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‘Lo hago para sobrevivir’: cruzamos la frontera de Croacia junto a centenares de migrantes

VICE News ha acompañado a centenares de migrantes desorientados a través de los oscuros campos que separan Serbia de Croacia en busca de un nuevo trayecto hacia el oeste debido a que cada vez más países cierran sus fronteras.
Imagen por Pete Kiehart

VICE News ha acompañado a centenares de migrantes desorientados a través de los oscuros campos de trigo y maíz que separan Serbia de Croacia. Buscan desesperadamente un nuevo trayecto para ir hacia el oeste, mientras cada vez son más los países que están cerrando sus fronteras.

Centenares de migrantes continuaban desfilando por la frontera que separa Serbia y Croacia, al caer la noche del jueves. Lo hacían en la más completa oscuridad, sorteando campos de nabos y de trigos, en un nuevo capítulo de su desesperado periplo rumbo al oeste. Ni siquiera el intento de Croacia de sellar sus fronteras parece detenerles.

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Los autobuses transportan a gente de Siria, Afganistán y de otros destinos sin recursos económicos castigados por la guerra. Llegan sin parar, durante todo el día, y desembarcan en el límite de la frontera con Serbia. Allí, los oficiales croatas reciben a los recién llegados por el atajo que une a los dos países. Nadie les pide los documentos.

Ya son más de 11.000 personas las que han cruzado este punto desde que Hungría decidió cerrar su frontera con Serbia el martes pasado con una alambrada. La gran mayoría se desliza por un conducto ilegal que separa los dos puestos de control fronterizo. Las autoridades croatas, completamente desbordadas, no hacen nada para evitarlo.

Imagen por Pete Kiehart

Los desorientados caminantes — entre los que se cuentan niños, ancianos e inválidos— no saben dónde están. Después de desembarcar de los autobuses procedentes de la línea divisoria entre Serbia, Croacia y Hungría, los viajeros tienen que caminar más de cuatro kilómetros a través del campo, para así rodear la frontera.

La falta de información sobre adónde pueden viajar y cómo pueden hacerlo, sigue afectando al periplo de cientos de migrantes. Muchos de ellos llevan viajando desde hace días o semanas. Duermen en las cunetas y hace demasiadas horas que no saben lo que es un plato de comida caliente, una ducha o una asistencia médica en condiciones.

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"¿Dónde estamos? ¿En Croacia o en Serbia? ¿Qué viene después?… Eslovenia… ¿Y luego Austria?", se pregunta Ahmed. Es un estudiante de Damasco de 22 años que arrastra una maleta. "¿Nos dejarán entrar a Eslovenia? ¿Y En Austria?".

Muchos han caminado ansiosamente tras descubrir que la última ruta no era segura. Han leído las advertencias en las redes sociales que claman que gran parte de la frontera entre Croacia y Serbia podría estar cuajada de dispositivos explosivos que no detonaron en la guerra de los años 90. "¿Podemos ir por aquí? ¿Hay minas en los campos? Viajamos con niños", grita un hombre mientras dirige a su familia campo a través

Imagen por Harriet Salem

Otros gritan "libertad" y alzan sus pulgares contra el crepúsculo cuando se dan cuenta de que durante su caminata han cruzado de Serbia a la Unión Europea. Claro que aseguran no tener la más remota idea de lo que les queda por delante.

"En cada lugar al que llegamos nos encontramos con un obstáculo nuevo, una nueva barrera. Así que damos por seguro que más adelante habrá otro, cuenta Saad, de 55 años, mientras desfila por un campo recién arado con una muleta. "Andamos y andamos, pero nadie sabe adónde vamos".

Muchos de los migrantes esperan poder llegar a Alemania, Austria y otros países del oeste europeo. Croacia saludó inicialmente la llegada de los refugiados. Sin embargo, tras la masiva llegada, Croacia parece ahora decidida a obstaculizar el pasaje que conduce al área de Schengen, la zona libre de fronteras, que empieza en las vecinas Hungría y Eslovenia.

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"Croacia no puede y no va a aceptar la carga de miles de migrantes por más tiempo", dijo el primer ministro Zoran Milanovic el viernes.

Imagen por Pete Kiehart

Milanovic dijo que había llamado para que se convocque una sesión del Consejo de Seguridad Nacional de Croacia y que ya era hora de lidiar con el problema de una manera diferente.

"Croacia no podrá recibir a más gente", declaró el ministro del interior Ranko Ostojic a los periodistas el jueves pasado. Lo hizo en Tovarnik mientras los migrantes seguían llegando al pequeño pueblo fronterizo.

"Cuando dijimos que los pasillos estaban preparados [para los migrantes] nos referíamos al conducto que va de Tovarnik a Zagreb", añadió. Ostojic sugirió que Croacia no permitiría, simplemente, que los migrantes avancen hacia el norte rumbo a Eslovenia.

"Dejad de venir aquí", añadió. "Quedaos en los centros de refugiados de Serbia, Grecia y Macedonia. Esta no es la carretera que lleva a Europa. Los autobuses no os pueden llevara hasta allí. Es una mentira".

Imagen por Pete Kiehart

Las escenas registradas en el pequeño pueblo fronterizo de Tovarnik son caóticas. Los migrantes, que han caminado por tierra de nadie, se amontonan en la estación de trenes. Ha caído la noche y ellos esperan a que lleguen los autobuses que les desplacen hasta la capital del país, Zagreb. Desde allí, su esperanza consiste en llegar, en algún momento, a la vecina Eslovenia.

El gran número de viajeros que han llegado a Croacia ha sobrepasado el límite de los vehículos para su transporte. Muchos de ellos pasarán la noche durmiendo en la cuneta de la carretera, en las afueras de la estación de trenes de Tovarnik. Algunos están tan exhaustos que se desmayan. Las ambulancias atienden a algunos de los enfermos, mientras los agentes de policía sostienen sus megáfonos y piden a la gente que retroceda.

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"Hay demasiada gente. Simplemente hay demasiada gente. Esto es incontrolable", confiesa a VICE News Ivan, un agente de policía que no quiere revelar su apellido. "Esto es un descontrol. ¿Dónde se supone que debemos meter a toda esta gente?".

Imagen por Pete Kiehart

Mientras los autobuses van llegando de madrugada la policía forma una barricada humana para intentar contener las oleadas de gente. Las familias se aferran las unas a las otras desesperadamente mientras las fuerzas de seguridad llaman a las mujeres y a los niños para que pasen primero.

La Unión Europea está sumida en el caos mientras decenas de miles de personas intentan entrar a la zona libre de fronteras de Schengen para pedir asilo. Se trata del mayor éxodo de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial.

El jueves, Manfred Schmidt, el responsable de la oficina para el refugiado de Alemania presentó su dimisión. Schmidt se retiró abrumado por el criticismo que ha despertado su gestión de la crisis de migrantes.

Imagen por Harriet Salem

En agosto, su organización decidió cambiar sus directrices. Entonces se permitió que los refugiados sirios pudieran entrar en Alemania sin perjuicio de que entraran en la Unión Europea por cualquier otro país. Muchos creen que tal fue la decisión que ha desencadenado el abrumador éxodo humano de decenas de miles de refugiados, que no han cesado de avanzar rumbo al oeste en las últimas semanas.

La policía informó el miércoles en Alemania que el número de refugiados se había doblado respecto al día anterior: los 3442 acogidos el martes, se convirtieron el miércoles en 7.266. El país se ha visto obligado a reintroducir los puestos de control fronterizos en el sur. Allí la policía se concentra en controlar el paso de la frontera con Austria.

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Los caminos de entrada a la Unión Europea se van cerrando lentamente. Las autoridades del perímetro que separa el área libre de Schengen están agotadas ante el tapón humano que se ha creado en los países balcánicos.

Imagen por Pete Kiehart

Johannes Hahn, comisario europeo de política regional, hizo un llamamiento a los estados miembros de UE para que procuren permanecer tranquilos y que unan esfuerzos para luchar conjuntamente contra la crisis. "El oeste balcánico no puede convertirse en un estacionamiento de refugiados. Eso sería un gravísimo error geoestratégico", afirmó. "Lo que necesitamos es pensar con la cabeza fría en ambos lados, y abstenernos de caer en retóricas perjudiciales".

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Mohammed Sawaad, un dentista procedente de Homs, en Siria, relata a VICE News que espera que su periplo a través de los campos croatas sea un nuevo paso rumbo a una nueva vida. Tanto para él como para su hija de cinco años. "Podríamos haber muerto en nuestras camas, bajo los bombardeos, o podemos morir aquí, entre estos campos, soñando con un futuro en libertad", dice. "No tenemos elección. No estoy haciendo esto porque quiera un coche muy rápido o más dinero. Lo hago para sobrevivir".

Reuters colaboró en este artículo.