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Turquía

Así fue el intento de golpe en Estambul y así se vivió el día después

Después de una noche en vilo, Turquía se levanta tras el enésimo intento de una parte del ejército del país de derrocar a un gobierno elegido democráticamente. Así fue el día después en la capital del antiguo imperio Otomano.
Partidarios del presidente Erdogan viajan en tranvía en la Plaza Taksim. (Imagen por Sedat Suna/EPA)

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Es viernes por la noche y en Taksim, conocido por sus bares y discotecas, está atiborrado de gente bebiendo cerveza de barril, acompañando el pescado con raki y sorbiendo copas de vino en los meyhanes. Los turistas, la mayoría de ellos árabes, que todavía consideran prudente visitar Estambul tras cinco ataques terroristas desde julio de 2015, deambulan por la calle Istiklal.

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Alrededor de las 11:00 de la noche, hora local, un chico sirio hacía una llamada enfrente de una panadería cerca de la plaza Taksim. Hablaba con su novia, quien alterada le informaba que se perdería su concierto. El autobús donde viajaba tuvo que regresar al Estambul asiático del europeo al intentar cruzar por uno de los puentes principales que conectan ambos continentes. Disparos y un bloqueo de tanques militares cortaron el tráfico y cerraron el paso. "Debería de regresar a Siria", dijo en broma. "Es más seguro allí".

Turquía ha vivido cuatro golpes de Estado militar desde su incepción como república democrática, laica e independiente en 1923. El fundador de la Turquía moderna, Mustafa Kemal Atatürk, otorgó a los militares la obligación de defender la democracia y salvaguardar la constitución. A casi diez años del último golpe de Estado, los militares golpistas se sirvieron de este mismo argumento, y al parecer tradición militar, cuando declararon la toma de poder en uno de los medios de comunicación nacionales.

En Tarlabasi, a un kilómetro y medio de la plaza de Taksim, unos jóvenes turcos se encontraban acurrucados en el sofá de su apartamento con vista al Bósforo. Pegados frente a la pantalla de su ordenador, seguían los avances del bloqueo y la entrada de tanques militares a Ankara. Los anfitriones y reporteros de CNN Türk no lograban disfrazar la exaltación e incredulidad que se vivía en el país. ¨Si es un golpe de estado, vendrán por todos nosotros," dijo Onder, fotoperiodista de guerra turco.

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El golpe de Estado fracasa y el gobierno de Erdogan retoma el control del país. Leer más aquí.

Al inicio del golpe y a medida que transcurría la noche, una multitud de informes contradictorios invadían las redes sociales. Los golpistas anunciaron la toma del poder y decretaron la ley marcial. Por otro lado, el primer ministro Binali Yildrim desmintió el golpe como "un golpe que no es real¨ dado que era liderado por una pequeña facción del ejército y aseguró que su gobierno mantenía el poder. La presencia de tanques en las calles, disparos aislados y el ensordecedor rugir de los aviones de combate sobrevolando Estambul llenaban el vacío que provocó el golpe en las calles.

Los mercados y negocios cerraron y la gente desesperada corría a los cajeros esperando sacar dinero antes de refugiarse en casa. Sin embargo, la situación en las calles evolucionó drásticamente al momento en que el presidente Recep Tayyip Erdogan hizo un llamado instigando a sus simpatizantes a salir y tomar las calles y plazas. Cientos de personas se dirigieron a Taksim, la plaza que concibió las manifestaciones en contra del actual gobierno en 2013. La tensión palpitaba en las calles de Beyoglu, distrito en el que se encuentra Taksim, y consignas de "Allahuakar" (Dios es grande) y "Bizmillah" (en el nombre de Allah) se escuchaban en las marchas por las calles.

Partidarios del gobierno del AKP y contrarios al golpe de Estado se toman encima de un tanque en Estambul. (Imagen vía EPA)

Enfrentamientos armados entre militares y policías advertían a los manifestantes del uso indiscriminado de fuerza en diferentes distritos de la ciudad. Las mezquitas repicaron el llamado del presidente motivando a la gente a salir a las calles. "Un acto de traición" se paga caro, pronunció Erdogan. "No triunfarán siempre y cuando les hagamos frente, arriesgándolo todo". En el barrio de Kasimpasa, de donde el presidente Erdogan es originario, se escuchaba el bullicio de la multitud, interrumpido por disparos y seguido de un silencio alarmante.

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A pesar de que Erdogan reiteró su toma de control con su llegada al aeropuerto Atatürk, donde fue recibido por miles de simpatizantes, enfrentamientos armados y explosiones perduraron en Estambul y Ankara. El número continua en ascenso y un estimado de al menos 194, según el jefe militar interino Umit Dundar. Cientos de manifestantes se dirigieron al puente tomado por los golpistas con intención de retomarlo. Manifestantes se refugiaban de las balas hasta que los golpistas cedieron por completo.

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Al amanecer, el nuevo día borró los indicios de una noche violenta, caótica y de grandes dimensiones para el futuro de Turquía y la región. A las 5:00 a.m., el cielo rozado ya no rugía con el estruendo de los aviones de combate. El intento fallido de un golpe de Estado y el regreso inmediato a calma cargada de expectativas, es prueba de la profunda polarización política en el país y el nivel de control que ejerce el estado.

La naturalidad con la que los turcos en Estambul empezaron un nuevo día en las calles vacías del centro de la ciudad, entre murmullos de coches, y transeúntes saludándose con el formal "Sallam Aleikum", pone en evidencia el peligro que acecha a una población indefensa ante la enemistad y rivalidad entre sus gobernantes y las fuerzas armadas.

En Üskudar, un barrio asiático cerca del puente del Bósforo, la gente en la calle Selmani Pak despertó con siete tanques vacíos enfilados en medio de la calle esperando a que soldados leales a Erdogan los removiesen. El flujo de transeúntes y coches no amainó esta mañana en el distrito de Beyoglu. Hombres mayores bebían té en las aceras de Tarlabasi y uno de los mercados que operan 24/7 en la calle Aynali Cesme cerró su local a intervalos la noche anterior.

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El estruendo de las bombas no fue suficiente para disuadirlo. En Taksim, un grupo de turistas Pakistaníes paseaban con un niño pequeño. "Todo está bien hoy, ¿no?", sonríe Hamza, quién compró el tour de Estambul para su familia a principios de este año. "Estamos bien y nos dieron un buen descuento en el hotel", concluyó antes de seguir su turisteo por la ciudad.

Caminando por la plaza de Taksim y la calle Istiklal, los locales que decidieron abrir, reaccionan ante el fallido golpe de Estado con la misma complejidad que caracteriza a los diferentes sectores de la población. Abdullah Göreayi, de 39 años, trabaja en un garaje en la misma calle. Abdullah es kurdo originario de Van, una provincia en el sudeste de Turquía. "Ya no hay problema ahora", dice en la mañana de 16 Julio. "El problema se acabó."

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Abdullah ha vivido 25 años en Estambul y es un opositor de Erdogan y la guerra que éste ha liderado contra los kurdos en el sudeste del país. "Esto [el golpe] fue un juego protagonizado por Erdogan", continuó en una mezcla de turco y árabe. "Es un dictador que mata a gente inocente gratis". A un par de cuadras, Ramazan, de 31, también un kurdo pero de la provincia de Adiyaman y dependiente en una tienda de tabaco piensa justo lo contrario. "No hay problemas porque el gobierno retomó el control", explica desde su tienda vacía cerca de Istiklal. "Los turcos no tenemos miedo. Turquía es ahora más segura que Inglaterra."

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En la plaza de Taksim, un pequeño grupo de simpatizantes de El Partido de la Justicia y el Desarrollo, AKP por sus siglas en turco, establecido por el ahora presidente Erdogan, ondean la bandera turca. El primer ministro de Turquía, Binali Yildirim, anunció en la mañana del sábado que un total de 2,839 militares turcos han sido detenidos en relación al intento del golpe de Estado. El parlamento ha convocado una sesión para discutir lo ocurrido y espera que la gente salga a celebrar en las plazas. Okan Uzunkaya, de 32, auditor interno de un banco en Estambul, se muestra indiferente en su camino a casa en Tarlabasi.

Durante el golpe de estado, quedó atrapado en Asia con su hermano mayor y ahora los dos vuelven a casa en el calor húmedo e incesante de la tarde. "No apoyo ni a Erdogan ni a Fethullah Güllen", confiesa. Okan, quien ha vivido en Estambul toda su vida y no cuenta con ninguna intención de huir, se limita y se abstiene en dar una explicación de lo ocurrido. "Ésta no es nuestra batalla", es lo único que declara con firmeza.

Por su parte, la Unión de Comunidades Kurdas (KCK), el paraguas bajo el que se agrupan las organizaciones afines al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), ha dicho hoy en un comunicado que el auténtico golpe de Estado se produjo en las elecciones generales de junio de 2015.

Es estos comicios el AKP estuvo lejos de la mayoría absoluta y el prokurdo Partido Democrático del Pueblo (HDP) obtuvo unos excelentes resultados. Diferentes atentados supuestamente cometidos por Estado Islámico y el inicio de una escala de la violencia en la región kurda, fueron utilizados como pretexto por el gobierno para repetir las elecciones en noviembre de 2015. En esos comicios, Erdogan sí consiguió la mayoría absoluta.

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