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5 años después del desastre nuclear de Fukushima los peces vuelven a proliferar

La vida submarina ha regresado con fuerza tras de ser vapuleada por un tsunami y por el fatal accidente nuclear de 2011. Pero que el pescado haya vuelto a abundar, no significa que nos podamos llevar a la boca todo lo que surca las aguas japonesas.
Pescadores locales descargan las capturas de los barcos de pesca en aguas cercanas a la central nuclear destruida en el puerto de Soma, prefectura de Fukushima, Japón, 26 de Febrero de 2016. Imagen por Everett Kennedy Castaño/EPA
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Ahora que se han cumplido los cinco años del desastre nuclear de Fukushima parece que la vida submarina de las costas niponas vuelve a tener un aspecto saludable.

Un lustro después de la catástrofe, la flora y la fauna subacuáticas se han recuperado de manera boyante de los más de 3.3 millones de toneladas de deshechos que tuvieron que soportar. Las profundidades marítimas de la costa de Sanriku, en el noreste del litoral japonés, se recuperan lentamente del impacto del tsunami y del tóxico derramamiento nuclear. Así lo proclamaba el viernes el periódico The Japan News, la versión anglosajona del rotativo diario nipón Yomiuri Shimbun.

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El periódico reproducía las declaraciones de la Agencia Japonesa de Ciencias y Tecnologías Marino-terrestres. Según esta, a día de hoy vivirían en los arrecifes artificiales generados por el derramamiento hasta un número de organismos diez veces mayor de los que se concentran en las aguas desprovistas de vertidos. Los escombros de la masiva catástrofe habrían provocado la formación de arrecifes artificiales de hormigón, restos de madera y de otro tipo de deshechos en las profundidades niponas.

"Varios organismos de la familia de los crustáceos y otros organismos marinos habrían colonizado los escombros de la catástrofe, y canalizado la propagación de peces de roca, de los congrios y de los llamados cangrejos de la nieve, que se desplazan hasta allí para darles caza, según informan las páginas del Japan Times. "Es muy posible que estas zonas se conviertan en zonas de pesca en el futuro".

"Los científicos japoneses han hecho tamaños descubrimientos gracias a las fotografías capturadas por robots submarinos a los que se habría destinado hasta las profundidades de las aguas del litoral. Se calcula que los mecanismos electrónicos habrían llegado a sumergirse hasta a un kilómetro de profundidad y que lo habrían hecho en un radio de 35 kilómetros.

Nicolas Fisher, un científico medioambiental en la Escuela de Ciencias Marinas y Atmosféricas de la universidad de Stony Brook, en Nueva York, todavía no ha investigado los hallazgos, pero ha dicho que estos se unirían a otros estudios realizados sobre las consecuencias de la catástrofe en la vida marina.

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La energía atómica no estaría creando las mismas criaturas mutantes que las antiguas películas de ciencia ficción deGodzilla, comenta.

"'¿Que si creo que la radioactividad estaría provocando algo parecido a extrañas malformaciones o el crecimiento anormal de las especies marinas?", se preguntaba Fisher durante una entrevista. "No, la verdad es que no lo creo".

Los isótopos radioactivos vertidos por la central nuclear de Fukushima no habrían causado estragos tan graves en el ecosistema marino local. Eso se debe a dos motivos: por un lado porque la expectativa de vida de los isótopos no es tan duradera — de manera que se habrían diluido de manera inofensiva —; y por otro porque las corrientes se habrían llevado y dispersado los restos tóxicos por los confines del océano Pacífico, comenta Fisher. "Se ha producido una disolución", concluye el científico.

Los investigadores marinos del instituto oceanográfico Woods Hole sí han detectado elevados niveles de estroncio-90 y de cesio-137 en las aguas del Pacífico. Sin embargo, todos ellos estarían dentro de los límites de toxicidad consentidos por el gobierno de Estados Unidos. Los isótopos tienen un promedio de vida de 30 años, lo que significa que la mitad de sus átomos tardarían 30 años en desintegrarse.

Japón quiere reabrir sus plantas nucleares, pero no lo tiene fácil. Leer más aquí.

El pescadero Nagomasa Takahashi despliega su pescado sobre un detector de radioactividad en su almacén, en el puerto de Soma, en la prefectura de Fukushima, el pasado 26 de febrero. Imagen por Everett Kennedy Brown/EPA

Pese a todo, los hallazgos en los alrededores de Japón sugieren que la central nuclear sigue emitiendo vertidos radioactivos en las costas del país.

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"Los niveles de hoy en las costas japonesas son mil veces menores a los que se registraron durante el momento culminante de la catástrofe, en 2011", ha explicado a través de un comunicado de prensa el científico especialista en vertidos radioactivos Ken Busesseler. "Sin embargo no estamos observando la disminución que cabría haber esperado en caso de que las emanaciones se hubiesen detenido completamente. Por el contrario, lo que estamos observando es que los niveles son todavía elevados, lo que confirmaría las sospechas de que la central sigue emitiendo vertidos tóxicos".

Jim Riccio, analista en política nuclear de Greenpeace entiende que todavía es demasiado pronto para concluir si la vida submarina ha sido fatalmente afectada o no por la catástrofe. A día de hoy Greenpeace está llevando a cabo estudios en las profundidades de las aguas de Fukushima para determinar hasta qué punto los organismos submarinos estarían contaminados.

Según advierte, las localidades que rodean a la central nuclear siguen siendo evacuadas a día de hoy. Además, cuenta, los académicos japoneses han estimado que el coste financiero del desastre es, hasta la fecha, de 118 mil millones de dólares. La gente seguirá lidiando con las consecuencias del desastre durante muchos años. Y lo mismo debería deducirse de la vida submarina.

"Nadie intenta exagerar el impacto", cuenta Riccio a VICE News. "Sin embargo, intentar rebajar el alcance de los daños no le hace ningún favor al ecosistema. Solo han transcurrido cinco años. El cáncer de tiroides tarda un tiempo en manifestarse".

El tiempo dirá si Riccio tiene o no la razón. Fisher considera que la fauna submarina de Fukushima tuvo suerte de que las corrientes limpiaran el agua del litoral.

"Ninguno de nosotros, ni siquiera yo mismo, nos tomaríamos a broma la cantidad de vertidos radioactivos que salieron de aquí", relata Fisher. "En términos del impacto sobre la vida marina, cada caso es distinto. En algunos casos el agua no disuelve adecuadamente la materia tóxica. Si lo que sucedió en Fukushima hubiese sucedido en las costas de Long Island, en Estados Unidos, donde el agua no circula de la misma manera, o si hubiese sucedido lo mismo en la bahía de San Francisco, los niveles de toxicidad seguirían siendo elevadísimos, puesto que los vertidos no se hubiesen podido disolver de la misma manera. En tal caso estaríamos hablando de un desastre de proporciones bíblicas".

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