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Italia

Por qué una parte de la extrema derecha italiana apoya a Assad

En Italia, conforme Bashar al-Assad pasa de convertirse en criminal de guerra a genocida, cada vez son más los militantes fascistas que apoyan la causa del dictador sirio. Estas son algunas de las razones del fervor por el régimen de Damasco.
Foto via Facebook/Casapound Italia

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El 8 de octubre una veintena de militantes de la formación de extrema derecha italiana Forza Nova irrumpieron en el Maxi (el Museo Nacional de las Artes del Siglo XXI) de Roma. Lo hicieron durante la inauguración de la exposición "Nombre en código: César. Sirios detenidos y víctimas de las torturas". Se trata de una muestra fotográfica que documenta algunos de los incontables crímenes cometidos por el genocida y dictador sirio Bashar al-Assad. Sucedió que los miembros de Forza Nova acudieron a la sala para denunciar que la muestra no es más que una "mistificación intolerable que contamina la mente del pueblo con mentiras flagrantes".

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Lo que es incontestable es que las fotografías son verdaderas y que documentan algunos de los múltiples crímenes contra la humanidad cometidos por el régimen sirio, orquestados por su dictador. Y de la misma manera, lo que también es un hecho es que las organizaciones que han promovido la muestra lo han hecho gracias a la autofinanciación. Su gestión ha permitido, de hecho, que la galería de imágenes, que llevaban dos años expuestas en el Parlamento Europeo, hayan desembarcado ahora en Italia.

Sin embargo, los detractores que comparecieron en la muestra, a los que podemos bautizar como Assadistas, no eran solo fascistas. En realidad, se trata de un grupo de los más variopinto, procedente de orígenes culturales e ideológicos tan diversos como la variedad de armas empleadas en el devastado país de Oriente Medio por las fuerzas de su dictador.

Los Assadistas italianos ya se habían manifestado el día después de la destrucción de un convoy humanitario de la ONU dirigido a la castigada ciudad de Alepo. Entonces los cazabombarderos rusos (los principales aliados de Assad) abatieron la partida humanitaria — sucede que Alepo está sitiada por las tropas del régimen sirio y sus aliados.

Las imágenes del asedio han dado la vuelta al mundo. Quienes ignoraban los métodos que están empleando Damasco y sus aliados para ganar la guerra más sucia y letal de este siglo ya no tienen excusa. Lo peor del genocidio orquestado por Putin y Assad es que lo niegan cuando está documentado. El día después de derribar el convoy, los rusos negaron haber abatido nada. Los Assadistas italianos, por su parte, fueron más allá: aseguraron que se trataba de una burda puesta en escena; una falsedad. Y, como no, prefirieron desviar la atención.

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"Hay que fijarse en lo que están haciendo los saudíes en Yemen con la ayuda de Estados Unidos. Mataron a 130 invitados a una boda", ha comentado los improvisados súbditos del líder sirio. La pregunta es: ¿por qué hay quieren olvidar que el derribo del convoy humanitario en Siria es equivalente a las atrocidades cometidas en Yemen? Cuando tu política consiste en desviar la atención, lo terminas olvidando todo.

Se puede discutir sobre la presencia estadounidense en Siria y sobre sus nefastas implicaciones, no solo en Oriente Medio, sino en el mundo entero. Se podría escribir una historia del imperialismo estadounidense y estaría plagada de crímenes contra la humanidad. Sin embargo, la infamia y el oprobio de unos, no liquida el de los otros, como tampoco existe un imperialismo mejor que otro

Un ejemplo: Chechenia a mitad de los años noventa. Allí Putin no combatió contra el imperialismo estadounidense. Eso sí, cuando terminó con su limpieza étnica en Chechenia, a principios del nuevo milenio, si vimos al pequeño líder de la mano de los estadounidenses: todo el mundo —y por consiguiente también los rusos— se sumó a la "guerra contra el terror" proclamada por los estadounidenses. Y a los rusos les dieron luz verde para que aniquilaran todo lo que crecía.

Sucede, sin embargo, que algunas personas, hacen un razonamiento simplista, de bandos: se imaginan un "gran imperio estadounidense" al que hay que derrotar, y que todos los demás, los que están en el otro bando, son los "buenos".

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Claro que el problema es que no existen los bandos.

Pensemos en Bashar al-Assad. Su currículum es uno de los peores. Un número abismal de fuentes nos cuentan ahora lo que ocurre en sus cárceles, relatan la calculada estrategia de su exterminio, de sus plantes de mutación demográfica en las zonas que ha liquidado, de sus tácticas para mantenerse en el poder, pulverizando ciudades enteras de opositores y/o coordinando la muerte por hambruna de ciudades enteras con ayuda de sus socios: rusos, iraníes, Hezbollah y las milicias chiíes.

Tales son los hechos contrastados por los que será recordado. Y sin embargo, para algunos siguen sin ser suficientes para justificar una visión negativa. Existe una parte inquietante de la opinión pública mundial que parece dispuesta a ignorar la macabra dimensión del genocida, solo para justificar su presunta y heroica campaña contra el imperialismo estadounidense.

La guerra civil siria arrancó hace 5 años y en Italia los aduladores del exterminador no paran de crecer. De hecho, quienes le profesan su amor no son solo fascistas. También hay comunistas. Y pacifistas. Y los miembros de la Liga Norte. La pregunta es: ¿cómo es posible que suceda algo así?

Para empezar hay que decir que la extrema derecha italiana no solo está integrada por Forza Nuova, cuyos miembros, eso sí, apoyan a Assad desaforadamente.

Sin embargo también existe Casa Pound, una formación que lleva semanas empapelando las calles de Roma con carteles que rezan que Assad es "la mejor defensa de Europa contra el terrorismo". Casa Pound lleva tiempo desplegada por toda Italia gracias a la organización sin ánimo de lucro Sol. Id (Identidades Solidarias, nada menos). A menudo, también se ha asociado con el Frente Europeo de Siria. Ambas formaciones organizan viajes a zonas que están bajo el control del régimen de Assad, llevan ayuda y reparten propaganda Assadiana por las escuelas, a menudo sin ser molestados.

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Imagen vía página de Facebook de Casapound Italia

También está Zenit, la asociación de las "raíces culturales que se remontan al fascismo", asociada a Casa Pound. Y está también Contro Tempo, una comunidad de "militantes" fascistas, que ya fue denunciada tras organizar una batida para ajusticiar a un grupo de estudiantes de secundaria que se manifestaron públicamente para exigir la libertad y el respeto a los derechos humanos del castigado pueblo sirio.

Claro que los fascistas italianos han desplegado sus tentáculos a nivel europeo, donde cuentan también con varios colaboradores. Así lo explicaba en 2012 el bloguero de ultraderecha Germano Monti en su publicación Vicino Orient:

"La estrecha relación entre el régimen de Assad y la extrema derecha europea no es un misterio para nadie en Francia. Allí tenemos a Frederick Chatillon (un exneonazi que ahora trabaja como mano derecha de Marine Le Pen). Y está también el historiador negacionista Robert Faurisson, por no hablar del cómico Dieudonné, un hombre que pasó de la izquierda a la extrema derecha como quien cambia de chaqueta.

En Italia, además de los escuadrones de Contro Tempo, además de periódico Rinascita Nazionale, los aliados de Assad son los "rossobruni" de Eurasia y los miembros de Stato e Potenza, así como otros nombres vinculados a la red Eurasia, una organización que cuenta con representantes de Moscú a Lisboa y cuyo principal ideólogo, el ruso Alexander Duguin, es el traductor de los escritos de Julius Evola".

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En realidad, el vínculo entre Siria y el fascismo viene de lejos y sus raíces son bastante evidentes. Muchos son enamorados del nacionalsocialismo, detractores de la Alianza Atlántica, los defensores de la Eurasia de Putin, que han encontrado en los partidos sirios afines al régimen a su perfecto aliado.

Menos evidente resulta, sin embargo, el apoyo de diversos partidos que se reivindican como formaciones "comunistas", o de "izquierdas".

Quienes están conectados a esta rama son otra clase de nostálgicos, aquellos que todavía parpadean con melancolía cuando se acuerdan de la Guerra Fría, que fue la época en que Siria estaba más vinculada (casi tanto como ahora), a la Unión Soviética. El reclamo con que los Assadistas han atraído a algunos de sus adeptos más improbables es, nada menos, que el pasado "socialista" sirio: "Siria es un país socialista, donde el partido que ocupa el poder, el Baath, garantiza un estado laico, su educación y la redistribución de su riqueza".

De poco sirve recordar que desde 2001 la economía viró hacia una fase neoliberal y los principales sectores económicos del país quedaron en manos del clan Assad. La siguiente es una década nefasta, en la que la población se empobrece de manera dramática y las sequías y la dictadura de Assad imponen un regreso forzoso a la vida urbanizada de millones de personas.

Los Assadistas italianos que defienden la utópica existencia de una Siria "laica y socialista", también aluden a la existencia de un partido comunista — e ignoran flagrantemente a todas las formaciones comunistas que se oponen al propio dictador, así como a los miles de opositores aniquilados en las cárceles del régimen por orden de Assad.

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Lejos de ello, mientras se escriben estas líneas Assad y sus socios, especialmente los iraníes, que el hecho de que todos los microscópicos partidos comunistas esparcidos por el mundo —incluidos los estadounidenses— han caído en la trampa que lo hace aún más creíble a los ojos de quien lo quiere creer.

Cómo la extrema derecha italiana se ha apropiado de Defend, una marca de ropa de 'izquierdas'. Leer más aquí.

Siguiendo el hilo de la simple división de bandos que propone la extrema derecha, nos encontramos con los grupos pacifistas que, en un momento dado, han concebido la paz como algo que no puede prescindir de la batalla contra el imperialismo estadounidense.

La receta de la ultraderecha se completa añadiendo una cucharadita de retórica antiisraelí, una cucharadita que convierte a Assad en el héroe de la lucha contra Israel. Y eso, por mucho que el régimen del genocida haya expulsado a miles de refugiados palestinos que habían vivido en Siria durante todos estos años — y que se han solidarizado con la revolución del pueblo sirio — y por mucho que no haya disparado una sola bala contra Israel en más de una década.

Y llegados a este punto, defender a Assad también exige cerrar los ojos frente a otra dolorosa evidencia. Las voces palestinas, como la del joven Budour Hassan son sistemáticamente ignoradas por el pacifismo italiano, mientras se prefiere escuchar los discursos oxidados de la vieja guardia del régimen de Damasco.

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La influencia de este enfoque en el mundo del pacifismo ha imposibilitado que en los últimos años se haya llevado a cabo un debate serio sobre Siria. Los pacifistas solo parecieron sentirse cómodos cuando en 2013 Obama insinuó que acudiría a la fuerza — es decir cuando decide declarar la guerra el día después de que se produzca un ataque químico en la periferia de Damasco, en Ghouta, una masacre que se cobraría las vidas de, al menos 1200 civiles.

En aquel escabroso momento, todo el potencial de la propaganda proAssad se concentró en diseñar una pintoresca teoría de la conspiración que terminaría culpando a los turcos y/o saudíes de la masacre. Los italianos también compraron aquella versión, según la cual, como no, Obama habría financiado el exterminio.

De la misma manera, otro de los argumentos más insostenibles y grotescos que los Assadianos se esmeran en repetir en que Assad nunca ha utilizado las prohibidas bombas de barril; es decir, los artefactos explosivos teledirigidos que han sido dirigidos contra barrios y ciudades "rebeldes" provocando la muerte de miles de niños, de mujeres, de viejos y de civiles inocentes. Si bien se trata de prácticas documentadísimas, tampoco parecen haber convencido a los Assadistas.

La eliminación de los hechos ha llegado hasta el extremo de negar incluso las repetidas imágenes de la devastación infligidas por las bombas de Assad y por las de los rusos. Quienes defienden al dictador defienden también que los escombros a los que se ha visto reducida gran parte de Siria son obra de los "terroristas". Sin embargo, poco a poco, y gracias al "Padre de la Nación" el orden está volviendo a esos lugares.

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Más allá de los fascistas, comunistas o los que creen que Assad es la clave para traer la paz a Siria, merecen mención aparte los seguidores de la Liga Norte y los seguidores de Beppe Grillo.

Respecto a ellos hay que elaborar un discurso aparte, porque parece que su Assadismo es una consecuencia indirecta de formar parte de la oposición en Italia: el interés por Siria es relativo, solo se acepta como verdadera la propaganda Assadista para así poderla utilizar como un puñal en la política exterior, un dominio en el que la Italia de Renzi es fácilmente atacable. Y lo es, básicamente, porque desde hace algún tiempo respeta la regla de la inacción, y se deja llevar por cualquier corriente que le transporte rumbo a las aguas internacionales de aspecto tranquilo.

Entre ambos bandos hay algunas diferencias: la Liga Norte ha llegado al Assadismo a través de Putin; y tal es la razón que explica que una estrella del putinismo como Guilietto Chiesa haya despertado la ira de algunos comunistas pro-Assad.

En cuanto al Movimiento 5 Estrellas, la cuestión es más compleja, y esta articulación es reveladora.

En Italia, algunos seguidores de Beppe Grillo aglutinados en torno al think t_ank _L'antidiplomatico__, encuentran en este sitio web todo un conjunto de artículos donde se fomentan teorías conspiratorias como ataques de falsa bandera o cazas norteamericanos que se camuflan usando la bandera rusa para cometer masacres civiles.

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Cuanto más lejos de Roma, sin embargo, los seguidores de Grillo son menos assadistas. Sus representantes en el Parlamento Europeo, por ejemplo, han denunciado a Assad por torturas, después de ver las fotografías de César.

Este es el panorama del Assadismo italiano — sobrevolando el cielo religioso de los ultracatólicos, lo cual requeriría un trabajo aparte.

Y por último destacar que algunos medios de comunicación también han suscitado polémica. Como la actual presidenta de la Rai, Monica Maggioni, quien en 2013 extendió la alfombra roja a Assad en una entrevista en RaiNews24.

Lorenzo Declich es un experto en islamismo contemporáneo. Ha traducido ensayos y novelas del árabe, ha editado libros y ha colaborado en varios medios de comunicación

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