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La intentaron violar 'por lesbiana' y ahora está en la cárcel: la justicia argentina a prueba

El futbol es su pasión desde niña, por eso Eva Analía lleva con orgullo el apodo de 'Higui', en honor al arquero René Higuita. Cuando un chico intentó violarla, su vida dio un trágico vuelco, y ahora su abogada lucha por sacarla de prisión.
Marcha contra la violencia de género en Buenos Aires. Imagen vía David Fernández/EPA
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A Higui todavía le resuena en su cabeza la frase que utilizó su agresor antes de que comenzara su pesadilla.

—Te voy a hacer sentir mujer, forra lesbiana —.

Eva Analía de Jesús es mujer y se siente mujer. Tiene 42 años es morena y mide 1,50. Eva Analía de Jesús no terminó la escuela primaria y hace varios años que se dedica a limpiar y arreglar jardines: hace "changas" (trabajos en la economía informal). Pero su verdadera pasión es el fútbol. Ella es arquera y como tiene maneras de atajar parecidas al legendario arquero colombiano René Higuita, la apodaron así, Higui.

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En su vida cotidiana Eva Analía de Jesús viste uniforme de futbol, piensa en futbol, siente el futbol. En un par de ocasiones le tocó ser rival en la cancha de Rocío Oliva, la actual novia del legendario Diego Armando Maradona.

Higui es del Conurbano Bonaerense, así se denomina a la zona que rodea a la Capital Federal, en la periferia de la Provincia de Buenos Aires, el territorio más poblado de toda la Argentina. El conurbano se divide en barrios de clase media y baja. La familia de Higui vive en el segundo grupo, muchos de estos barrios se multiplican en las denominadas villas de emergencia, barriadas populares con casas precarias, terrenos baldíos, postes y cables, perros ladrando y chicos que parecen hechos de tierra. El barrio donde vive ha estado siempre al borde del colapso. En cada lluvia el agua limpia se acumula en la superficie de las zanjas contaminadas que son el caldo de cultivo para un virus letal: el dengue.

'Te voy a hacer sentir mujer, forra lesbiana'.

Higui vive junto a su hermana travesti en una casa precaria que ellas mismas construyeron. Una en la parte de adelante, la otra en la parte de atrás. No tienen cloacas ni hay acceso a la red de agua.

A los 13 años se fue de su casa. Ella ha contado que el marido de su madre abusaba de ella. Como la mayoría en el conurbano, Higui era muy "creyente" y le llevó años asumir que era lesbiana.

Pero hace quince años, cuando todavía vivía en el barrio de su familia, fue víctima de un episodio que la marcaría para siempre. Un grupo de varones se había empecinado con ella por ser lesbiana. Le tiraban piedras, la hostigaban, le robaban su bicicleta siempre al grito de "lesbiana, tortillera". Ese día no terminó muerta de casualidad: los hombres le dieron tres cuchillazos en la espalda e Higui terminó internada en el hospital. A su casa nunca pudo volver, se la habían quemado. Nunca se animó a denunciar a sus agresores por un simple motivo: miedo. Pero desde ese día, cada vez que va a visitar a su familia en su antiguo barrio, lleva un elemento cortante encima, por prevención.

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"Ante la falta de seguridad que existe en nuestro país, las mujeres de la Capital Federal llevan en su cartera gas pimienta, un elemento que sale alrededor de 150 pesos (10 dólares). En la provincia de Buenos Aires llevan elementos cortantes que tienen en sus casas: tijeras, cuchillos de cocina, lo que tengan para defenderse", explica a VICE News su abogada, María Raquel Hermida Leyenda, miembro de la Red de Contención contra la Violencia de Género.

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El futbol ha sido la gran pasión de Eva Analía de Jesús, Higui. (Imagen cortesía de Cosecha Roja Argentina).

El tercer domingo de octubre en Argentina se celebra el día de la madre. Ese 16 de octubre de 2016 Higui había ido a visitar a la suya, a sus hermanas y a sus pequeños sobrinos. Antes de salir de su casa se guardó la cuchilla dentro de su corpiño rosa. Tomó el colectivo y pasó la jornada junto a su familia. Ya que estaba en su antiguo barrio, aprovechó para visitar a una de sus amigas y terminar el festejo.

Después de tomarse un vaso de cerveza lo vio entrar a la casa de su amiga. Era Cristian Espósito, uno de los varones que la hostigaba. Automáticamente Higui quiso salir por el pasillo de la casa pero no lo logró. Espósito y al menos otro varón más la acorralaron.

La tiraron al piso y le empezaron a pegar patadas. Espósito la agarró. Higui vio y sintió que el hombre le estaba rompiendo el short y el calzoncillo que ella llevaba puesto. Lo sabía: la iba a violar ahí, en el medio del pasillo. Ella se asustó y entró en pánico. Pero logró agarrar la cuchilla que traía ajustada entre el corpiño y sus senos. Y le dió. Higui se defendió porque la iban a violar, según contó ella misma en su declaración.

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Desde ese microsegundo todo fue y es confusión.

Aún mareada por el desmayo y sin entender qué estaba pasando, Higui se encontró esposada, dentro de un patrullero yendo a la comisaría. Era la primera vez que pisaba una. Todavía no lo sabía, pero Espósito estaba en una ambulancia a punto de morir a causa de la puñalada.

'A Higui la tendrían que haber llevado a un hospital porque estaba ensangrentada'.

"Ahí empiezan las primeras irregularidades de la causa", explica Hermida Leyenda. "En principio a Higui la tendrían que haber llevado a un hospital porque estaba lastimada y ensangrentada, no a la comisaría. La vio un médico al día siguiente. En segundo lugar, las actas de procedimiento fueron incompletas".

La abogada nos muestra el registro de los policías sobre lo que sucedió esa noche. Es sólo una hoja, algo inusual sobre todo si se trata de un "homicidio simple", como se titula la causa. Toda la causa tiene nada más que 150 fojas que, según la abogada, son una "burla". Pero lo más grave es que ningún policía, ni el juez, ni el fiscal le creyeron a Higui. "Nadie estudió sus golpes, nadie determinó si los golpes eran compatibles con los relatos de los testigos que por cierto, fueron parte de la patota que la hostigó, y aún, a más de seis meses del episodio, no se ha terminado la pericia (peritaje) de su ropa", agrega.

A Higui la llevaron a un calabozo y después a una comisaría femenina en la cual se encuentra actualmente. En un principio, le pusieron una abogada de oficio-del Estado-que trabajaba solamente cumpliendo el horario y las reglas establecidas, sin un compromiso extra por lo que no hizo avanzar en nada la causa. La angustia de Higui iba aumentando cada día que pasaba.

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Imagen vía web oficial Libertad para Higui.

Las policías que la custodiaban se conmocionaron con su relato y la cuidaban más que al resto. No sólo eso: una de las oficiales que la conocía del barrio decidió ayudarla. Al destacamento suelen ir integrantes de la Defensoría de Género, una Organización barrial/territorial que se encarga de brindar asistencia y contención a víctimas de violencia de género. Tal es el caso de Carolina Abregú, hermana de una sobreviviente de un feminicidio e integrante de la defensoría: "Las policías del destacamento me contaron sobre Higui porque sentían que la causa no iba para ningún lado y sobre todo, todas las policías estaban de acuerdo en que ella era inocente, que se había defendido", explica Abregú a VICE News.

Ella contactó con la familia e hicieron una primera reunión con activistas antes de fin de año para difundir el caso. Ahí se conformó una mesa de trabajo integrada por distintas organizaciones feministas y de diversidad de género. Pero también comenzó a gestarse en paralelo la Asamblea Lésbica.

'Lo de Higui es violencia correctiva y es algo que sufrimos todas'.

"A raíz del caso de Higui nos autoconvocamos porque las lesbianas veníamos desorganizadas y sentíamos que necesitábamos pensarnos como sujetos políticos y sobre todo con temáticas comunes", cuenta Eugenia Murillo, militante de la Asamblea. Y explica que lo que sufrió Higui es algo común entre las lesbianas.

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"Lo de Higui es violencia correctiva y es algo que sufrimos todas. Es esto de que a los cuerpos disidentes hay que encausarlos, que nosotras somos lesbianas `porque nadie nos cogió bien´, ese es en el fondo el mensaje de este tipo de violencias".

La Asamblea Lésbica junto a otros organismos tomaron la causa de Higui como bandera. "Higui sufre la triple discriminación es pobre, es lesbiana y es 'chonga', o sea, su apariencia es masculina".

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En la primera reunión formal que se hizo en el mes de febrero de 2017 para empezar a pensar el Paro Internacional de Mujeres se contó el caso de Higui. La mayoría de las mujeres no estaba al tanto o apenas lo habían escuchado nombrar. El relato fue escalofriante para todas y se decidió unánimemente que en el documento oficial del acto se pidiera la libertad, así como también se llevara una bandera con la consigna "Libertad para Higui". La frase se desplegó por las redes sociales y algunos medios alternativos.

Pero los grandes medios no se hicieron eco del caso. "Los medios también ejercen discriminación con los casos —reflexiona la abogada—. Si la víctima tiene plata y vive en la Capital Federal es un tema de agenda. Si es pobre y encima lesbiana a nadie le interesa".

'Higui sufre la triple discriminación: pobre, lesbiana y chonga'

Según Hermida Leyenda, en la Provincia de Buenos Aires actualmente hay diecinueve casos de mujeres presas por haberse defendido tras un abuso sexual. Pero además de dejarla en libertad, la abogada busca con este caso sentar jurisprudencia en legítima defensa, cuando la mujer se defiende de un abuso sexual en la calle. "Pretendemos que la categoría de legítima defensa se aplique también a nuestro cuerpo"

La semana pasada El Juzgado de Garantías Nº 6 de San Martín (interinamente a cargo del juez Raúl Luchelli Ramos) rechazó el pedido de excarcelación de "Higui" presentado por su defensora, Raquel Hermida Leyenda. Lo hizo con el argumento de que "siguen vigentes los peligros procesales" por los que en noviembre se le dictó la prisión preventiva. Aún no hay fecha para el juicio oral, que podría ser en un lapso de dos años. A ella se le imputa homicidio simple y el Estado tiene que determinar si fue por legítima defensa o no.

Que salga en libertad dependerá de la justicia, pero por lo pronto varios colectivos y organizaciones ejercen presión social por lo que consideran una injusticia.

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