FYI.

This story is over 5 years old.

VICE World News

La heroína mata a más blancos que a cualquier otro grupo y nadie sabe por qué

La ratio de sobredosis fatales de heroína se ha triplicado entre 2010 y 2013, y la amplia mayoría de sus víctimas tienen algo en común: son blancas.
Foto di David Ryder/Reuters
Síguenos en Facebook para saber qué pasa en el mundo.

La realidad de la epidemia de la heroína golpeó al doctor Jeremy Engel un día de agosto, en el verano de 2012. Engel, un médico de familia, recordaba como cinco de sus 18 pacientes le aseguraron que sus hijos y nietos se inyectaban heroína o ya habían sufrido una sobredosis.

Otra mujer vino a su consulta fuera de horas y le dijo que su hija necesitaba tratamiento para la adicción a esta droga. Después, un colega del departamento de emergencias mencionó que habían admitido a un paciente para hacerle diálisis de riñón: había sufrido una sobredosis.

Publicidad

Escenas similares han ido apareciendo poco a poco en consultas médicas de todo Estados Unidos. De acuerdo a datos recogidos por el Centro para el Control de Enfermedades y la Prevención (CDC, por sus siglas en inglés), de 60 millones de muertes certificadas, la ratio de sobredosis fatales de heroína casi se ha triplicado entre 2010 y 2013.

Las muertes no estaban concentradas en ninguna región, y sus usuarios eran igualmente ricos y pobres. Pero la amplia mayoría tenían algo en común: eran blancos.

Un análisis de los datos llevado a cabo por el CDC para el New York Times descubrió que el creciente aumento de la ratio de muertes entre adultos blancos de entre 25 y 34 años los convierte en "la primera generación desde la Guerra de Vietnam a mediados de los 60 en experimentar una ratio de muertes en la primera adultez mayor que la generación que la precedió". Pero mientras la ratio de mortalidad para los blancos ha subido constantemente, entre negros e hispanos continúa cayendo.

Nadie parece saber lo que está pasando.

"Ha golpeado a todas las clases socioeconómicas blancas", sostiene el doctor Andrew Kolodny, jefe médico en la Phoenix House, una institución sin ánimo de lucro que trata el abuso de sustancias en 10 estados. "La clave es la exposición a los opioides".

¿Por qué la producción de opio afgana está cayendo en picado? Te explicamos las claves. Leer más aquí.

Kolodny cree que la correlación entre la prescripción de opioides y la adicción explica porque el problema es tan abrumadoramente blanco. Entre 1997 y 2011, el número de individuos buscando tratamiento para la adicción con opioides se incrementó un 900 por ciento.

Publicidad

Los analgésicos opioides como la OxyContin, que llegó al mercado en 1996, fueron la causa de tres cuartas partes de las muertes por sobredosis en ese periodo.

En 2013, la Administración para la Comida y las Drogas (FDA) impuso regulaciones más estrictas sobre las pastillas, lo que disparó su precio en la calle. Los estadounidenses que ya estaban enganchados se pasaron a la heroína, que está suministrada en gran parte por los cárteles mexicanos. El "Alquitrán negro", nombre que tomó la heroína producida de la amapola que crece en las accidentadas montañas de Sierra Madre, es una alternativa potente y barata a la prescripción de analgésicos.

¿En qué punto esto devino una cuestión blanca? Kolodny sugiere que el racismo subyacente en la praxis de algunos doctores puede ser la respuesta. Él cita un estudio que extrajo datos de Medicare de entre 2007 y 2012 que identificaba tendencias en la prescripción de opioides. El estudio concluía que a los pacientes blancos se les prescribían más opioides que a sus contrapartes minoritarias.

'Ha golpeado a todas las clases socioeconómicas blancas'.

"El estereotipo de que las minorías tienen una mayor inclinación a ser adictas a las drogas o a desviar [su medicación] está enraizada en la memoria reciente de dos devastadoras epidemias de drogas — la heroína en los 70 y el crack y la cocaína en los 80, que afectó de forma desproporcionada a las minorías con rentas bajas", afirma Kolodny.

Publicidad

El estudio citado por Kolodny no es el primero en el que la comunidad médica ha sido acusada de discriminación. En 2007, investigadores del Centro de Soluciones contra la Desigualdad, asociado al Hospital General de Massachusetts y a la Universidad de Harvard, constató pruebas sobre los prejuicios de los médicos, y resolvió que la raza era un factor determinante en el tipo de tratamiento que el paciente recibía.

La guerra contra las drogas destruye vidas, y también el medioambiente. Leer más aquí.

Pero Sam Quinones, autor de Dreamland: The True Tale of America's Opioid Epidemic, un libro que explica el surgimiento del OxyContin y que muestra cómo los vendedores mexicanos de heroína percibieron un aumento repentino de la demanda de opioides, no está de acuerdo con que doctores racistas sean los únicos responsables de la amplia disparidad en lo relativo a las sobredosis fatales entre personas de color y blancos.

"Hay muchísimos doctores ahí fuera", comenta Quinones. "No puedo ni imaginar que cada uno de ellos tiene este sentimiento".

De acuerdo con Shannon Monnat, una profesora asociada de sociología en la Universidad Estatal de Penn, hay datos suficientes para apoyar la corazonada de Quinones. Monnat ha llevado a cabo una extensa investigación sobre la demografía del abuso de opioides.

Ella sugiere que esta desigualdad está más relacionada con el acceso a los seguros y a la cobertura médica, que lleva a los blancos a visitar al doctor más que a los negros — y son más susceptibles de recibir una prescripción para los analgésicos.

Publicidad

"Los pacientes que regularmente ven al mismo doctor tienen más oportunidades de dar forma a una relación personal y de confianza con él", dice ella, dando a entender que entonces los médicos son más proclives a prescribir opioides a pacientes que les son más familiares.

Datos del CDC muestran que el 13 por ciento de los blancos menores de 65 años no tenían seguro médico en 2012, comparado con el 18 de los afroamericanos y el 30 por ciento de los hispanos. Negros e hispanos también tienen más inclinación a no buscar tratamiento por el gasto asociado.

'Es un montón de dinero el que debe pagar la gente por una visita al doctor. No importa de que raza sean'.

Aunque Quinones señala que la proliferación de los llamados "pill mills" — operaciones donde doctores sin escrúpulos sancionan prescripciones para opioides — ha sido un factor de contribución en la expansión de la adicción. También sugiere que la "affluenza" — un término utilizado para describir el malestar entre individuos pudientes — ha llevado a muchos blancos a abusar de las pastillas y a probar la heroína.

"Hay un montón de casos en los que un doctor sin escrúpulos ni ética no entra del todo en la ecuación", opina. "Es un montón de dinero el que debe pagar la gente por una visita al doctor. No importa de que raza sean".

Hay otra explicación posible: la epidemia de drogas que devastó a las minorías en los 70, 80 y 90 creó una aversión compartida a las drogas duras como la heroína y el crack. Marcus Anthony Hunter, un profesor asociado de sociología y estudios afroamericanos en la Universidad de California, sostiene que las minorías siguen sufriendo los efectos de la política de tolerancia cero de las fuerzas de orden en relación a estas epidemias.

Publicidad

Aunque la adicción sigue afectando a las minorías de las áreas urbanas, afirma Hunter, la mano dura de las tácticas policiales ha hecho mucho más difícil conseguir drogas. Según su teoría, los vendedores de droga en las áreas residenciales blancas tienen una ventaja comparativa sobre sus contrapartes, donde es más probable que sean arrestados por la policía.

"Ahora que el problema de las drogas ha llegado a las áreas residenciales vainilla, las cuestiones sobre moralidad han sido disputadas por vías muchas veces no disponibles para las comunidades minoritarias urbanas", asegura Hunter. "Mientras que las áreas urbanas de las minorías se ven como el caldo de cultivo de la inmoralidad, los vecindarios blancos se piensan como honorables y respetables campos de fuerza contra las dolencias del uso de drogas. Como se ha demostrado, esto no es exactamente cierto".

Arrestada una pareja tras comprar 10 kilos de heroína en un viaje familiar a Eurodisney. Leer más aquí.

A pesar de que los blancos son los más afectados, la conclusión es que la epidemia actual está siendo gestionada de una manera muy diferente a pasados fustigamientos de estas substancias.

Varios estados están invirtiendo en aproximaciones para la reducción menos lesivas, y favoreciendo también nueva tecnología médica y de rehabilitación al margen de la criminalización y el encarcelamiento. Hasta el momento, parece que el nuevo modelo funciona.

Publicidad

Los programas que utilizan la naloxona como antídoto a la sobredosis, que se vende con el nombre comercial de Narcan, han acreditado la reversión de 26.000 sobredosis desde 1996. Un informe de la Coalición para la Reducción del Daño descubrió que, hasta el junio de 2014, por lo menos 644 "programas comunitarios de prevención de las sobredosis basados en opioides" han sido impulsados en todos los Estados Unidos, proveyendo naloxona a "no profesionales", como los mismos adictos y sus familias.

Mira el documental de VICE News De vuelta del abismo: el antídoto contra la heroína:

El efecto del incremento de la disponibilidad de la naloxona ha sido significativo en algunas áreas. Brockton, una ciudad de mayoría blanca de 94.000 habitantes en el sur de Boston, tiene un promedio de tres sobredosis por día. Pero del 13 al 17 de enero, ninguna de las 45 sobredosis de heroína fue fatal, gracias al uso de la naloxona para resucitar a los usuarios.

Otras partes del país son menos progresistas. Engel, el médico de familia de Kentucky, dice estar cansado de ver a familias sufrir muertes de adictos por sobredosis. El doctor asegura que la heroína puede ser curada con un uso apropiado de una combinación de drogas, pero las clínicas de adictos, especialmente en el corazón del país, están lejos y son pocas. Muchos profesionales de la sanidad son reacios trabajar con estos pacientes.

"Hay un gran estigma", asegura. "Los médicos no quieren asumir riesgos".

Sostiene que el norte de Kentucky ha sido especialmente desgraciado en lo relativo a la adicción de opioides y heroína, y que la comunidad de esa área — de mayoría blanca — necesita revisar su forma de aproximarse al problema para extirpar la epidemia.

"Hay una frontera cultural en Kentucky", opina. "Es una cultura muy terca… En la que la que la gente prefiere hacerlo mal y a su manera que hacerlo bien. La gente necesita tomar acciones meditadas para solucionar este problema".

Sigue a Tess Owen en Twitter: @misstessowen

Sigue a VICE News en Español en Twitter: @VICENewsES