Europea para la gestión de la cooperación operativa en las fronteras exteriores de la Unión Europea (UE), FRONTEX, se limitaba a "mejorar la gestión integrada de las fronteras exteriores de la Unión" y a "reforzar la cooperación entre las autoridades nacionales de fronteras".

En mayo de 2014 se volvieron a ampliar las atribuciones de la agencia mediante el reglamento de la UE 656/2014, en el que se afirma que la vigilancia fronteriza "no se limita a la detección de los intentos de cruce no autorizado de las fronteras, sino que engloba también […] disposiciones dirigidas a abordar las situaciones de búsqueda y salvamento que pueden surgir durante una operación de vigilancia marítima de fronteras y disposiciones destinadas a finalizar con éxito esas operaciones".

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De hecho, la regulación que establece FRONTEX especifica que la agencia debe respetar e implementar la ley internacional en materia de búsqueda y rescate, a pesar de que el director adjunto de esta organización aseguró hace tres días a la Cadena SER que los rescates "se van a seguir haciendo por las autoridades nacionales".

Pero los altos costes de la misión para Italia — 9 millones mensuales a los que la UE contribuyó con 1,8 millones del Fondo de Fronteras Exteriores — motivaron su fin en octubre de 2014, 8 meses después de la salida de Letta y ya con el actual primer ministro Matteo Renzi. La operación costó un total de 114 millones de euros al gobierno transalpino, y la decisión disparó las alarmas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Al cese de Mare Nostrum le siguió la llamada Operación Tritón, gestionada por FRONTEX y sostenida con un tercio (2,9 millones) del coste de la iniciativa italiana. A diferencia de ésta última, Tritón solo operó en costas europeas, hasta el consejo extraordinario del 23 de abril para atajar la crisis migratoria. Entonces el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker anunció, ante el parlamento europeo, las decisiones del consejo extraordinario que equipararían la inversión a "exactamente la misma cifra que el presupuesto de la operación Mare Nostrum", y confirmó que "no era cierto" que el mandato de FRONTEX "se limitara a aguas territoriales de los estados miembro".

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El proceso mediante el cual los estados han perdido responsabilidad en el rescate y la falta de un esfuerzo coordinado en esta tarea que ven algunas ONGs les obligaron, según aseguran, a asumir un papel más activo durante el tránsito del fin de una operación, la implementación de otra centrada, exclusivamente, en tareas de control y la constatación de la necesidad de equipararlas a nivel presupuestario.

MSF ha asistido a 10.300 personas en tres meses de operaciones (unas 100 personas al día), desde que el pasado 2 de mayo pusiera en marcha un operativo de búsqueda y rescate mediante los dos navíos propiedad de la organización y el que aporta MOAS.

"La postura de la Unión Europea me parece muy cínica: pretende que el Mediterráneo haga el trabajo sucio, la criba, no permitiendo llegar a estas personas que atraviesan el mar cuando tienen todos los derechos para ser refugiados pero se ven obligados a jugarse la vida en estas pateras porque no tienen otra vía para llegar a Europa. La UE debe poner vías legales para que los refugiados puedan llegar a Europa", afirmó Farias, portavoz de MSF, ayer al diario El Mundo.

"La suspensión por varios meses de la Operación Mare Nostrum es, sin ninguna duda, la causa del incremento de muertos en el Mediterráneo", afirma tajante el director regional de la UE de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) Eugenio Ambrosi.

"Pero el fortalecimiento de la operación de FRONTEX en abril ha situado las cifras, a partir de mayo, al nivel de Mare Nostrum. El número de muertos desde ese mes hasta hoy ha bajado muchísimo", sigue Ambrosi, que entiende que el consejo de abril fue un punto y aparte en este goteo de muertes.

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El 18 de octubre de 2013 se inició la llamada Operación Mare Nostrum de la mano de un gobierno italiano de centro-izquierda — bajo el mandato del fugaz primer ministro Enrico Letta, que estuvo un año enfrente del ejecutivo — tras el naufragio de un barco cerca de la isla de Lampedusa del mismo país.

La marina italiana empezó a patrullar más allá de las aguas nacionales en misión humanitaria con el apoyo de tres de sus cuerpos policiales. La misión puso especial énfasis en las cercanías de la costa Libia, que al devenir un estado fallido se ha convertido en un importante epicentro del tráfico de personas, según el Departamento de Estado Norteamericano.

La italiana Regina Catrambone, fundadora de MOAS, una ONG dedicada al salvamento marítimo con sede en Malta, explica a VICE News que "el problema es la coordinación entre las partes".

MOAS, que ha enviado una de sus embarcaciones a la zona del último naufragio, cuenta con la ayuda de drones desde hace unos meses. "No los hemos incorporado porque sean modernos, sino porque nos ayudan a conocer cada situación al detalle antes de derivar unos recursos u otros", explica Catrambone.

A pesar de las cifras hechas públicas por la Organización Internacional de las Migraciones, la fundadora de MOAS, que actúa bajo las órdenes del Centro Marítimo de Coordinación de Roma, denuncia que no cuentan "con un registro específico de cifras detalladas caso a caso, y así es muy difícil".

Catrambone advierte que "con el mar tan calmado y tanto calor es muy posible que sigan saliendo embarcaciones desde Libia", tendencia irrefrenable porque "el problema no está en el mar: está en la tierra".

"Gente que atraviesa desiertos, que han estado diez años en un campo de acogida esperando un permiso, visado, pero nunca llega: esto es inhumano", sentencia Catrambone: "Hay niños que dejan su país de orígen con sus padres y estos mueren en el camino. Cuando un padre de familia decide escapar de un país donde no puede estar porque su vida está en peligro hay que llamarle 'refugiado', no 'inmigrante': debemos hablar con las palabras correctas".

La tripulación del Dignity I, uno de los tres barcos de Médicos Sin Fronteras, ayudando en el rescate de migrantes en el Mediterráneo tras el naufragio de una embarcación con centenares de personas a bordo el 5 de agosto de 2015. (Imágenes por MSF)