W. lleva 12 años ejerciendo de sicario en esta ciudad hondureña. (Imagen por Javier Arcenillas/VICE News)
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W.: En quitar dolores de cabeza. En eliminar gente.¿Cómo es tu día a día?
Cuando no tengo trabajo estoy en casa, viendo la televisión o escuchando música. También salgo: voy al 'mall', salgo con mi familia… Camino tranquilo.¿Y cuando tienes un encargo?
A veces llaman con la sangre caliente y hablamos con el cliente para que vea que las cosas se pueden hacer de otra forma. Más que todo hay que tener paciencia. Primero reconocemos el lugar. Luego, durante uno, dos, tres días merodeamos por la zona. Miramos bien, nos percatamos de qué pasa. Y cuando llega el momento, lo ejecutamos.¿Quién se pone en contacto contigo y por qué?
La mayoría de los que nos pagan son comerciantes con un estatus medio alto. También hay de nivel medio bajo, pero no tienen dinero suficiente y hay que negociar. Generalmente nos llama un contacto. A veces quedamos con él. Nos dice dónde vive el objetivo, con quién anda, cuál es su trabajo e investigamos, hacemos un seguimiento. La primera causa es el dinero: deudas, estafas o por ganar rutas en el narcotráfico, hacer robos de drogas… Luego hay quien nos solicita por enemistades personales. Entonces les decimos que se lo piensen bien. La tercera razón son revanchas de hombres a otros que se meten con sus parejas y la cuarta son mujeres maltratadas que no aguantan más. Nos llaman a escondidas y quieren que sea rápido. Si nos avisan a las 12, por ejemplo, lo matamos a las seis. Ellas prefieren no verlo.
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Muchas veces nos consideramos justicieros porque acabamos con personas pícaras, con gente que hace mal a los débiles porque puede. 'Maes' [tíos] que se aprovechan de su condición para abusar. No matamos a mujeres ni niños.¿Saben las personas de tu entorno a qué te dedicas?
Mi mujer sí. El resto de familia, no. Y de mis amigos, solo los que trabajan en lo mismo. Tengo tres celulares: uno para trabajo, otro para conocidos y otro para la familia.¿Rechazas algún encargo?
Si la mujer es arpía o extorsionadora no lo hago. En el grupo con el que trabajo sí que hay quien lo hace. Una vez nos pidieron una familia entera de nueve miembros, y no lo aceptamos.¿Has tenido algún problema?
Una vez le 'dimos pasaporte' a un líder de una banda. La mujer de él buscó quién lo había hecho. La fuimos a buscar y la matamos. A ella y a sus compinches. Otra, hace cuatro años, fuimos a por una persona de una colonia. Le seguimos en el carro y cuando se metió en el garaje entramos. Sacó una pistola y le disparamos cinco veces esquivando sus tiros. Al final, sujetando la puerta de su carro con él dentro le descargué las 20 balas del cargador en el pecho. Al salir, dejé heridos a dos vecinos. Pensé en mis hijos y dije 'me van a dar verga'.
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Lo normal son 8.000 dólares. Pero hemos llegado a cobrar 20.000 o más. Lo mínimo son 5.000 dólares y fue con un amigo con el que me crié. Era una persona humilde, trabajadora. Quería quitarse del medio a un 'marero' (miembro de una mara o pandilla) que siempre le robaba todo. A los 'mareros' les odiamos todos.¿Lo has hecho alguna vez gratis?
No. Alguna vez he aceptado un carro o algo en lugar de dinero. Con gente de confianza. Ahora estoy pensando un caso gratis… (se calla).¿Cuántos soléis ir?
Lo normal son dos. Uno conduce y el otro elimina. Pero a veces somos cuatro o cinco con varios carros y motos. Los que vamos nos repartimos el dinero en partes iguales y lo que intentamos es que nos queden al menos 3.000 dólares.¿Cómo empezaste?
Un primo mío robaba carros y tenía pistolas. Una vez fue a matar a alguien y me dijo que tendría que aprender. Luego anduve con él arriba y abajo y me atrajo ese trabajo. Estuve en venta de ropa pero empecé a simultanearlo hace unos 11 años. No tengo preparación militar. Todo lo aprendí en la calle: montar y desmontar armas, puntería, camuflaje… Comencé como asalariado para capos del narco. Era como si dijéramos tarifa plana: me pagaban al mes sin importar si mataba a cinco o a quince. Salimos de recibir el sueldo mensual y nos pusieron un monto para limpiar una zona, luego otra y así.La interminable guerra contra las maras en El Salvador. Leer más aquí.¿Llevas la cuenta?
(Duda hasta que, impulsado por cifras aleatorias, redondea) Unos 150. Nos ha tocado gente con guardaespaldas, carros blindados, personas uniformadas… De un tiempo para acá no recuerdo a todos. Antes, sí. Ahora miro la prensa el día después para ver si ha salido y luego me voy a comer con mi familia para relajarme.¿Tienes miedo a que te encuentren?
Una vez, en una discoteca, nos reconocieron otros sicarios porque al final en el gremio se sabe quién lo es. Eran cinco y nosotros dos. Mandé mensajes de 'whatsapp' desde la barra a mis compañeros y llegaron rápido. Nos adelantamos a ellos y escapamos. Y la policía está rifada. Muchas veces me han venido 'guapos' porque saben quién soy, pero luego no se atreven. Por lo general, se investiga la relación con las personas y yo no tengo nada que ver. Se buscan pandillas o ajustes de cuentas.¿Hasta cuándo crees que lo harás?
Espero que llegue un momento en el que no se necesite contar con mis servicios. Pero en este país hay mucho odio. Todo el mundo quiere matar a todo el mundo. Lo que no tienen es 'pisto' [dinero]. O huevos. Y nosotros lo solucionamos. Si no tienes problemas, Honduras es tranquilo. Aunque este país está 'vergueado'. Por el mismo desempleo. Si se trabajara no se buscaría robar. Por un 'celularcito' te pegan un tiro. Lo hacen por necesidad. Yo mismo pienso en ahorrar para no volver a hacerlo. Hay días en que no me apetece responder al celular, pero no puedo. Imagino un futuro, aunque estoy en esto y no sé lo que me tocará.Sigue a Alberto G. Palomo en Twitter: @albertogpalomo