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Esto ganan los grupos criminales con el negocio ilegal de los productos falsificados

Un documento de la Organización de las Naciones Unidas acredita que negocio de productos apócrifos en el mundo es tan rentable como el tráfico de drogas, de armas y de personas. Y lo manejan los grupos criminales más violentos.
Imagen por Dennis M. Sabangan/EPA

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El negocio de productos apócrifos en el mundo ya es tan grande que un documento de la Organización de las Naciones Unidas acredita que es tan rentable como el tráfico de drogas, de armas y de personas.

Según un estimado del estudio "Enfoque: el tráfico ilícito de mercancías falsificadas y el crimen organizado transnacional", el valor de ese negocio supera los 250.000 millones de dólares anuales y a eso se pueden sumar cientos de miles de millones más, si se incluyen productos digitales y las ventas domésticas de productos falsos. Y sus operadores son las organizaciones criminales más peligrosas y violentas del mundo.

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"Grupos como la Mafia o la Camorra en Europa y América, y las Tríadas y la Yakuza en Asia se han diversificado hacia el tráfico ilícito de mercancías falsificadas, a la vez que continúan con sus actividades criminales, que van desde el tráfico de drogas o la trata de seres humanos, a la extorsión o el blanqueo de dinero", afirma el estudio.

El 57 por ciento de las ganancias mundiales vienen de la falsificación de ropa, accesorios y calzado; le sigue la joyería y relojes con 10 por ciento y, en tercer lugar, el equipo eléctrico con 7 por ciento. Medicamentos, juguetes y juegos, cosméticos, CD y DVD, equipo informático, cigarrillos y medicinas, en orden de mayor a menor, integran la lista de los productos copiados clandestinamente que generan mayores rendimientos.

Un día en el puerto de Barcelona buscando cocaína, falsificaciones y material radioactivo. Leer más aquí.

"El comercio de mercancías falsificadas puede ocasionar un aumento de los niveles de corrupción y un incremento de los presupuestos dedicados a seguridad ciudadana", afirma el documento.

Además de ello, puede arriesgar la seguridad y la salud pública, plantear problemas sociales y medioambientales y vulnerar el derecho penal en los casos de evasión fiscal, aduanera o de fraude.

"Los productos falsificados no sólo plantean problemas éticos tales como la explotación laboral y la degradación medioambiental, sino que pueden ser dañinos y potencialmente peligrosos para los consumidores", concluye el estudio.

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