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medioambiente

Las granjas experimentales podrían remediar la escasez de comida urbana

Una pareja de emprendedores británicos han fundado Farmopolis, un proyecto de agricultura urbana sostenible que pretende acercar los espacios de cultivo de alimentos a las comunidades de vecinos que los consumen.
Farmopolis, una espacio de cultivo experimental en un embarcadero del río Támesis, en Londres. (Imagen por Johanna Derry)

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Este artículo se publicó originariamente en Munchies.

Tratar de imaginarse la ciudad del futuro acostumbra a ser comparable a visualizar el paisaje de la serie Los Supersónicos, un lugar de rascacielos ovalados y de coches voladores. O mejor, la nebulosa y distópica Los Ángeles de Blade Runner. Claro que en la cabeza de Jo Vidler y Heather Ring, las ciudades del futuro estarán llenas de zonas verdes; que no solo serán ecológicas, sino también comestibles.

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Sobre un embarcadero que sobresale del Támesis, la pareja de emprendedores han fundado Farmopolis, un espacio donde experimentar con cómo podría funcionar su idea. El proyecto conforma el principio de un prototipo de granja urbana a nivel social, tecnológico y agrícola.

"Tenemos que encontrar la manera de cultivar en las ciudades", asegura Vidler. "Nos estamos quedando sin tierra, tenemos que luchar contra el cambio climático y con una población que no para de crecer, de manera que tenemos que preguntarnos: ¿Cómo nos alimentaremos en el futuro?

Para Farmopolis la respuesta a esta pregunta no consiste en proyectar estrafalarias parcelas de tierra, o en acudir a las nuevas tecnologías, por mucho que ambas sean parte de su proyecto. La comida del futuro está ligada al esfuerzo de comunidades y vecindarios.

Fundada por una arquitecta paisajística y por el dueño de la empresa que organiza los festivales de verano Wilderness y Secret Garden Party, Farmopolis explora el cultivo en espacios urbanos. Imagen por Johanna Derry.

"Queremos explorar qué significa diseñar un espacio que sea productivo y económicamente sostenible, pero que también sea un lugar de encuentro social", explica Ring. "Cuando contemplamos la expansión de las ciudades del futuro la agricultura no siempre se aborda de esa manera. En realidad existen grandes proyectos agrícolas urbanos, solo que no acostumbran a ser advertidos por el público. Queremos crear algo que sirva e implique a los vecindarios a partes iguales, que inspire a la gente y nos enseñe sobre comida".

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Farmopolis es un proyecto que ha costado muchos años levantar y que todavía está en fase embrionaria. Ring es una arquitecta paisajística y la fundadora de Wayward, la empresa impulsora de proyectos como el Helsinki Plant Tram, un jardín portátil; o del huerto de Union Street, un bosque donde se organizan eventos enclavado al sur de Londres.

Me he pasado años buscando diferentes modelos de espacios verdes en las ciudades", cuenta. "Los constructores están obligados a introducir espacios verdes cuando construyen, pero a menudo se trata de zonas que nadie usa, que no tienen ningún atractivo y que generan unos costes de mantenimiento exagerados. Así que yo me he preguntado por cómo podría invertirse ese dinero en el cultivo de una tierra activa y productiva, en un espacio que sea el hogar para la vida silvestre, que produzca alimentos y que sea utilizado por y para los vecinos".

Ring tenía la idea de crear un espacio en el que experimentar con ideas de cultivo urbano desde hacía años, claro que conseguir cultivar en las ciudades no es algo que se consiga de la noche a la mañana.

"En los bloques de apartamentos muy altos, por ejemplo, la gente quiere encontrar la manera de cultivar verticalmente. Claro que en lugares así, se trata casi de un cultivo alpino", explica. "Nos pasamos como mínimo un año explorando las posibilidades de las azoteas de los aparcamientos, que nos pareció una idea perfecta puesto que puedes conducir hasta su superficie. Sin embargo, descubrimos que no podrían lidiar con el peso de cultivar nada".

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"Lo cual es raro", explica Vidler, "porque al mismo tiempo puedes aparcar cientos de coches. Por lo visto, la cantidad de agua que se requiere para plantar en condiciones en un espacio así es demasiada".

Sin embargo, este verano, la pareja encontró el lugar perfecto con el que desplegar su idea: un embarcadero en el Támesis, un pequeño promontorio que se ve desde el estadio olímpico y desde la península de Greenwich. Se trata de un extraño tramo interior cuajado de grúas y de marismas, una suerte de paisaje postindustrial a punto de caramelo para la remodelación.

Y la remodelación se ha obrado. Al otro lado de Farmopolis los trabajadores están ocupados levantando edificios de apartamentos que se convertirán en el asentamiento remodelado más grande de Europa. No se trata del lugar que nadie se imaginaría como escenario de cultivo experimental alguno, pero su ubicación es perfecta, especialmente para implicar e instruir a los vecinos en la comida que van ingerir. Los nuevos residentes no solo podrán ver la granja desde sus ventanas, sino que podrán acercarse, observar el crecimiento de los cultivos, tomarse un café y comerse un plato de productos elaborados en la tierra por obra y gracia del restaurante de Farmopolis.

"Este embarcadero funcionó en su día, estaba lleno de cosas. Hay algo hermoso en la idea de incorporar el cultivo al día a día", opina Vidler. Como presidente de Secret Productions, la compañía que organiza festivales como Secret Garden Party o Wilderness, tiene mucha experiencia en convocar eventos que unan arte, cultura, comida y naturaleza en el mismo espacio.

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Se trata de un sentimiento muy alineado al espíritu del movimiento de agricultura de guerilla, que busca parcelas abandonadas de tierra, las planta y las gestiona con ayuda de los vecinos — reciclan desde parterres no utilizados, hasta extensiones de tierra baldía.

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"Cuando me mudé a Londres construí un jardín guerrilla", confiesa Ring. "Y a la que empiezas a buscar donde hacerlo, enseguida descubres el potencial de infinidad de lugares. Los hay por todas partes".

De momento, los espacios verdes de Farmopolis están hechos con los restos de la feria de flores de Chelsea, celebrada recientemente. Claro que en las próximas semanas la pareja espera empezar a instalar los hidropónicos para ponerse a experimentar con el cultivo de productos como los tubérculos.

"Existen millones de pequeñas cosas que estamos haciendo y lo cierto es que ninguna es, realmente, pequeña", asegura Ring. "Como examinar si puedes utilizar los hidropónicos para algo más que para las ensaladas. Sin ir más lejos, de hecho, tenemos unos lavabos realmente interesantes".

Se trata de lavabos desprovistos de agua (como los que se utilizan en el festival musical británico de Glastonboury). Los deshechos se dirigen hacia un digestor anaeróbico que genera una energía que la pareja de emprendedores espera que sea suficiente para cubrir todo el suministro eléctrico del lugar. Ahora mismo trabajan en cómo filtrar el agua del Támesis para reducir al máximo el gasto en y de agua.

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"Queremos llevar a cabo todas las ideas y ver qué pasa. Primero a pequeña escala y luego, si todo va bien, en el seno de una plataforma más grande para ver cómo funciona", asegura Ring. Y entonces señala hacia el pintoresco lugar de dónde cuelgan los coches eléctricos, sobre el mismo río. "Hay una escultura rarísima allí levantada a partir de un poste de electricidad dado vuelta. Da la sensación de que tendría que estar en un trigal".

No sería ninguna sorpresa que consiguieran los permisos para plantar uno.

"Todo se trata de demostrarle a la gente lo que es posible", añade. "Claro que allí no será donde nos detengamos. Queremos construir una granja a una escala que sea viable comercialmente y significativa".

"Las ciudades de todo el mundo necesitan proyectos así", comenta Vilder. "No se trata puramente de jugar con las ideas que podrían representar el futuro de la agricultura. Se trata de permitir que la gente lo vea y que lo toque. El futuro tiene que redoblar la integración de los espacios sociales y productivos, y creo que Londres es una gran ciudad por la que empezar".

Así pues, si la ciudad del futuro es aquel escenario plagado de mega rascacielos y de coches voladores, lo mismo exista una manera en que Farmopolis tenga algo que ver con ella, en el futurista y gigantesco campo de cultivo que proyecta desarrollar, un lugar con suficientes cosechas como para alimentar al planeta entero.

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