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crimen y drogas

Conoce a los hackers que conducen los Porsches que has pagado tú

Algunos hackers exhiben en las redes sociales fotos de descapotables tuneados y fajos de dinero. Invirtiendo 5.500 euros pueden obtener 83.000. Un bocado apetitoso, libre de impuestos. Claro que a casi todos les termina sentenciando su avaricia.

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Este artículo fue publicado originalmente en Motherboard.

Al pie de los Cárpatos, la espléndida cordillera rumana, descansa la pequeña aldea de Ramnicu Valcea. Los especialistas en Información y Seguridad se han referido a la bucólica aldea como a Hackerville [la aldea hacker] y como a la capital de la ciberdelincuencia. Claro que también se la podría calificar como a la aldea BMW. Cada día, al caer la noche, la aldea se convierte en un estrépito de derrapadas, trombos y de pasadas de frenada orquestadas por automóviles alemanes que van sobrados de caballos.

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Ramnicu Valce fue en su día un orgulloso pueblo industrial, pero hoy apenas tiene trabajos que ofrecer. "Existe un único centro comercial al que la gente se refiere como a El Museo, puesto que todos aquellos que no están metidos en la ciberdelincuencia solo pueden ir a mirar. No se pueden permitir comprar nada", asegura el bloguero local Mihai Vasilescu. "Hay una refrán popular que dice: 'si no fuera por los hackers, el pueblo entero llevaría tiempo muerto'".

"Los responsables de Hackerville se hicieron populares debido a sus ganas de estafar", relata el investigador rumano en ciberseguridad Stefan Tanase, quien trabaja para la compañía Kaspersky Lab.

No se trata de gente que tenga una destreza fuera de lo común. Son poco más que delincuentes de baja estofa que envían ladrillos en lugar de iPhones a clientes crédulos de eBay, o que simplemente se sirven de herramientas producidas en Rusia para instalar sus sistemas de estafa en los cajeros automáticos.

Se estima que solo en 2014 los piratas rumanos habrían robado más de mil millones de dólares en operaciones desplegadas por todo el mundo. Tanase invoca a una de las frases de la popular serie Mr Robot para explicar el fenómeno: "es la clase de dinero que hace que te cuestiones el límite entre lo que está bien y lo que está mal".

La ciberdelincuencia a escala global es sumamente generosa con las inversiones. Un pirata que dispone de un capital de apenas 5.500 euros y que decide invertirlo en malwares como exploit kit o ransomware [un malware ruso] puede alcanzar unos beneficios netos de 83.000 euros. Se trata de un fenómeno que no conoce fronteras, que desafía a las legislaciones internacionales y que parece imparable. Se estima que de cara al año 2019 los beneficios generados por la piratería informática podrían alcanzar el tamaño actual del PIB de Italia.

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Stefan Tanase ha seguido durante la última década el rastro de varias bandas del este de Europa que viven a todo trapo.

"Un caso estimable y reciente sobre el estilo de vida de los cibercriminales es el de Roman Seleznev", cuenta. Se trata de un hacker ruso que a veces ha empleado el pseudónimo "2pac", y al que le gusta hacerse fotos cargado de alhajas, en plan rapero y con deportivos tuneados, sino con montañas de dinero. Seleznev fue interceptado por las autoridades estadounidenses cuando se encontraba en las islas Maldivas. El delincuente ruso estaba alojado en un complejo de lujo por el que pagaba 1.350 euros la noche.

Sucedió en 2014. Cuando pasó a disposición policial, se descubrió que almacenaba más 1,7 millones de números de tarjetas de crédito robadas en su computadora portátil. Según los investigadores habría ganado millones de dólares vendiendo números de tarjetas de crédito robadas en el mercado negro. Seleznev, que fue imputado en agosto y que será sentenciado en diciembre, es el hijo de un diputado del parlamento ruso.

Así interceptó un hacker los datos personales de los usuarios de páginas porno gay. Leer más aquí.

Roman Seleznev posa con su deportivo. (Imagen por Departamento de Justicia).

Otro caso épico es el de la banda rusa Koobface, a la que Tanase investigó hace unos años.

"Les encantaba despertarse al son de sus ganancias. Cada mañana, cada miembro de la banda recibía un SMS en el que se le informaba de cuánto dinero había hecho en las últimas 24 horas", relata.

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Todos ellos recibían los textos entre las 9 y las 10 de la mañana excepto por el jefe, quien no era demasiado amigo de madrugar y recibía su mensaje a las 12 del mediodía.

La banda rusa estuvo especialmente activa en 2010, un año en el que se levantaban a razón de 10.000 dólares diarios. Sus miembros se regalaban vacaciones de escasa discreción en destinos como Bali o Montecarlo.

"Tenemos una foto de uno de los miembros enfundado en un traje de buceo en nuestra pared", relata Ryan McGeehan, quien investigó el incidente para Facebook, tal y como relató al New York Times en 2012.

Koobafce esparció un gusano informático por Facebook y acto seguido repartió programas antivirus falsos entre las más de 400.000 computadoras que tenía en cartera. Su organización no solo vivía de bulos informáticos, sino que gestionaba operaciones reales y tenía alquiladas unas oficinas en San Petersburgo.

Uno de los miembros de Koobface posa con su montaña de dinero. (Imagen por Kaspersky Lab)

Los presidentes de las organizaciones cibercriminales no solo no reparan en excesos, sino que también invocan al lujo como una herramienta de marketing. De tal manera, seducen a sus potenciales socios o clientes con imágenes de marcas raras y deportivos prohibitivos para subrayar que son los mejores y los más brillantes. Se estima que el 80 por ciento de los hackers de sombrero negro que operan mundialmente, lo hacen para organizaciones especializadas en delitos informáticos y otras tramas criminales.

Uno de los capos del cibercrimen del este de Europa ofreció en 2014 un Ferrari como recompensa para el hacker que lograra idear una nueva estafa millonaria. El precio fue anunciado en un vídeo en el que se veían un Ferrari, un Porsche y a varias mujeres esculturales. Según relata Marc Goodman en su libro Future crimes, el magnate habría recibido cientos de emails como respuesta a su oferta.

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La banda pirata montenegrina KlikVIP también empleaba un reclamo lujoso. En 2008 ofrecieron "un enorme maletín rebosante de euros al afiliado que lograra infectar al mayor número de aparatos", cuenta Goodman.

Un anuncio para reclutar a futuros afiliados que colgó otra banda de hackers, prometía ingentes cantidades de dinero, una cifra suficiente "para solucionar todos tus problemas".

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Los piratas conocen las normas del negocio e intentan mantener felices a sus clientes. Las bandas que se dedican al ransomware, por ejemplo, ofrecen descuentos y un formidable servicio técnico que enseña a sus usuarios, entre otras cosas, a manejarse en el uso de Bitcoin, la moneda digital. Los cibercriminales más exitosos aseguran que la honestidad es una parte fundamental de su negocio, tal y como descubre este informe d FSecure.

Algunos hackers actúan motivados por el dinero. Y una vez empiezan a ganarlo, no pueden dejar de hacerlo. En comparación con lo que ganarían si trabajaran para empresas de software, sus trabajos están mucho mejor pagados. Es lo que tiene no pagar impuestos ni cumplir con la ley.

Muchos piratas de sombrero negro proceden de países "que tienen muy buenos sistemas educativos, especialmente en todo lo relacionado con las ciencias y la ingeniería informática. Sin embargo, la realidad de las economías domésticas de sus países no ofrece demasiadas alternativas", cuenta Stefan Tanase.

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Este asesinato pone al descubierto el lado oscuro de los hackers mexicanos. Leer más aquí.

Si bien muchos hackers delinquen con Rolex y Ferraris entre ceja y ceja, hay algunos para quienes la ciberdelincuencia parece la única manera de vivir bien, cuenta Sean Sullivan, consejero en seguridad de FSecure en Helsinki.

En un momento dado, Sullivan se cruzó con un hacker australiano que tenía un servidor de mando y control de malware abandonado. "Por lo visto era un tipo que necesitaba dinero para arrancar un negocio legal de servicio técnico para PC", recuerda Sullivan.

Sulllivan también se acuerda de investigar una herramienta de espionaje para Android producida por una compañía india. El hacker dejó su nombre a la vista en los detalles WHOIS de su servidor [la herramienta más sencilla para averiguar a quién corresponde un dominio]. Aquello intrigó al investigador que tiró del hilo y llegó a una página de Facebook en la que se anunciaba un servicio de asesoría para negocios. "No había demasiada actividad", recuerda Sullivan. "No estaba haciendo mucho dinero con su negocio legal, de manera que se dedicó a programar programas espías".

El especialista de FSecure está convencido de que la ciberdelincuencia y la corrupción van siempre de la mano. "En algunos países es casi imposible construir un negocio legal sin trapicheos de por medio", relata. La gente valora a quien presume de riqueza, y raras veces se pregunta de dónde vendrá esa riqueza. El alcalde de la aldea hacker rumana fue reelegido el año pasado, por mucho que venía de haberse pasado una temporada entre rejas por estafa.

"Me he encontrado con cumbres de posicionamiento en buscadores (SEO en sus siglas inglesas) donde los participantes discuten la necesidad de hacer un poco de SEO de sombrero negro con el objetivo de hacer el suficiente dinero como para convertirse luego en piratas de sombrero gris. Y ya, finalmente, de blanco", añade Sullivan.

Sin embargo, aquellos que siguen el camino del hacker de sombrero negro se exponen a verse en aprietos si deciden arrancar con una carrera legal, especialmente si buscan trabajo en empresas especializadas en ciberseguridad. Compañías como Kaspersky Lab y FSecure rastrean siempre los antecedentes de los empleados a quienes contratan. Y cualquiera que sea conocido por haber sido un hacker de sombrero negro tiene cero posibilidades de ser contratado.

Sea como sea, las fortunas de los cibercriminales siguen creciendo, ya sean chapuceros piratas de cuarta, profesionales extremadamente preparados o gurús de los negocios. El lujo es, para muchos de ellos, una segunda lengua. Hasta que son apresados.

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