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Hambre sin fronteras en Centroamérica: la inseguridad alimentaria fuerza a la migración

La pobreza, el reencuentro con la familia y la violencia han sido hasta el momento las principales causas de la migración en Centroamérica. Ahora también lo es la inseguridad alimentaria, especialmente en Honduras, El Salvador y Guatemala.
Plantación de caña de azúcar en Guatemala. (Imagen por Pablo Tosco/OXFAM)
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La pobreza, el reencuentro con la familia y sobre todo la violencia han sido los resortes de la migración en Centroamérica durante los últimos años. Ahora también lo es el hambre. La inseguridad alimentaria se ha identificado por primera vez como un "disparador" de los flujos migratorios, especialmente en Honduras, El Salvador y Guatemala, según recoge el informe Hambre sin fronteras del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Intencional para las Migraciones (OIM).

Los países llevan dos años consecutivos sufriendo los embates de las altas temperaturas provocadas por el fenómeno de El Niño. Esto se ha traducido en sequías, pérdidas de cosechas de hasta el 100 por ciento entre el pequeño campesinado y la consecuente subida de precios de los alimentos.

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"A raíz de estas sequías, el PMA ha detectado en sus evaluaciones de seguridad alimentaria flujos importantes de migración", señala a VICE News Miguel Barreto, director regional del PMA en América Latina.

"En 2014, el 14 por ciento de las familias encuestadas en Guatemala tenían al menos un miembro que había emigrado", indica Barreto. "Si hablamos de Honduras esa cifra es del 10 por ciento y del 5 por ciento en El Salvador", añade.

Este año, el porcentaje ha caído muy levemente en Guatemala, pero se mantienen idéntico en El Salvador y ha aumentado hasta un 17 por ciento en Honduras, según datos del PMA.

El Niño lleva desde 2009 afectando al corredor seco, el área que se extiende desde el sur de México hasta Costa Rica, y, según Oxfam, hay alrededor de dos millones de personas en situación de inseguridad alimentaria. Especialmente grave es la situación en Guatemala donde el índice de desnutrición crónica se sitúa en el 50 por ciento.

"No estamos hablando de una hambruna tal y como conocemos. Se trata de hambre estacional o inseguridad alimentaria. Una situación que lleva a reducir los alimentos que se ingieren al día, a no atender todas las necesidades básicas como es debido y en la que ahora aparece la migración como un mecanismo más para paliar la crisis", explica el responsable del PMA.

Indígenas y campesinos: principales afectados

Las población indígena y campesina es la que más expuesta está a los efectos del cambio climático en el corredor seco. "Son precisamente los más pobres del área rural", explica a VICE News Raquel Checa, la responsable de Influencia para América Latina de Oxfam Intermón.

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"Las poblaciones que enfrentan mayor desigualdad en el acceso y propiedad de la tierra y a los recursos públicos destinados a la producción agrícola como asistencia técnica, crédito y apoyo para acceso a mercados. Y que, en muchos casos, también tienen menos acceso a educación y salud de calidad", se extiende Checa.

Sequía, desnutrición y muerte en La Guajira colombiana. Leer más aquí. 

Una mujer junto a su hija con desnutrición en el Centro Sanitario de Momostenango de Guatemala. (Imagen por Pablo Tosco/OXFAM)

La economía estas familias se sostiene sobre dos pilares: el trabajo en la corta de la caña de azúcar y el café, cuya última cosecha ha sido afectada por la plaga de la roya, y el cultivo de frijol y maíz en parcelas particulares. Cultivos destinados al consumo propio pero también para la venta en mercados rurales.

"Cuando uno de esos pilares falla, todo se tambalea. Los gastos de estas familias se destinan en su mayoría a la compra de alimentos. Por eso, en estas situaciones lo primero que hacen es prescindir, por ejemplo, de los huevos, luego de la carne, la leche. Incluso a veces hasta de los frijoles", explica a VICE News el director para América Central de Acción Contra el Hambre (ACH), Miguel Ángel García.

La dieta se va tornando de este modo en monodieta y repercute en las condiciones nutricionales de los campesinos. En anemias, desnutrición y en ocasiones en la muerte de los más vulnerables. De ahí los índices en Guatemala, sin ir más lejos. "Pero es una cuestión de acceso a los alimentos, no de escasez. Los supermercados están llenos, pero esta gente no puede comprarlos", concluye García.

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La razón de ello, sostienen en ACH, es que si bien la mayor parte de las tierras de los pequeños campesinos son apenas productivas, las grandes productores son los que acaparan las mejores extensiones. "El año pasado, tuvieron una recogida máxima de cosecha, mientras que los campesinos perdieron el 100 por ciento de la suya".

"Con lo poco que ganamos mis hijos no comen bien. Casi no compramos las verduras que debería darles. No nos alcanza. De lo que sacamos de nuestro cultivo, vendemos un poco. Pero cuando ya no nos alcanza no podemos comprar nada. Está todo muy caro", señala Carlota Xol, una campesina de Guatemala, en declaraciones recogidas por Oxfam Intermón.

Tras varios años de sequía, para muchas de las familias afectadas pedir un préstamo ha sido el modo de ganarle terreno al hambre. "Lo piden para comprar comida o aquello que no tienen. También para enviar a un familiar a Estados Unidos, porque claro, los más pobres no tienen recursos para emigrar, ni para pagar a un coyote en la frontera", explica García de ACH.

"Pero se endeudan porque piden el dinero a prestamistas particulares que tienen unas tasas altísimas de interés, y terminan por vender sus tierras para pagar los préstamos", añade.

"No nos alcanza para comprar todo lo referente a comida. Lo que hacemos es no consumir los productos destinados a los niños, como la leche" explicaba a Oxfam Intermón, Marta Domingo, de la organización Madre Tierra de Guatemala. "Vamos ajustando (…) porque no podemos comprar todo con 2000 quetzales. Vamos ajustando poco a poco según lo que necesitemos con el trabajo en la tierra y así pasamos la semana", añade.

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Cambio climático y su influencia en las cosechas

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, en sus siglas en inglés) alertó recientemente de que las pérdidas estimadas para la cosecha principal en Centroamérica –se suelen sembrar dos veces por año- serían del 60 por ciento de la producción de maíz y del 80 por ciento en la del frijol.

Los descensos serán particularmente graves en El Salvador y Honduras tras perder el 60 por ciento de sus cosechas de maíz por "lluvias erráticas" a inicios de año. "Sólo en El Salvador, las pérdidas se estiman en 28 millones de dólares en semillas, fertilizantes, pesticidas y preparación de la tierra", señala la organización en un comunicado.

En imágenes: así se combate la desnutrición infantil en el Chad. Leer más aquí. 

Jornalera de la comunidad de Pamaria en Guatemala. (Imagen por Pablo Tosco/OXFAM)

En Honduras se echaba a perder el 80 por ciento de sus frijoles. Y Guatemala se habría quedado sin el 80 por ciento de las cosechas. Entre ellas, 55.000 toneladas de maíz y 11.000 de frijoles. Según estimaciones de la FAO, 150.000 familias habrían sido las afectadas.

"Aunque existe todavía una oportunidad para que los agricultores de la zona recuperen parte de los frijoles en la segunda temporada, es probable que las lluvias insuficientes impidan madurar el maíz y por tanto, una recuperación de este cultivo", según el mismo comunicado.

Con este panorama, los países de la región han aumentado las importaciones de alimentos básicos de otras zonas de América Latina. De este modo, se incrementa la disponibilidad de productos y se trata de estabilizar los precios. No obstante, en El Salvador y Honduras, según la FAO, éstos se han mantenido muy por encima de los niveles del año pasado. "Con incrementos de hasta un 20 por ciento en Honduras", señala la agencia.

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Las últimas estimaciones del International Research Institute (IRI) indican que la situación no tiene visos de cambiar. El Niño seguirá afectando al corredor seco hasta bien entrado 2016. Aunque para Raquel Checa de Oxfam Intermón esto es "una crónica de un desastre anunciado". Las sequías no son nuevas y se vienen repitiendo desde hace muchos años.

"Los gobiernos de la región deben unir más esfuerzos para hacer frente a esta realidad. Deben aprovechar la próxima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la COP 21, en París para buscar soluciones globales reales y efectivas", añade Checa.

Por su parte el responsable para Latinoamérica de ACH señala la importancia de desarrollar otras áreas económicas más allá de la agricultura que atraigan a esos campesinos como mano de obra. "Ocupan tierras sin actitud agrícola. Realizan agricultura en terrenos inclinados, poco productivos. Así que hay desarrollar otros sectores."

Para el portavoz de la FAO, Félix Baquedano, la adaptación al cambio climático prima frente a otras soluciones. "La región ha hecho mucho en términos de sistemas de prevención y alerta temprana de desastres. Estos sistemas de monitoreo les han ayudado a adelantarse a los problemas y a utilizar mejor sus recursos, explica a VICE News.

Además, Baquedano señala el trabajo en paralelo que conlleva un "un mejor manejo de recursos hídricos, forestales y agrícolas, así como la introducción de nuevas tecnologías y prácticas agrícolas adaptadas al cambio climático".

Miguel Barreto del PMA coincide con el cambio estructural para la adaptación al calentamiento global y evitar el problema desde la raíz. "Invertir en infraestructura hídrica, en la sustitución de cultivos por otros que no sean tan vulnerables y acercar el Estado a estas poblaciones, por ejemplo, con más centros de salud", dice.

Soluciones que de haberse llevado a cabo hace unos años habrían evitado el reparto de alimentos de urgencia que deben llevar a cabo los gobiernos de Honduras, Guatemala y El Salvador.

Sigue a Iván M. García en Twitter: @ivanmgarcia77