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VICE World News

El fracaso de la política migratoria europea está humillando al continente y a sus refugiados

VICE News ha examinado de cerca el gran despropósito en que se ha convertido la política migratoria de la Unión Europea y sus regulaciones, incapaces de lidiar con la crisis humanitaria más grave de nuestros días.
Richiedenti asilo aspettano un autobus al confine tra Grecia e Macedonia. Foto di Nicola Zolin
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Cuando Mohamed alcanzó las costas de Finlandia pensó que su largo periplo había llegado a su fin. A sus 30 años de edad, Mohammed se vio obligado a dejar a su mujer y a sus dos hijos atrás, en Irak. Allí trabajaba en los servicios de seguridad del país. Sin embargo, las amenazas de muerte que recibió de las milicias locales y de la organización terrorista Estado Islámico (EI) precipitaron su huida. Mohammed viajó por tierra durante meses. Atravesó Turquía y Grecia y siguió caminando sin descanso. Su objetivo no era otro que llegar al país escandinavo. Y su sueño era que le concedieran asilo y conseguir que su joven familia obtuviese el permiso necesario para reunirse con él.

Finalmente, Mohamed llegó a Finlandia a principios del año pasado. Sin embargo, a las pocas semanas de encontrarse allí, su plan se derrumbó.

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Todo se precipitó mientras sus huellas dactilares eran escaneadas, un procedimiento común a todas las peticiones de asilo. Cuando sus dedos contactaron con el aparato que identificaría sus huellas, se escuchó el fatídico pitido, un alarido proveniente de una base de datos desplegada por toda Europa para controlar la entrada y salida de migrantes del continente. Entonces, su suerte ya estaba echada. Una vez el detector dio la señal de alarma, Mohamed fue deportado casi de inmediato. Le embarcaron en un vuelo rumbo a Hungría — un país que a duras penas conocía, pero que se había convertido en el primer estado de la Unión Europea en que había puesto un pie tras meses de periplo. Allí, la policía le detuvo y le registró.

De acuerdo con la política europea formulada por la llamada Convención de Dublín, los refugiados están obligados a pedir asilo en el primer país miembro de la Unión en el que se hayan inscrito como tales — que, supuestamente, es el primer país en que desembarcan. Claro que tales son disposiciones que fueron introducidas por primera vez en 1997 y que, en ningún caso, fueron concebidas para resolver la crisis humanitaria que asola las orillas europeas a día de hoy. En 1997 las costas de Grecia y de Italia no absorbían a miles de migrantes a diario, ni Europa se había convertido en un escenario en que los derechos fundamentales de los exiliados fuesen sistemáticamente violados.

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"Fue un varapalo enorme. Me sentí estafado. Yo solo buscaba ayuda…. ¿entonces? ¿Por qué me hicieron lo que me han hecho? Me trataron como si fuese idiota", cuenta Mohamed. A día de hoy vive en un campamento de refugiados superpoblado a unos 40 kilómetros de Budapest. Sobrevive con apenas 100 euros al mes. "Vivo en condiciones muy precarias, no tengo dinero y como un plato caliente cada dos días. Estoy lejos de mi familia y no tengo noticias de ellos", relata Mohamed durante una entrevista telefónica sostenida con VICE News desde su abyecta residencia.

Mohamed lleva casi nueve meses en Hungría. Sin embargo, el país está seriamente desbordado por los constantes desembarcos de nuevos refugiados, de manera que es muy improbable que su solicitud de asilo sea tramitada a corto plazo.

Confiscaciones, deportaciones y promesas vagas: la política de asilo europea falla de nuevo. Leer mas aquí.

Mohamed es solo uno de las decenas de miles de refugiados que han sido deportados desde países de la Europa occidental rumbo a lugares como Italia, Hungría y Bulgaria — países ya de por sí desbordados por el flujo inagotable de recién llegados, donde las condiciones para el bienestar de migrantes y refugiados son mucho peores, y donde las infraestructuras para lidiar solventemente con las constantes solicitudes de asilo dejan muchísimo que desear.

Cerca de casi [71.000](http://Cerca de casi 71.000 refugiados han sido desplazados de un país de la Unión Europea a otro entre 2010 y 2014, según lo atestiguan los datos más recientes de la comunidad en materia migratoria. Paralelamente, el VICE News ha analizado los informes de cada país en 2015, que concluyen que durante el primer trimestre del año pasado un total de 6.300 refugiados fueron deportados a otros destinos europeos. Lo curioso es que todos procedían de los mismo cuatro países: Gran Bretaña, Suecia y Suiza. Alemania.) refugiados han sido desplazados de un país de la Unión Europea a otro entre 2010 y 2014, según lo atestiguan los datos más recientes de la comunidad en materia migratoria. Paralelamente, el VICE News ha analizado los informes de cada país en 2015, que concluyen que durante el primer trimestre del año pasado un total de 6.300 refugiados fueron deportados a otros destinos europeos. Lo curioso es que todos procedían de los mismo cuatro países: Gran Bretaña, Suecia y Suiza. Alemania.

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Solo en Gran Bretaña un total de 6.100 refugiados han sido trasladados rumbo a otros países de la Unión Europea desde principios de 2010. La relación de ciudadanos a los que se invita a salir incluye a sirios y eritreos. Igualmente, otras 510 personas fueron expulsadas del país en los tres primeros trimestres del año. Más de un tercio de ellos terminaron recabando en Italia. Algunos de los retornados han terminado convertidos en indigentes y ahora viven en las calles, tal y como explican sus abogados. Otros consiguieron regresar al Reino Unido más adelante.

Solo en 2015 fueron más de un millón de personas las que llegaron a las orillas europeas en busca de asilo político. La mayoría de ellos entraron por Grecia e Italia. Y, sin embargo, pese al abrumador flujo de migrantes que alcanzan cada día las costas mediterráneas, los gobiernos situados más al norte, como el de Reino Unido, continúan deportando a los refugiados hasta devolverles a la primera línea de la crisis.

El primer ministro italiano, Matteo Renzi, ha explicado que las disposiciones de la desfasada normativa europea dejan a países como el suyo "aislados". Por su parte, el ministro de migraciones griego, Yiannis Mouzalas, se ha quejado amargamente de que la insostenible política europea está dejando a ingentes cantidades de refugiados hacinados en Grecia.

La Comisión Europea, por su parte, ha expresado que la política actual presenta "deficiencias sistemáticas" y que necesita ser revisada exhaustivamente con carácter de urgencia. "Durante la segunda parte de este año, probablemente en primavera, propondremos que la Convención de Dublín sea revisada", declaró un portavoz de la Comisión el viernes pasado. "Se trata de una necesidad puesto que es evidente que el actual sistema no funciona correctamente en muchos aspectos".

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¿Cuántas más muertes de niños refugiados necesita el Reino Unido para cambiar sus leyes? Leer más aquí.

No se han ofrecido más detalles sobre cómo será la nueva política migratoria, sin embargo, se sabe que numerosos países están abogando por la instauración de un sistema de cuotas que distribuya las nuevas solicitudes de asilo por entre todos los países de Europa.

Por su parte, desde el Reino Unido se ha abierto una campaña de presión empresarial y política para que tales modificaciones no sean ejecutadas. La administración del conservador David Cameron tiene muy claro que si las desfasadas regulaciones de la Convención de Dublín son modificadas, optará por enfilar idéntico camino al que le fue denegado a Grecia. Solo que en lugar de una Grexit, emprendería lo que ya se ha convenido en llamar como una Brexit (Great Britain Exit, en sus siglas inglesas), una huida que sí tendría posibilidades de consumarse. "El gobierno considera que los principios suscritos en la Convención de Dublín son los adecuados", ha proclamado un portavoz del ministerio del Interior británico. "Apoyamos, en particular, el principio que dicta que cualquier asilo debería de ser exigido en el primer país en que desembarquen los refugiados. Creemos que la misma regulación debería de respetarse en el futuro. Gran Bretaña tiene la potestad de desentenderse de la Unión Europea".

La Comisión Europea ya ha asegurado que el Gran Bretaña no tiene ninguna obligación de suscribir la nueva regulación europea, claro que también ha advertido que "es prematuro decir qué implicaciones tendrá que el Reino Unido decida hacerlo o no hacerlo".

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Y mientras todo ello se discute, la administración Cameron sigue deportando a refugiados a sus anchas. Aunque cada vez menos. Sucede que el miedo a ser devueltos a países donde las perspectivas para los migrantes son, en el mejor de los casos, fatalistas, ha provocado que muchos de ellos hayan tomado medidas desesperadas para evitar ser fichados y escaneados. Muchos de ellos, sabedores de que se exponen a ser fichados, prefieren escalar vallas de alambre y pasar las noches al raso a temperaturas heladas, para evitar así que el furgón policial de turno les intercepte y que sus dedos sean digitalizados en un país de tránsito en el que jamás decidirían quedarse de motu propio.

Igualmente, se han registrado muchos otros casos en que los refugiados se queman las yemas de los dedos para así no poder ser escaneados cuando la policía les intercepte.

Greog O'Ceallagih, un abogado del bufete Garden Court Chambers, en el Reino Unido, ha contado a VICE News que "las disposiciones de la Convención de Dublín pueden resultar extremadamente traumáticas para los refugiados, particularmente para aquellos que hayan sido víctimas de las abominables condiciones que se gastan en los países de la periferia de la crisis.

"Yo tengo a varios clientes en condiciones muy precarias. Muchos de ellos han intentado suicidarse, otros se han convertido en seres re-traumatizados. Me cuentan que preferirían regresar a sus países de origen, donde se exponen a ser asesinados antes que convertirse en residentes de naciones de la Unión Europea en las que saben que terminarán en la indigencia".

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Francia se compromete a construir un nuevo campamento para refugiados. Leer más aquí.

El sistema es estrepitosamente ineficaz. Entre enero y septiembre del año pasado, el gobierno británico emitió más de 2.000 solicitudes en las que exigía a otros países que se volvieran a hacer cargo de migrantes que habían alcanzado Europa a través de sus suelos. Sin embargo, una vez los abogados de los refugiados decidieron empezar a batallar legalmente contra la iniciativa británica, el ministerio del Interior del país fue consciente de lo extremadamente costoso que el procedimiento podía resultar para sus arcas. Desde entonces, muchas de las deportaciones han sido suspendidas y solo una cuarta parte de los refugiados a los que se pretendía devolver, han llegado a salir de Gran Bretaña.

Claro que las condiciones a las que se enfrentan todos los que no lograron quedarse son infrahumanas. Algunos viven en centros de asilo completamente sobrepasados.

En 2014 el periódico italiano Il Fatto Quotidiano describió los centros de reclusión para migrantes italianos como "la cara oscura del infierno". Uno podía leer en las páginas del rotativo frases que decían cosas como "solo entrar allí dentro la cabeza empieza a darte vueltas — el aire es espeso y hay basura, andrajos y comida podrida descomponiéndose en cada rincón".

Otro informe redactado por abogados del Reino Unido denunció hace unos meses la situación de un grupo vulnerable de refugiados de Somalia y de Afganistán. Estos fueron expulsados del Reino Unido rumbo a un aeropuerto de Milán, donde los somalíes terminaron viviendo 15 días. Los afganos, por su parte, tuvieron que instalarse en idéntico escenario durante 9 noches. Todos ellos subsistieron con pírricas cantidades de dinero y solo se les ofreció para comer porciones de pizza sin condimento alguno. Acto seguido fueron desplazados y alojados en Venecia.

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Los sistemas de recepción de Bulgaria, Austria y Hungría también vulneran los derechos fundamentales de los refugiados.

Amanda Johnson, una abogada sueca, denuncia ante VICE News el caso de una familia de Kosovo. Johnson presenció cómo se los deportaba de Suecia a Hungría.

"Eran una familia con un hijo extremadamente enfermo. Tendría 16 años, aunque tenía el tamaño de un niño de 10 debido a lo desnutrido que estaba. Fue operado en Suecia. Le extirparon la dentadura entera. Lo hicieron porque la tenía en un estado irreparable. Ahora solo pueden alimentarle a través de una sonda en su estómago". Johnson nos lo cuenta desde un colorido centro de ayuda al refugiado situado en el centro de la ciudad sueca de Malmö.

"La familia fue enviada de nuevo a Hungría y en Hungría las condiciones eran tan paupérrimas que no pudieron quedarse y siguieron con el periplo de solicitar asilo en otros sitios", explica. "La última vez que hablé con ellos las cosas no les iban nada bien. Terminaron regresando a Kosovo, donde la salud del pequeño ha empeorado fatalmente".

La cantidad de refugiados que han sido evacuados de Suecia en virtud de la Convención de Dublín, fue más alta durante los tres primeros trimestres de 2015, que durante cualquier otro registro conocido de 2014.

Los expertos también han afirmado a VICE News que desplazar a los refugiados de un país a otro de la Unión Europea puede afectar muy seriamente a sus posibilidades de que les sea concedido el tan anhelado permiso de estadía.

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Los países de la Unión Europea no disponen de un listado de "países seguros", ni disponen tampoco de políticas que especifiquen qué países pueden suponer un riesgo para la integridad de quienes huyen de conflictos armados, amenazas de muerte y violaciones sistemáticas de los derechos humanos. De tal forma, refugiados como Mohamed se encuentran con que dependiendo del país en que se encuentren, sus posibilidades de conseguir asilo político cambian de manera muy drástica. Así las cosas, como iraquí que es, Mohamed tenía un 76 por ciento de posibilidades de ser acogido en Finlandia. En Hungría, sin embargo, sus posibilidades son solo del 67 por ciento.

Lo mismo puede decirse de otras nacionalidades y de los índices de otros países. Cerca del 90 por ciento de los sirios que piden la protección del gobierno del Reino Unido, la consiguen. En cambio, cuando lo hacen en Italia, solo el 64 por ciento de ellos consiguen ser aceptados. De tal modo, aquellos sirios que sean deportados de Siria a Italia, tienen muchas menos posibilidades de ser acogidos.

Y lo que es peor, algunos de aquellos que han sido deportados bajo las regulaciones de la Convención de Dublín, podrían ver cómo se les rechaza el acceso al asilo al regresar. Ello sucederá cuando sus nombres hayan pasado demasiado tiempo fuera de la base de datos que les contiene. Lo cual implica que jamás serán considerados completamente.

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"El sistema es completamente disfuncional", asegura Minos Mouzourakis, experto en las regulaciones del Consejo Europeo para los Refugiados y los Exiliados.

"En un primer momento lo que contemplaba la Convención de Dublín era que todos los estados de la Unión Europea estaban en idéntica disposición de prestar a protección y reconocimiento a todos los refugiados. Sin embargo, la realidad con la estos se han encontrado 18 años después de la suscripción del acuerdo es completamente distinta. En Grecia, Italia, Bulgaria e Italia nos hemos encontrado con que las condiciones están muy por debajo de los estándares contemplados y que sus condiciones de vida y su acceso a los procedimientos que le permitan ser reconocidos como refugiados se han visto completamente desbordados por los acontecimientos de este año", añade.

Los abogados del Reino Unido se están preparando ahora para presentar una serie de casos de prueba para los próximos meses. Su tesis no es otra que las condiciones que los deportados se están encontrando en Hungría, Bulgaria y Austria, han dejado de ser seguras y que deben de interrumpirse de manera inmediata.

El tiempo dirá cómo funcionará el nuevo sistema que la Comisión Europea se dispone a presentar y cómo los distintos países reaccionarán ante el mismo.

Sea como sea, la situación actual es de lo más desfavorable para Mohamed y para todos aquellos que han sido desplazados de un país de la Unión por razones tan oscuras como sospechosas. El viaje de Mohamed, como el de tantos otros, ha terminado en punto muerto. Atrapado sin salid en un campamento de Hugría, soñando con regresar a Finlandia y con reunirse de nuevo con su familia, que pasa sus días escondida en Irak, aterrorizada ante la posibilidad de ser descubierta y aniquilada. "Me siento como un prisionero. No me puedo mover, no puedo ir a ningún sitio", dice entre suspiros. "Soy una víctima del sistema, una víctima sin esperanza, desamparada. No tengo futuro".

Fedia Dziri colaboró en este artículo

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