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COLOMBIA

Hablamos con Gustavo Quintana, el doctor de la muerte digna: ‘Hago eutanasias por amor’

El doctor colombiano Gustavo Quintana ha practicado más de 250 eutanasias en 34 años. La mayoría clandestinamente, pues en Colombia esta practica se legalizó en 1997. De formación jesuita, hoy se considera un librepensador y se declara agnóstico.
Imagen cedida por Gustavo Quintana
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El doctor colombiano Gustavo Quintana ha practicado más de 250 eutanasias en 34 años. La mayoría clandestinamente, pues en Colombia esta practica se legalizó en 1997. De formación jesuita, hoy se considera un librepensador y se declara agnóstico.

Sin embargo, cree que si Dios existiera y lo viera practicar una eutanasia le sonreiría desde el cielo. "A Dios le disgustaría ver como sufre un moribundo". Quintana explica a VICE News que su miedo a quedarse tetrapléjico tras un accidente de coche le hicieron reflexionar y seis meses después practicó su primera eutanasia.

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VICE News: ¿Cómo se vive estando siempre tan cerca de la muerte?
Gustavo Quintana: Nunca es grato hacer una eutanasia. Yo quisiera ser un milagrero y devolverle la salud a cualquiera de mis pacientes. Pero he aceptado tener el papel de Caronte, ese personaje de la Divina Comedia que conduce los muertos a la eternidad atravesando la laguna Estigia. Yo hago eutanasias porque creo que es más digna la muerte que alargar el sufrimiento en vida de una persona que padece una enfermedad incurable. Algunos me llaman doctor muerte, yo me siento más identificado con el apelativo de doctor de la muerte digna. Me mueve el afecto, el amor por mi paciente, la solidaridad con su deseo. Para mi ayudar a la gente a morir es un acto de amor.

Un acto de amor doloroso…
Sobre todo cuando los pacientes son más jóvenes que tú y, aún más cuando son niños. Pero los niños también sufren enfermedades terminales que pueden exponerlos a sufrimientos innecesarios. Además, ellos no entienden el sufrimiento y una experiencia así resulta durísima para los niños pero también para sus padres.

¿La muerte debería ser un derecho humano?
Sí, sin duda, la disponibilidad de la vida debería ser uno más de los derechos humanos reconocidos internacionalmente. Si elegimos sobre nuestra vida, ¿por qué no podemos elegir sobre nuestra muerte? Cuando los médicos le dicen a alguien que no hay nada que hacer, que vuelva a su casa a esperar a la muerte, cuando el dolor lo invade y ya no hay posibilidad de ayudarlo, obligarle a vivir es inhumano. La sociedad no juzga a aquellos que deciden quitarse la vida, simplemente los entierra, pero, en cambio, cuando un paciente terminal desea morir dignamente todo el mundo quiere intervenir.

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¿Por qué España no garantiza la muerte digna?. Leer más aquí. 

¿Cuándo y por qué decidiste dedicarte a practicar eutanasias?
En 1982 tuve un accidente de coche y esa vivencia fue reveladora. Fue entonces cuando entendí que cada cual tiene derecho a elegir sobre su vida pero también sobre su muerte.

¿Cómo ocurrió?
Yo iba conduciendo por la afueras de Bogotá y un coche, que circulaba en sentido contrario, me encandiló y perdí el control. Cuando me trasladaron al hospital en ambulancia empecé a notar que las piernas no me respondían. Entonces pensé que se me había roto la medula espinal a nivel cervical y que me quedaría tetrapléjico. Recuerdo que le dije al médico "si tengo una lesión medular por favor, no me hagas nada, déjame terminar".

No quería pasar el resto de mi vida postrado en una cama. Después del accidente, empecé a disfrutar de la vida de forma mayúscula. Cuando sabes que en cualquier momento puedes perder la vida, cada minuto se vuelve valiosísimo. La experiencia me ayudó a entender que yo era el dueño de mi propia vida y me convirtió en un librepensador.

Antes de estudiar medicina, te formaste en un seminario jesuita ¿cómo casa el dogma religioso con los principios de un librepensador que practica eutanasias?
Dicen que Dios da y quita la vida. Sin embargo, yo creo que a Dios le disgustaría ver cómo sufre un moribundo. A veces pienso que si me viera practicar una eutanasia me sonreiría desde el cielo. Un jesuita me dijo una vez: "tienes el más sagrado derecho a dudar del dogma". Por una sencilla razón, me explicó, "porque el dogma está elaborado por hombres como tu y como yo, y todos tenemos derecho a equivocarnos". De hecho, los conceptos filosóficos, sociales y éticos que recibí de los jesuitas influyeron mucho en mi decisión de acompañar a mis pacientes hasta la culminación de su vida.

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'Si elegimos sobre nuestra vida, ¿por qué no podemos elegir sobre nuestra muerte?'

¿Quién fue tu primer paciente?
La madre de mi ex novia. Tenía 59 años y un cáncer cerebral. Los médicos le dijeron que había metástasis, pero que no existía curación, que no la podían operar, así que la mandaron a casa. Su calidad de vida disminuyó mucho. Aquella mujer tan bella y orgullosa ya no reconocía a nadie de su familia, ni siquiera era capaz de fijar la mirada y se pasaba el día en la cama con una sonda nasogástrica.

Y desde entonces ¿cuántas eutanasias has practicado?
Más de 250 en 34 años.

Eso son muchas almas…
Hoy me voy a ocupar de otra.

Algunas las practicaste antes de la legalización de la eutanasia en Colombia.
Sí, yo hice eutanasias ilegales, pero éticas, porque nunca quise dar la espalda a mis pacientes. Todas las eutanasias que he llevado a cabo cumplen con las condiciones que en 1997 la Corte Constitucional estableció como preceptivas: que se trate de un enfermo terminal aquejado por un gran dolor y que exprese su voluntad de morir.

Sin embargo, la reglamentación de esta sentencia establece que los niños no pueden someterse a una eutanasia.
Así es, aunque yo sólo practiqué eutanasias a niños tras la sentencia de la Corte Constitucional, que legalizaba esta forma de muerte digna, y nunca después de la aprobación del reglamento, que la prohibía en este supuesto concreto. Sin embargo, siempre he pensado que la decisión debería estar en manos de los afectados y cuando se trata de niños terminales, de sus padres.

¿Qué piensas del debate abierto a raíz del caso de Andrea, la niña española de 12 años en estado terminal a quien, finalmente y después de la oposición inicial de los médicos, se le retiró el soporte vital?
Los médicos deberíamos estar más preocupados por la calidad de vida que por los minutos de vida. Es injusto alargar una vida en tiempo si ésta no tiene calidad.

¿Crees que la eutanasia acabará legalizándose más allá de las contadas excepciones de países como Colombia, Suiza o el estado de California?
Aspiro a que no vamos a tardar mucho en reconocer que la vida humana merece poder terminar con dignidad. Creo que en los próximos 50 años la eutanasia será un derecho universal.

Sigue a Maria Altimira en Twitter: @mariaaltimira